Viviendo con el cambio climático: Adiós al frío con el «biocalefón»


Artículo destacado del Boletín
CIENCIA Y TECNOLOGÍA

Niños Indígenas

Cada año las lagunas de Ozogoche, localizadas en los páramos de los andes ecuatorianos, se convierten en el escenario de un inusual ritual: el suicidio masivo de decenas de aves migratorias conocidas en la región como «cuvivíes».

Sucede en los meses de agosto y septiembre, por las noches, cuando los miembros de la comunidad de Ozogoche Alto se encuentran dentro de sus moradas refugiados del inclemente y habitual frío que predomina en estas tierras, ubicadas a 3.800 metros sobre el nivel del mar.

Por la mañana los pobladores de este caserío peregrinan a las orillas de las lagunas, recogen las aves muertas, realizan una fiesta ritual y luego se reparten los pájaros para comerlos.

Según la tradición de los indígenas Puruhaes, los cuvivíes hacen este sacrificio masivo a la madre naturaleza como una ofrenda por el alimento que reciben durante el año.

En el ámbito científico todavía no se sabe por qué algunos de estos pájaros vienen a morir en esta zona. Se ha descartado el agotamiento o algún envenenamiento con gases sulfurosos que podrían emanar de estas lagunas de origen volcánico.

La teoría que manejan algunas organizaciones no gubernamentales para la conservación de las aves es que los cuvivíes buscan protección en estos páramos en las noches de tormenta y las aves que caen en las heladas aguas mueren instantáneamente porque se produce un choque térmico. Es decir, literalmente se mueren de frío.

Esto no es ninguna novedad para los habitantes de Ozogoche Alto. Todos han tenido que acostumbrarse al agua helada desde muy pequeños.

«Dos veces por semana»

José Guasumba
La paja que ya ha sido utilizada y desechada sirve como combustible para el biocalefón.

El triste y extraño destino de los cuvivíes provee a la zona de un aire místico y misterioso. No son pocos los que dan crédito a las versiones de que las lagunas estarían «encantadas» e incluso afirman que en alguna de ellas estaría sumergido un gran tesoro inca.

Pero más allá de las especulaciones fantásticas hay una realidad tangible e indiscutible que ocurre a diario en Ozogoche: hace frío, pero frío de «calarse los huesos» dice David Malán, profesor de la única escuela que existe en este poblado.

Aunque el sol ecuatorial quema la piel con fuerza, la temperatura ambiental no pasa de los 9 grados centígrados, pero la sensación térmica es mucho menor gracias a los helados vientos que se cuelan en estas llanuras.

Hace tanto frío que hasta hace pocos meses tomar un baño con agua caliente era una verdadera odisea, un lujo que sólo ocurría contadas veces en la semana.

«Posiblemente uno se baña dos veces o tres veces a la semana, es difícil hacerlo más veces por el frío», afirma Malán a BBC Mundo.

Pero esta situación está a punto de cambiar gracias a la llegada del biocalefón, un calentador de agua que funciona con la combustión de desechos orgánicos y que sirve al mismo tiempo como un secador de biomasa.

El sistema fue diseñado por la Escuela Politécnica del Ejército de Quito (ESPE) y busca convertirse en una solución para la gran cantidad de comunidades indígenas que viven en similares condiciones en la región andina de Ecuador.

«Biocalefón»

El «biocalefón» es una estructura de metal con varias cámaras por donde circula aire y agua. Su funcionamiento es simple y la explicación de su eficacia está en el intercambio de calor y la producción mínima de gases contaminantes.

Con un ventilador se ingresa aire frío a una cámara que es calentada con fuego. El aire frío se calienta y eleva la temperatura al agua contenida en un tanque. El calor del agua sirve a su vez para secar la materia orgánica o biomasa que servirá luego como combustible para el fuego.

El concepto del «biocalefón» es utilizar el desecho, no depredar el pajona
 
Ingeniero José Guasumba

Según el ingeniero José Guasumba, director del proyecto del «biocalefón», es vital que la materia orgánica esté seca ya que es el «exceso de humedad el que produce el monóxido de carbono» que contamina el medio ambiente cuando se da la combustión.

Según Guasumba la idea es que se «utilice la biomasa residual, en este caso la paja de páramo que sea recogida luego de que ha sido previamente utilizada».

«No se trata de explotar la biomasa en una forma desproporcionada sino en una forma sustentable, es decir, utilizar el desecho», dice Guasumba a BBC Mundo, «todos los residuos de madera o leña, matorrales, tusas de maíz. El concepto del «biocalefón» es utilizar el desecho, no depredar el pajonal».

El tanque de agua tiene una capacidad de 800 litros, lo suficiente para que 100 personas puedan bañarse. Se necesita un poco más de 1 kilo de biomasa para calentar 25 litros de agua.

El agua puede llegar a los 76° centígrados y el cajón de secado para la materia orgánica alcanza una temperatura de 60° centígrados.

Difícil

Niño indígena
En esta región la temperatura ambiental promedio es de 9 grados centígrados.

Según los pobladores de Ozogoche, tener agua caliente cambiará la vida de la comunidad.

«Antes calentábamos el agua en ollitas, con la paja, la leña, nada más. Acá es imposible tener una ducha, hay que bañarse con batea. La vida del indígena es difícil», asegura David Malán.

«Para uno es común y de pronto no aprecia las cosas que puede disfrutar en la ciudad», opina Verónica Reina, directora de la Unidad de Vinculación con la Comunidad de la ESPE, «pensar que los niñitos puedan disfrutar de algo tan elemental y bañarse en agua caliente, a mí me pareció genial».

Hasta la llegada del «biocalefón» el agua se calentaba en fogatas o con hornillas a gas licuado, sin embargo los pobladores tratan de prescindir de esta última opción para tratar de salvaguardar este combustible.

Para llegar a esta zona sólo se puede utilizar un vehículo todo terreno y la ciudad más cercana se encuentra a tres horas de camino, aunque con los escasos recursos de los pobladores la única opción de movilizarse es a lomo de burro.

«Nosotros en nuestra situación como Ecuador deberíamos tratar de equilibrar el uso responsable de nuestros recursos y a mí sí me gustaría que la gente se ponga a pensar en el uso alternativo al gas», afirma Reina a BBC Mundo.

«Nosotros vemos que aquí debe ser muy difícil traer una bombona de gas y además muy costoso, entonces sí se deben potenciar los desechos».

El agua caliente no sólo servirá para disfrutar de una buena ducha sino que inmediatamente incidirá en la salud de los 400 habitantes de la zona ya que existen problemas de higiene y los resfríos y las gripes están a la orden del día.

El agua fría de los páramos de Ozogoche seguirá siendo el destino fatal de los cuvivíes pero ya no será un problema para los indígenas Puruhaes.

La paja que usan para cubrir sus chozas o para hacer más cómodas sus camas, ahora también les brindará calor y salud.

  Información procedente de BBC Ciencia y Tecnología
Más información en la web de la institución–> aquí

¿Te gusta? pincha para compartir en tus redes sociales….

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *