Una imagen simulada de la nave espacial Galileo a su llegada a Júpiter.
A medida que la nave espacial Galileo se acercó a Júpiter en 1995, Jean Aichele, del equipo científico del programa Galileo, imaginó cómo el Galileo de la Edad Media podría resumir los resultados espectaculares de la máquina que llevaba su nombre a Júpiter. Los miembros del equipo imaginaron en octubre de 2009 una carta de seguimiento, coincidiendo con el 20 aniversario del lanzamiento de la histórica misión.
Galileo Galilei
Una carta desde algún lugar en el espacio ultraterrestre:
A la atención del grupo científico del Proyecto Galileo:
Para mis estimados colegas científicos
Desde mi perspectiva actual, he ido observando constantemente los viajes de su nave espacial, mi tocayo Galileo. Qué suerte tienes de vivir en esos momentos el descubrimiento y la búsqueda de la verdad. Sí, Copérnico y sus seguidores entendieron que el Sol era el centro de los planetas que giraban. Pero muchos de mis contemporáneos que aceptaron el sistema de Ptolomeo, creían que la Tierra debía estar parada, porque si se movía, la Luna tendría que quedar atras.
Teníamos conocimiento –y sed de ella–. Para ver mejor el cielo, se me ocurrió que el dispositivo Hans Lippershey Far Looker, tan útil en el campo de batalla, me podría ayudar. Me puse a trabajar para tallar las lentes necesarias y construir mi propio telescopio; pronto vi un magnífico cuerpo celeste, Júpiter. Fue una noche de enero de 1610, ¡hace tanto tiempo! Imaginen mi sorpresa al ver unos cuerpos estelares en las inmediaciones del planeta. Mi sorpresa se convirtió en asombro durante la visión posterior, cuando observé que esos cuerpos seguían a Júpiter en el cielo. Sin duda, ustedes han leído mi diario que describe el cambio en su posición relativa en las semanas siguientes.
Detalle del diario de Galileo donde describe el descubrimiento de cuatro satélites en órbita alrededor de Júpiter.
Aquí estaba la prueba necesaria de los seguidores de la teoría de Copérnico: los cuerpos celestes que están en movimiento pueden ser ellas mismas los centros de su movimiento. Sí, es posible que la Tierra orbite al Sol y la Luna orbite a la Tierra. Me di cuenta de que Júpiter y sus lunas (ahora llamadas Io, Europa, Ganimedes y Calisto) podrían servir como un modelo, un sistema solar en miniatura. Como ustedes saben, he hecho muchas observaciones y fui recompensado con la visión de las manchas del Sol, los picos y valles en la Luna, y, con el tiempo, las fases de Venus. Cómo deseaba ver más ….
Sí, eso fue el comienzo de las clases, pero son el futuro. Para ustedes, el Pioner y el Voyager dieron la señal del camino a seguir. Pronto, la nave espacial Galileo llegará a Júpiter con su serie de instrumentos, cada uno es una maravilla en sí mismo. ¿Cuántas maravillas serán reveladas! Pero serán ustedes los responsables de interpretar y explicar los datos que proporcione. Este es el placer del descubrimiento y de su enorme responsabilidad.
Para mí, la verdad era costosa. Al principio, sólo la comunidad científica se dio cuenta de mis descubrimientos celestes, como quedó descrito en el mensajero de los astros (1610), pero 22 años más tarde, mi Diálogo Acerca de los Dos Sistemas Principales del Mundo – Tolemaico y Copernicano, causó una gran conmoción. El contraste entre el sistema de Copérnico y el de Ptolomeo demostró claramente la locura por mantener a toda costa la vieja opinión.
Por desgracia, mi rechazo a seguir las exigencias de la Iglesia sobre la enseñanza de los sistemas del mundo me llevó al arresto domiciliario, esto me derrumbó entonces, aunque permitió que centrara mis energías en el desarrollo del método científico. Ha sido mi gran satisfacción observar cómo la disciplina de la ciencia ha fructificado de las semillas que se sembraron, y que influyen ahora en esfuerzos como el suyo. Mientras estuve en prisión también cultivé mi poesía y mi música. Siempre tenía un compañero de inspiración, el laúd me reconfortó mucho en los últimos días de mi ceguera.
Los tiempos son diferentes ahora. Usted pudo ver la moneda conmemorativa acuñada en 1982 para honrar el 350 aniversario del Diálogo. Por otra parte, en 1992, el Papa Juan Pablo II llevo a cabo un nuevo juicio de mi caso, en el que la Iglesia confirmó la corrección de mi visión del mundo. Sin duda, este evento ha hecho mucho para curar la falta de armonía entre la ciencia y la religión desde mi primer ensayo de hace más de 350 años.
Pronto, se realizará la maniobra para colocar la nave espacial en la órbita y comenzar a recibir los datos; y una vez más el mundo verá la sencillez, la belleza y el poder de las ciencias, especialmente la física y las matemáticas. Quién sabe lo que se puede aprender de esta exploración –sin duda, algo sobre la evolución de nuestro sistema solar– y, posiblemente, sobre el propio universo; todo ello desde Júpiter.
Quedo siempre su humilde servidor,
Galileo Galilei
Fuente: NASA