Pasa por ser la más apartada de las islas dálmatas, base militar hasta 1999, hecho que le valió estar preservada de las oleadas turísticas de cada estío que “alfombran” las bellas islas –hay centenares- en esta zona del Mar Adriático; prácticamente hasta principios del XXI estuvo alejada de las miradas de los viajeros o de cualquiera que no tuviera relación directa con sus casi cinco mil almas y las tropas estacionadas, parece que ese manto de soledad o misterio se está desvaneciendo por momentos y cada vez es más fácil encontrarnos viajeros poco conformistas, atrevidos, paseando por sus caminos, disfrutando de las aguas transparentes que en verano invitan al chapuzón.
Este pequeño territorio fue escogido por Dionisio de Siracusa para ejercer el dominio sobre el Adriático y los griegos serían los fundadores de la célebre ciudad de Issa. Los romanos serían sustituidos por los bizantinos y en 1420 llegarían los venecianos [un castillo-fortaleza en la occidental Komiza nos recuerda este esplendoroso pasado].
Durante la II Guerra Mundial el mariscal Josip Broz “Tito” la empleó para coordinar a sus partisanos y la ciudad de Vis, con apenas mil almas, hace las veces de capital insular, se creó con la fusión de dos pequeños núcleos que se conocían como Kut y Luka.
En Komiza, justo en el lado opuesto de Vis, se encuentra la pequeña población con casi dos mil almas que muestra una bellísima zona portuaria formada en torno al castillo-fortaleza levantado en 1555. Allí es donde localizamos la iglesia fortificada que el correo croata acaba de filatelizar con una preciosa hojita bloque que realiza de manera conjunta con el correo rumano (este país aporta otra iglesia fortificada a la emisión, la de Brasov) ambos efectos tienen un facial de 7.60 kunas. Este tipo de construcciones religioso-defensivas tuvieron un gran predicamento en las postrimerías de la Edad Media y prácticamente se utilizaron hasta el siglo XIX como defensa ante los ataques de las fuerzas otomanas que, recordemos, dominaron la zona balcánica hasta el estallido de la I Guerra Mundial que acabó con la inocencia del continente y el imponente imperio de los Habsburgo.
Durante varios siglos, amplias zonas del Adriático fueron azotadas por los ataques de piratas y filibusteros, hombres de fortuna o ejércitos de toda ralea a los que nada les importaba y nada les retenía. Las iglesias fortificadas fueron un recurso defensivo y muchísimas veces libraron a los lugareños de ser vilmente aniquilados. En la región las más grandes y famosas de estas construcciones son las de Santa María de Mercy (Vrboska-isla de Hvar) y la del Espíritu Santo (isla de Sipan), en ambos casos levantadas en el tercer cuarto del XVI.
La iglesia fortificada de San Nicolás de Komiza [también se le conoce como la del Monasterio] es la más vieja y representativa de su tipo en Dalmacia. Sus dos torres del siglo XIV serían posteriormente transformadas, la del norte se denominaría torre del reloj. La edificación fue levantada por los monjes benedictinos que llegaron desde otra isla, la de Bisevo. En el dintel de entrada al edificio se localiza el año de la construcción primigenia DCCCL (850) y destaca su estilo pre-románico. Curiosamente, la primera mención escrita de la edificación y el asentamiento aparece en un registro de 1145 a raíz de la donación que realizó el conde Pedro de Zadar, ostentaba el control de la mitad de las islas de toda la región dálmata.
La iglesia fue consagrada por Alejandro III que llegó procedente de Venecia con la idea de crear un refugio donde guarecerse durante los frecuentes temporales en el islote de Palagruza; los pescadores lo llevaron hasta Komiza y desde allí siguió su viaje hasta Zadar. La edificación conserva algunas de sus características externas originales, pero en el XVI-XVII se transformó su nave (originalmente abierta) en cinco espacios. En el XVII se le añadiría la estructura defensiva siguiendo el sistema Vauban que era predominante en las fortificaciones militares de aquella época.
La iglesia consolidó su carácter propio como la más característica de los pescadores de las costas del Adriático y tras el largo período de la región en manos venecianas, la zona pasó a formar parte del imperio Austro-húngaro hasta comienzos del XX cuando colapsó el sistema y, tras el atentado contra el archiduque, toda Europa se vería envuelta en la primera gran contienda que los historiadores consideran el primer gran conflicto global; en aquellas fechas la islita tenía unas 4.000 personas y existían siete emplazamientos o núcleos pesqueros.
Tras la caída de la monarquía vienesa, Komiza conoce una época de decadencia y sus pocos habitantes iniciaron una emigración sin precedentes hacia la lejana California. Tras la II Guerra Mundial la totalidad de la isla de VIS es transformada po Tito en base militar y ello la preservará, en cierto sentido, de una explotación y un desarrollo que en algunos casos fue terriblemente impactante en estas tierras bañadas por las clarísimas aguas de un impactante azul turquesa. Tras el advenimiento de la independencia [o el desmantelamiento de la otrora República Federativa de Yugoslavia] la isla abandona su pasado pesquero y se concentra en un desarrollo turístico que, en cierta medida, está acabando con su encanto y tranquilidad. Al parecer los sesudos burócratas de Bruselas han decidido que toda la cuenca mediterránea sea una zona de servicios centrada en el turismo que consume infinidad de recursos pero no da trabajo a la totalidad de la población que venía “trampeando” a las duras condiciones de vida.
Actualmente Komiza tiene unos 1500 habitantes y por suerte la Iglesia Fortificada de San Nicolás ha conservado intactos todos sus tesoros, incluyendo su bien nutrida biblioteca. Aquí fue enterrado uno de los más grandes escritores croatas del siglo XX: Ranko Marinkovic, sus torres defensivas permanecen en la memoria colectiva de sus gentes.
Recordemos que para las personas de la región, San Nicolás es el patrón de todos los hombres del mar y su fiesta se celebra el 8 de diciembre. Sus habitantes acuden a la iglesia con maderas viejas con las que construyen una especie de barco frente a la entrada del edificio religioso.
El barco tradicional de Komiza recibe la denominación de falkusa y es uno de los más viejos que se conocen en la historia de la navegación; es considerada la aportación croata más importante a la industria naval que se preserva en la región como uno de los legados de la tradición marinera de este pueblo del Adriático.
El sello que la representa [recordemos que es una emisión conjunta y por lo tanto también aparece en Rumania, aunque al momento de ponernos a trabajar con esta estampilla croata aún no había aparecido en nuestro buzón la información del correo rumano] tiene un facial de 7.60 kunas, se realizó en offset multicolor y se emitieron 35.000 ejemplares en formato díptico-hojita bloque que iniciaron su circulación el 14 de noviembre de 2014. El fotógrafo fue Paolo Monfardin y el adaptador al formato sello Tomislav Vlainic. En la hojita croata ocupa el lado superior del díptico, estando abajo la estampilla de Brasov, suponemos que la composición variará en el caso de Rumania.
Nota: Elaborado con materiales facilitados por el Correo Croata, archivo propio y la inestimable ayuda de Internet.
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