Tras la experiencia mística del ermitaño Neófito, tocaba desandar parte del camino no sin antes recrearte y extasiarte ante el espectáculo de la naturaleza, la quietud del lugar y la tranquilidad que se respira en toda la isla.
Recordemos que el contencioso entre griegos y turcos no está resuelto y que no siempre son fáciles las conexiones con ambas formas de ver y entender el mundo, pero para profundizar en ello, sin duda tendríamos que estar mucho más tiempo por estas latitudes y si ellos no lo lograron en milenios, difícilmente lo descubriríamos nosotros; por lo tanto nuestro paseo en esta ocasión se realizó por la parte suroeste de la isla, precisamente la zona más visitada por sus playas, aunque debamos colegir, que la riqueza histórico-cultural prime para el turismo interesado por la cultura.
Centenares de iglesias, monasterios, ermitas y otros centros de culto, guardan frescos e iconos de gran belleza y no dejan de atrapar la curiosidad del viajero que pone rumbo a la patria de la hermosa Afrodita. La UNESCO catalogó numerosas iglesias como patrimonio mundial de la humanidad, uno se reencuentra con un pasado a través del arte, en este caso el legado bizantino, que le hará mil y una preguntas, entre ellas ¿de verdad hemos avanzado tanto como especie? Y, es cierto, los cánones de belleza han cambiado, pero no tanto en ese largo deambular de la especie humana que ahora sufre el ecologismo militante y resulta que es el culpable de todos los males del planeta. Vaya que nos venden la milonga que llegamos ayer y somos un desastre, encima, a nivel colectivo, muchos viven a las mil maravillas gracias, precisamente, a ese invento que les vende humo: el nihilismo ha resultado un gran negocio.
También podremos recrearnos con la naturaleza y tratar de encontrar uno de los mamíferos más grandes de la isla que sigue ahí, disfrutando del hábitat en los valles y bosques cercanos a Pafos: el muflón que aparece recogido en el flamante yacimiento romano de Kato Pafos próximo a la vieja e histórica zona portuaria donde convergen varios períodos históricos desde el 310 AC al 1900 DC. Digamos que estamos en pleno epicentro histórico o en uno de los lugares con mosaicos de gran belleza y, si hacemos caso a lo que nos explican, llegaron hasta nosotros gracias al gran tsunami que aconteció en tiempos históricos y acabó sepultando todas las zonas costeras, incluso te dirán que eso se debe a la gran explosión del Volcán de Santorini que significó el ocaso de varias culturas de su tiempo, entre ellas la micénica de Creta, pero no nos adelantemos. Pafos, en fin, es un lugar ideal para los que buscan tranquilidad y playas con apenas concurrencia y eso que mi estancia coincidió en pleno mes de agosto, quizá la plandemia también afectó la llegada de turismo.
La suerte es que la ciudad, siendo relativamente pequeña, si la escogiste para tu estancia, te permitirá disfrutarla a conciencia con apenas esfuerzo aunque puede que al viajero lo atrape precisamente la mítica calle comercial dedicada a Makarios, aunque tampoco es para preocuparse pues es un recorrido realmente placentero que merece hacerlo sin prisas y el casco histórico no dejará de hacernos creer que estuvimos antes por la zona, digamos que encierra el encanto de los centros medievales con sus serpenteantes callejuelas e idílicos rincones. Conviene adentrarse por su mercado de frutas y verduras, antaño denominado AGORA, ahora como tantas otras cosas es más un zoco multifacético donde prima el Made in China, pero para curiosear bien está recordarlo.
Quizá nos quede tiempo para visitar la gran mezquita [antiguamente iglesia de Santa Sofía] y los baños turcos, en ambos casos muy cerquita del Ágora, aunque prácticamente todo lo tenemos a tiro de piedra. Quizá sea interesante señalar el Museo etnográfico que, supuestamente, hará las delicias de los nacidos en la España rural y en el pasado siglo: creerá que ha vuelto al entorno de su infancia, especialmente en la sala que funge como cocina o comedor y que parece haber detenido el tiempo. En la misma zona encontraremos otros establecimientos culturales que, salvando las distancias, nos harán reflexionar sobre quiénes somos y de dónde venimos.
Cerca del yacimiento de Kato están las famosas tumbas de los Reyes. Una inmensa necrópolis picada en la roca que me hicieron retroceder hasta mi infancia cuando nos entreteníamos ayudando al picapedrero “Escobedo” que trabajaba la piedra con verdadera maestría, eso sí, en caso de ir por la zona se recomienda hacerlo bien temprano porque “Lorenzo” es realmente matador en las horas centrales del día, en cierta medida el paseo puede ser duro, dependerá del propio viajero evaluar si merece la pena el sacrificio ya que la zona es poco pródiga en lugares de sombra y el suelo no siempre es apto para urbanitas.
Como sugerencia final una buena cerveza en la zona portuaria, cerca encontraremos un castillo medieval, el denominado Lusignan, fue renovado y desde su planta superior nos permite una buena panorámica de la ciudad y sus playas que, para mi gusto, no son una maravilla, aunque merece la pena disfrutarlas porque apenas hay gente.
JUAN FRANCO CRESPO
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