El servicio postal de estas lejanas tierras del Pacífico Sur honraba estas modernas instalaciones el 19 de marzo de 2013 con un sello de 110 francos (actual tarifa para cualquier destino del mundo, aproximadamente 1€) y muestran parte de esas instalaciones, la zona ajardinada exterior y un Airbus que las sobrevuela.
En un principio sólo sería una estampilla más dedicada a la aviación, pero como tenía previsto desde el año anterior realizar un viaje a la zona, me dije, ese nombre me suena de algo, ¡Zas! Me voy al billete y allí lo encuentro: es mi aeropuerto de destino en el verano de 2013.
De acuerdo con la información que me llegó desde Nouméa, la última transformación se inició en el 2008 y esas obras han hecho posible los grandes cambios de la Terminal que se han convertido en unas instalaciones modernas y funcionales que nada tienen que envidiar a la de aeropuertos similares situados, teóricamente, en países más avanzados respecto a estas tierras de Nueva Caledonia, el aeropuerto queda a unos 50 kilómetros al noroeste de la capital insular.
De hecho la obra civil fue entrando en servicio en sucesivas etapas, en abril de 2011 era la sala de embarque dotada de 24 básculas ordinarias y una para equipajes especiales (normalmente para cada vuelo se utilizan dos ordinarias y una más para los viajeros que tienen billete adquirido por Internet). En el amplio espacio de las entradas/salidas se localizan siete pabellones para dar los servicios básicos (información, turismo, correo, bienvenida, servicios médicos, etc.) En total el viajero dispone ahora de más de 3200 metros cuadrados de mucha tranquilidad (en realidad algo consustancial en toda la región) y limpieza. Por ahora es un aeropuerto coqueto, tranquilo y funcional que recibe los vuelos internacionales (el de Magenta, dentro del perímetro urbano de Nouméa se encarga de los vuelos regionales, sobre todo a la isla de Pinos y las de la Lealtad). A pesar de lo que pueda creerse, está muy bien comunicado con la capital y en cada llegada hay varias compañías que realizan los transportes hacia el Sur, pero mi recomendación para un vuelo desde Europa es llegar e instalarse en el hotel que hay apenas diez minutos caminando desde la Terminal (las maletas requieren el auxilio de un taxi) para descansar del largo periplo.
Los trabajos continuaron en 2011 y 2012, oficialmente se entregó la obra a la entidad responsable de su explotación y que se encargó de conseguir el capital y las financió, o sea la Cámara de Comercio, en 2013 y en estos momentos tenía casi 600 personas en nómina. Se había ampliado la sala de llegadas con una modernísima zona de control aduanero (atención: estrictamente prohibida la entrada de productos alimenticios, de origen animal o vegetal) que se completa con el súper chucho detector que te huele a lo lejos con una precisión milimétrica (en mi caso sólo quedaba la bolsa que había sido utilizada para el bocadillo de serrano previsto para la escala de Narita que me supo a gloria ante la oferta de los restaurantes nipones), la zona del restaurante y las habituales tiendas de recuerdos, a su lado un coqueto jardín tropical mostrando la riqueza mineral y floral de Nueva Caledonia en su conjunto.
Pero a pesar del título de la emisión, la historia del aeropuerto se inicia nada menos que en 1932 (un precioso libro sobre su historia está disponible en www.pacific-bookin.com editado precisamente por la Cámara de Comercio que financió la actual y moderna terminal aérea internacional que ahora ha sido filatelizada).
El sello fue diseñado por Claude Andreotto e impreso por phil@poste en la metrópoli, se empleó el offset multicolor en hojitas de diez ejemplares (minipliegos) con una amplia viñeta superior mostrando al moderno y funcional Airbus de Aircalin que en ocho horas te coloca en Japón para continuar tu vuelo hacia Europa.
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JUAN FRANCO CRESPO
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