GROENLANDIA: CARL PETERSEN, EL EXPLORADOR POLAR OLVIDADO

John Carl Christian Petersen nació en el seno de un humilde hogar danés en Kvæsthusgade (Copenhague) en 1813; desde joven mostró sus aptitudes de aventurero y sus deseos de conocer mundo, sin embargo es uno de esos nombres que raras veces aparece en las referencias polares a pesar de tener méritos suficientes para ello.

La emisión postal de Groenlandia viene a recuperar su vida y sus exploraciones en el bicentenario de su nacimiento. Se lanzó una hoja bloque y ese mismo facial de 31,50 coronas también apareció en hojas de veinte ejemplares diseñados y grabados por Martin Morck.
Cuando era todavía un niño se embarcó hacia Islandia, pero su viaje le acabaría llevando hasta Groenlandia donde acabará integrándose en el Departamento Real de Comercio en Qeqertarsuaq/Godhavn.

En 1832 ya dominaba el groenlandés y el inglés que lo había aprendido con los balleneros, se casó con una nativa Ida-Berthe con la que tuvo dos hijos que en 1845 parte hacia Upernavik donde se convierte en presidente de la comuna y su esposa en comadrona de la amplia zona que abarca ese emplazamiento y en donde se convertirá en una de las personas más reconocidas por la comunidad inuit.

Ese mismo año acaba integrando la Expedición Británica liderada por Sir John Franklin y partieron en busca de los integrantes del Erebus y el Terror: en total sumaban más de 130 hombres que habían partido en busca del pasaje del noroeste pero ambos navíos desaparecieron, sin dejar rastro, en el gélido territorio ártico.

Serían varias las expediciones que partieron en su búsqueda, los resultados fueron infructuosos hasta que el capitán de un ballenero informó al Alto Almirantazgo Británico que en Upernavik había un hombre que hablaba inglés y groenlandés que podría prestar ayuda para tratar de rescatar las tripulaciones desaparecidas y es ahí donde aparece Petersen que solicitan permiso para poder participar activamente en las tres expediciones que se montaron para tratar de rescatarlos:

1850-51, expedición liderada por el ballenero capitán William Peary.
1853-55, expedición liderada por el norteamericano Elisha Kent Kane.
1857-59, expedición liderada por el irlandés Francis Leopold McClintock.

La expedición más dramática de todas fue la segunda que se convirtió en uno de esos horribles viajes donde la muerte era una constante. Se vieron obligados a abandonar el barco y a regresar exhaustos en dos pequeños botes de remos a través de la Bahía de Melvilla; aunque establecieron el récord de penetración terrestre en el Ártico: recorrieron 1540 kilómetros de costa inexplorada hasta entonces y llegaron a los 82º norte.

Fue en la tercera expedición donde Carl Petersen y el resto de personal resolvieron exitosamente el misterio del Erebus y el Terror al descubrir los esqueletos de los expedicionarios en las tumbas halladas en la isla del Rey Guillermo [King William Island]. En la cronología de las expediciones filatelizadas por el correo danés esta se le conoce como Expedición XI [forma parte de un ambicioso proyecto polar que ya ha honrado a otras tantas figuras o viajes por el territorio ártico de esta inmensa y gélida isla], en el sello vemos al explorador junto a algunos hombres más en los trineos arrastrados por perros. En la hojita aparece una ilustración del barco irremediablemente perdido y escorado en los hielos casi perpetuos.

En 1860 la familia decide retornar a Dinamarca, Petersen acepta un trabajo que le ofrecen de farero en la diminuta isla de Hjelm (Kattegat) y aquí vivirían durante once años hasta que una vez más, la llamada de la aventura viajera se le presenta y junto al geólogo sueco Otto Torell pone rumbo al archipiélago de las Svalbard para explorar la costa norte de estas islas cerca ya del Polo Norte.

Ida-Berthe falleció en 1874 y Carl Petersen lo haría seis años después, era 1880. Había sido galardonado por la reina Victoria con la Medalla Polar y el rey danés Federico VII lo condecoró con la Gran Cruz plateada de la Orden de Dannebrog; el monarca sueco le otorgaría la Medalla Vega. Asimismo, en su último año de vida disfrutó de una pensión otorgada por el gobierno británico y, algo incomprensible, prácticamente fue olvidado por la historiografía y el pueblo danés, posiblemente, su humildísimo origen no fue acicate para ser tenido en cuenta a pesar de tener méritos más que suficientes para ello.

El sello (mejor decir la hojita), está inspirado en una imagen que aparece en el libro de Petersen en 1860. Es un texto poco común que, a veces, se consigue en subastas, y rara vez baja de los 1.000€. Aunque es verdad que determinadas temáticas, en los libros de ocasión, prácticamente nunca se encuentran. Puede que Carl Petersen en su momento pasara desapercibido y hasta resulta difícil encontrarlo en reseñas polares, sin embargo hoy, gracias a las nuevas tecnologías, descubrimos que hay decenas de páginas en Internet que nos aportan datos más que suficientes para documentar este intrépido personaje, un joven al que nada le amilanaba y se lanzó al mundo en busca de llenar su mochila y este, que duda cabe, se la llenó con creces. Vamos, que Petersen no tuvo una existencia aburrida.
La filatelia, una vez más, nos permite recuperar historias y descubrir nuevos horizontes, en esta ocasión han sido las gélidas latitudes árticas. Fue diseñado y grabado por Martin Morck, comenzó a franquear la correspondencia el 21 de octubre de 2013, facial de 31,50 coronas. También hubo otras piezas destinadas al mercado filatélico, hoja recuerdo, tarjeta máxima, sobre especial, hojita bloque, hojas de 20 ejemplares, etc.

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JUAN FRANCO CRESPO
lacandon999@yahoo.es

 

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Juan Franco Crespo

Maestro de Primaria, licenciado en Geografía, doctor en Historia de América.

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