Por: Miguel Vázquez – Venezuela – mivaz@latinmail.com
Algunas personas, incluidos muchos preservacionistas, tienen una visión estática de la superficie de la tierra y de la biosfera, sin embargo estas han sido y son realidades en continuo cambio, cambio que en ocasiones avanza a trompicones. Si revisamos la historia geológica de nuestro planeta veremos que en numerosas oportunidades han ocurrido grandes alteraciones, de carácter natural, la mayoría de las veces de origen interno, otras veces externo (meteoritos, asteroides, supernovas, etc.), que han modificado sobremanera el entorno, provocando incluso extinciones masivas. Estos acontecimientos en general han significado retos para la vida, que condujeron a la evolución de nuevas formas de vida, en general de mayor complejidad. Muchas extinciones fueron provocadas por la aparición de nuevas especies, como en el caso de las plantas vasculares, cuya proliferación sobre los continentes cambió las características de los solutos que ingresaban en el mar y llevó a la extinción de la mayoría de las especies de vida marina animal y vegetal, que para aquel entonces eran más diversas que las terrestres. A esta hecatombe siguió una proliferación de nuevas especies para llenar los nichos vacíos y ocupar los nuevos que aparecían a consecuencia de esta diversificación. El Homo sapiens es un producto natural de la evolución de la vida en la tierra y como toda forma de vida influye en otras de las que la rodean, evidentemente esta transformación no ha concluido y desde hace por lo menos unos 100.000 años está ocurriendo un proceso dinámico y aún no se ha alcanzado un estado de equilibrio o cuasiequilibrio de nivel planetario, si es que realmente existió con anterioridad tal condición estática. Mientras los Homo sapiens estuvieron circunscritos a las sabanas y costas del África subsahariana, su población mundial no sobrepasó normalmente los 10.000 individuos, y muchas veces, ante las fluctuaciones climáticas, estuvieron a punto de desaparecer, realmente se estaba ante una especie en grave riesgo de extinción. Varios intentos sucesivos de colonización de la región del Medio Oriente fracasaron rotundamente. Hace apenas unos 75.000 años, el hombre (H. sapiens) logró por fin establecerse en la península arábiga y desde ahí en el resto de las costas meridionales de Asia. Otra especie de homínido, el Homo neanderthalis, se encontraba en Europa Occidental desde hace probablemente 250000 años, pero su población, bastante menor, no sobrevivió a los nuevos cambios, inducidos por la variación del clima, que pudieron incluir entre otros: alteración de la flora y la fauna, aumento de enfermedades transmisibles provenientes de las regiones cálidas y competencia con el Homo sapiens. Este ultimo tuvo éxito posiblemente por su mayor habilidad para crear tecnología, su flexibilidad social y el dominio de los recursos costeros. Quizás la especie humana esté generando hoy en día un proceso de extinciones masivas, semejante a algunos de los que han ocurrido en el pasado, ante lo cual la biosfera se adaptaría nuevamente como lo ha hecho en otras ocasiones. Sin embargo es absurdo asignar al hombre la intención de destruir a las demás especies que comparten este astro. Estas especies, además de su valor intrínseco, enriquecen la vida del hombre de manera espiritual, estética y económica. Gran parte de ellas, tal vez todas, están emparentadas filogenéticamente con nosotros, son un tipo de familia. Su material genético tiene enormes potenciales para enriquecer nuestro pool específico, y construir nuevos cuerpos humanos que nos abran la puerta a otras formas de percibir el universo y que ayuden a las especies del planeta Tierra en la colonización de otros mundos. Si la civilización global se derrumbase, no sería la primera vez que una civilización se desplome, los conocimientos tecnológicos residuales permitirían sobrevivir al hombre y después de una edad media surgiría una nueva cultura que aprendería de los errores de la actual. Pero no hay que excluir la mucho más probable posibilidad de solucionar, de forma racional y ética, los problemas que nuestro número y manera de vida presente implican, con mejor resultado para las demás especies. Debemos continuar trabajando en ello, de manera sostenida, buscando la elevación de la calidad de vida de toda la gente, que es lo que conducirá de manera menos traumática a la reducción de las tasas de natalidad, a la estabilización de la población e incluso a su eventual disminución si es que ello fuese considerado deseable por las generaciones futuras. Es inútil despotricar estérilmente contra el crecimiento poblacional, sin proponer alternativas viables y sin poner el ojo crítico sobre los estilos de vida vigentes en los países desarrollados, que incrementan el grado de estrés al que está sometida la biosfera, y sin hacer énfasis en la ayuda proactiva al desarrollo, la cual es sin duda varias veces inferior a los subsidios existentes en el mundo industrializado, que promueven patrones de consumo insostenibles, distorsionan el mercado y crean pobreza en las naciones denominadas en vías de desarrollo.
Quiero hacer mención especial a la foca monje, q esta en peligro desde hace ya varios años y parece que no nos damos cuenta en esta sociedad.
Aún estamos a tiempo de volver a recuperar esta mágnifica especie de foca.
hola
estoi pensando en hacer un blog en el que la gente me escriba ideas sobre como mejorar la naturaleza asi que que pense que el creador de este blog me podria ayudar o otra persona cualquiera.
Por favor contestar ,espero respuestas
Q BUENO OJALA TUVIRAN MS RECOMENDA CIONES