¿Cómo te cambiaría el cuerpo en el espacio?

¡Vamos a despegar! Qué fascinante es ver y explorar mundos nuevos. El cambiar nuestro ambiente en la Tierra por el ambiente del espacio es muy emocionante. Pero, un ambiente “normal para la Tierra” es muy distinto a un ambiente “normal para el espacio”. El espacio tiene uno de los ambientes más peligrosos que hemos explorado. A medida que cambie el ambiente, también cambiará el cuerpo del astronauta.

La gravedad reducida es uno de los cambios más violentos de vivir en el espacio. Viajar a Marte, y tal vez al espacio intergaláctico (el espacio entre las estrellas), quiere decir vivir en el espacio por meses o años. ¿Cómo se cambiará y adaptará el cuerpo del astronauta al vivir en un ambiente de gravedad reducida por tanto tiempo?

¿Dónde es arriba? ¿Dónde es abajo? En el espacio no existe la sensación física que te deja saber si estás cabeza abajo. Los astronautas se pueden desorientar fácilmente. En la Tierra, un pequeño órgano en el oído interno te ayuda a saber si andas de pie o de cabeza. Este órgano funciona porque la gravedad hala los fluidos y las pequeñas partículas dentro de tu oído interno. En menos gravedad, este órgano recibe mensajes confusos. La única manera de saber “arriba” y “abajo” depende de lo que puedas observar. El techo de tu nave espacial fácilmente puede ser tu piso. Puedes flotar cabeza abajo sin sentir que la sangre te corre hacia la cabeza. Todos estos cambios pueden causar que sufras de la “enfermedad espacial”, algo semejante a cuando te mareas en el coche o en el mar. Unas cuantas horas después de alcanzar órbita, uno de cada tres astronauta sentirá estos mareos. Para la mayoría, esta sensación termina tan pronto lleguen los astronautas a su nuevo ambiente espacial.

En la Tierra, la gravedad causa que la mayoría de los fluidos del cuerpo se distribuyan en el área debajo del corazón. Sin embargo, vivir en el espacio con menos gravedad permite que los fluidos del cuerpo se extiendan igualmente por todo el cuerpo. Cuando los astronautas viajan al espacio por primera vez, se sienten como si tuvieran un resfriado y sus caras se ven hinchadas. Muchos de los astronautas dicen que no sienten sed a causa de este movimiento de fluidos. El cuerpo nota este movimiento y cree que se aumentó el volumen de la sangre. Para remediar esto, el cuerpo elimina lo que cree que son fluidos adicionales de la manera normal, es decir a través de los riñones, lo cual resulta en frecuentes visitas al baño. Una vez que este fluido “de sobra” haya sido descargado del cuerpo, los astronautas se ajustan al espacio y por lo general se sienten bien.

Las caras hinchadas y la sensación de mareos espaciales son cambios que los astronautas sienten a corto plazo. Dentro de tres días después de regresar a la Tierra, los astronautas vuelven a tener niveles de fluidos normales, y sus cuerpos regresan a la “normalidad.” Algunos efectos son de duración más larga. La gravedad reducida causa pérdida de calcio en los huesos y músculos débiles. Durante una misión espacial, ejercicios de resistencia y una buena nutrición pueden neutralizar algunos de estos cambios. Una vez que hayan regresado a la Tierra, los astronautas continúan sus ejercicios para fortalecer sus huesos y músculos debilitados. Los científicos observan cuidadosamente a los astronautas antes, durante, y después de vuelos hacia el espacio.

Los ambientes espaciales afectan también el sentido del tiempo del astronauta. Mientras viaja alrededor de la Tierra, el astronauta hace órbita a la Tierra cada 90 minutos. Esto significa que pueden ver la salida y la puesta del sol cada 90 minutos. A pesar de que es una visión maravillosa, esto puede confundir al cuerpo e interrumpir el sueño. Para limitar esta interrupción, las tapas sobre las ventanas ayudan a bloquear el sol. Nuestro “reloj interno” está puesto para un ciclo de luz y oscuridad de 24 horas. Este reloj interno se conoce como el ritmo circadiano y casi siempre se reajusta cuando se expone diariamente a la luz. Los ritmos circadianos están firmemente relacionados con el ciclo de luz/oscuridad. Ayudan a ajustar la rutina de dormir y comer de todos los seres vivientes, incluyendo los humanos.

El cambiar el ritmo circadiano del cuerpo casi siempre resulta en cambios del cuerpo. Muchos viajeros que cruzan las zonas del tiempo se quejan de “desfase de horario (jet lag)” con sus sensaciones de cansancio, desorientación e insomnio. ¿Alguna vez haz tenido “desfase de horario”? Probablemente te sentiste confuso y malhumorado. Imagínate como se deben sentir los astronautas cuando su ciclo de sueño cambia durante los largos viajes espaciales. Casi siempre permanecen en la hora media de Greenwich (GMT) mientras hacen órbita a la Tierra, pero cambian a hora de Houston o de Moscú para ciertas actividades, como el acoplamiento con una nave de reserva y Actividades Extravehiculares (fuera de la nave). Una vez que se terminen éstas, los astronautas vuelven al GMT.

Algunas señas de envejecimiento son parecidas a los cambios causados por vivir en un ambiente de gravedad reducida. En ambos casos se encuentran cambios en el ciclo de sueño, así como músculos y huesos debilitados. Mientras investigan maneras de invertir los efectos del vivir en un ambiente de gravedad reducida, los científicos también están aprendiendo más sobre lo que le sucede al cuerpo mientras envejece.

La manera como el cuerpo se adapta a cambios en el ambiente es muy asombrosa. Algunos de los cambios son de corto plazo y fácilmente reversibles. Otros cambios como la masa ósea reducida y músculos debilitados, son de larga duración, de tal manera que estos órganos tardan mucho más tiempo en regresar a su forma original. Los científicos trabajan para aprender todo lo que puedan sobre cómo el cuerpo se adapta a los nuevos ambientes para hacer que el vuelo espacial sea tan seguro y cómodo como sea posible.

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