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Tratamiento de la obesidad

Los factores sociales

a obesidad se manifiesta como un grave problema en amplios sectores de población, siendo más acusado en las sociedades avanzadas.

Parámetros como el rendimiento laboral, determinadas "modas" alimenticias, o la necesidad de disponer del máximo tiempo para el ocio y la diversión, al margen de la dedicación que requiere la elaboración de los alimentos, así como su consumo en ausencia de situaciones de estrés o en horarios inadecuados, son en muchas ocasiones los causantes de una alimentación desequilibrada o desordenada, que concluyen habitualmente en obesidad o trastornos indeseables.

En muchas sociedades occidentales se rinde culto a un cuerpo delgado y esbelto, provocando en muchos jóvenes anorexias psíquicas graves

La obesidad es, además, un factor social y humano desestabilizante. En muchas sociedades occidentales se rinde culto a un cuerpo delgado y esbelto, e incluso se fomenta vía publicidad, moda del vestido, etc. 

Estas situaciones socialmente anómalas provocan ocasionalmente una "necesidad" de adelgazar más allá de lo aceptable en lo que a salud se refiere, conduciendo a anorexias psíquicas graves y traumas que requieren un tratamiento totalmente ajeno al endocrinólogo, especialmente en jóvenes. Es por ello que muchos tratamientos contra la obesidad deben ser complementados o incluso sustituidos por psicoterapias, al tener un origen diferente al puramente metabólico.

Métodos dietéticos

En un organismo "normal" en lo que ser refiere a sus funciones metabólicas, y ausente de disfunciones de origen psíquico, el tratamiento típico de la obesidad es el que se realiza mediante dietas hipocalóricas (bajas en calorías). Habitualmente, la obesidad es producto de hábitos alimenticios inadecuados, incluso a veces patológicos, eso implica la necesidad de corregir tales hábitos y "aprender" a mantenerlos, para así conservar el peso adecuado una vez lo hayamos alcanzado.

Por ejemplo, debemos acostumbrarnos a comer a horas determinadas, nunca esporádicamente, controlar el tipo de alimentos que ingerimos, y realizar algún tipo de ejercicio físico de forma habitual, como mínimo caminar un poco cada día. Es muy conveniente educar desde niño en una alimentación sana, equilibrada y regular, previniendo así futuros problemas de obesidad.

Es muy conveniente educar desde niño en una alimentación sana, equilibrada y regular, previniendo así futuros problemas de obesidad

Una dieta hipocalórica ampliamente recomendada es aquella que no supera las 1500 calorías al día; en casos extremos se puede reducir hasta las 800 e incluso menos.

En cualquier caso, no debemos aventurarnos a realizar dietas por nuestra cuenta, sin el asesoramiento de un profesional médico; cualquier dieta debe ser equilibrada y controlada, y sólo el médico puede saber y establecer cuales son las necesidades de nuestro organismo, en otro caso se pueden producir consecuencias indeseables, tales como desnutrición, anemia (merma de los hematíes de la sangre), atrofia muscular por ausencia de proteínas, disfunciones por carencia de vitaminas (hipovitaminosis), alteraciones iónicas del sodio y el potasio que afectan gravemente a las funciones cardíacas, e incluso concluir en enfermedades irreversibles.

Métodos farmacológicos

La farmacología ha ido ganando terreno a la medicina popular y la herboristería, y conseguido notables éxitos en la síntesis de algunos productos de notable eficacia en determinados campos. Sin embargo, los fármacos obtenidos para combatir la obesidad han dado siempre resultados poco apreciables. La mayoría de ellos se han demostrado como ineficaces, e incluso en algunos casos contraproducentes, ejemplo de las drogas de tipo anfetamínico (como la dextroanfetamina) que son totalmente desaconsejables para tratamientos a largo plazo, ya que tienen un alto riesgo de producir adicción. En cuanto a las hormonas tiroideas, no es conveniente recurrir a ellas con frecuencia, ya que terminan produciendo disfunciones cardíacas.

No obstante, un fármaco que se ha demostrado altamente eficaz es el que contiene el principio activo orlisat. Este principio no actúa eliminando las grasas que ya se encuentran almacenadas en el organismo, sino impidiendo que sean absorbidas por él. Se utiliza en conjunción con una dieta hipocalórica, de tal forma que las pocas grasas que son ingeridas mediante los alimentos bajos en calorías son inhibidas en los procesos gastrointestinales, es decir, impide que el organismo absorba las grasas pero permite que sí lo haga sobre el resto de nutrientes de los alimentos ingeridos.

Las grasas no absorbidas por el organismo son incorporadas a las heces y expulsadas. Como resultado, el sistema endocrino al no recibir energía externa, comienza a disolver las grasas almacenadas en el cuerpo para reponer las necesidades de energía que no puede obtener de los alimentos, produciéndose así una pérdida de peso.

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