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Actividades ecológicas
y contacto con la Naturaleza
APROVECHAMIENTOS
Utilización de materias biodegradables - 2ª parte
La diferencia entre "reciclable" y "biodegradable"
eciclable no es sinónimo de biodegradable, aunque una sustancia puede ser ambas cosas a la vez. Mientras que muchos productos tienen capacidad de ser reciclados y devueltos al ciclo vital, pueden sin embargo no ser biodegradables.
Por ejemplo, los plásticos, vidrio, muchos metales, tejidos y el papel son materias reciclables, pero de todos ellos los plásticos y el vidrio no son biodegradables y sus desechos permanecen durante muchos años degradando el ambiente. Esto significa que la naturaleza no puede descomponerlos por sí mismos y sólo mediante la intervención humana pueden ser reprocesados para la reutilización. Las demás materias citadas sí son biodegradables, y aunque no sean reciclados por el hombre la naturaleza se encarga de "reciclarlos" por nosotros, de ahí la necesidad de que fabriquemos y utilicemos siempre materias biodegradables.
Algunos materiales, como la hojalata, además de biodegradables también son reciclables. Éstos pueden ser separados, reprocesados industrialmente y reutilizados
Algunas materias son biodegradables y a la vez reciclables; un ejemplo lo observamos en la hojalata: es biodegradable porque los organismos descomponedores los convierten en óxidos de hierro y óxidos de estaño, que son incorporados a los suelos enriqueciéndolos; por su parte, es reciclable porque podemos descomponerlo en hierro y estaño, materiales éstos que pueden ser separados, reprocesados industrialmente y reutilizados.
El pasto sintético, por ejemplo, aunque no es un producto biodegradable (se utilizan plásticos en su fabricación), sí es ecológico ya que puede ser reciclado y además se ahorra agua durante el proceso de elaboración. Se utiliza principalmente para recubrir espacios interiores y exteriores, dando acabados decorativos en suelos, muros y otras variadas superficies.
La necesidad de fabricar y utilizar materiales biodegradables
La necesidad de fabricar y utilizar materias biodegradables se hace imperiosa conforme el hombre avanza en el desarrollo tecnológico. Estamos rodeados de productos no biodegradables que utilizamos diariamente con profusión, sin percatarnos de las consecuencias que acarreamos al medio ambiente cuando nos deshacemos de ellos.
Cuando vamos al supermercado y nos llevamos la compra a casa en bolsas de plástico; cuando adquirimos la carne o el fiambre envasado en bandejas de poliestireno; cuando compramos líquidos envasados en botellas plásticas, y un largo etcétera, estamos colaborando en la producción de residuos no biodegradables que terminarán engrosando los vertederos, salvo que se siga un adecuado proceso de selección, reciclado y reutilización.
Los envases, bolsas plásticas o bandejas de poliestireno, contribuyen a la producción de residuos no biodegradables cuando nos deshacemos de ellos sin atenernos a un programa de reciclaje
Los detergentes fueron en su momento un ejemplo de materia no biodegradable prácticamente superado en la actualidad. En la década de 1940 y 1950 se utilizaron masivamente los detergentes obtenidos de un compuesto aromático derivado del benceno, tratados con ácido sulfúrico y posteriormente transformados en sal de sodio tras ser neutralizados con hidróxido de sodio. Estos detergentes no eran solubles en agua y permanecían en la superficie formando espumas.
A principios de 1970, ante la preocupación por los efectos de la contaminación de las aguas, se empezaron a utilizar detergentes que incluían agentes biodegradables que podían ser eliminados con facilidad por determinados organismos bacterianos. Hoy en día, la mayoría de los detergentes utilizan solamente aditivos biodegradables.