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Literatura prosista
LA LITERATURA EN EL SIGLO XX [De 1900 a 1939]
La prosa narrativa - 7ª parte
Principales prosistas (continuación)
Azorín
Introducción biográfica
ació en Monóvar, Alicante (1873-1967) y se llamaba José Martínez Ruiz. Cursó los primeros estudios en Yecla, y después Derecho en las universidades de Valencia, Granada, Salamanca y Madrid. A partir de 1896 vivió en Madrid, donde se dedicó al periodismo y formó con Baroja y Maeztu el "grupo de los tres". Su ideología por entonces estaba próxima al anarquismo y tradujo algunas obras de importantes anarquistas europeos (Kropotkin, por ejemplo).
Azorín fue evolucionando hacia posiciones más conservadoras y conformistas; apoyó a Primo de Rivera y se amoldó al nacionalismo vencedor en la Guerra Civil (durante la cual vivió en París). Perteneció a la Academia de la Lengua desde 1934. Murió en Madrid.
Obra
Azorín escribió novela, teatro y abundantes ensayos, por los que es más conocido. Al margen del interés temático de sus obras, destaca en todas ellas su estilo, en el que la descripción minuciosa y el detallismo ocupan el primer lugar. Su uso de la frase breve y concisa, con un léxico amplio y rico (con numerosos arcaísmos) y muy preciso convierte a sus obras en un modelo de estilo descriptivo.
La primera etapa de su producción literaria, hasta 1900 aproximadamente, comprende una serie de ensayos, críticos e inconformistas, fruto de la tendencia anarquizante que mantuvo; algunos de los ensayos de este periodo son Buscapiés. Sátiras y críticas (1894), Anarquistas literarios (1895), Charivari (1897), La evolución de la crítica (1899) y La sociología criminal (1899), entre otros muchos.
En la segunda etapa, escribió novelas y ensayos. Éstos muestran ya su evolución ideológica y tratan temas españoles y literarios, que son los que mayor interés conservan y los que más fama le dieron: Los pueblos (1905), España (1909), Castilla (1912), La ruta de don Quijote (1905), Clásicos y modernos (1913), Rivas y Larra (1916), etc.
En cuanto a sus novelas, la trilogía sobre el personaje Azorín es la más interesante. Comprende La voluntad (1902), Antonio Azorín (1903) y Las confesiones de un pequeño filósofo (1904). Son obras en las que la acción es mínima y lo que interesa es la descripción de personas, lugares y objetos, así como los diálogos entre los personajes. Contienen muchos elementos autobiográficos y el protagonista puede considerarse identificado con el autor. Años después Azorín volvió al género novelesco, con dos obras en la misma línea que las anteriores (Don Juan, 1922, y Doña Inés, 1925) y algunas otras de tipo vanguardista: Félix Vargas (1928) y Superrealismo (1929), entre otras.
Después de la guerra Azorín volvió a escribir novelas, mucho menos interesantes que las primeras (El escritor, 1941; María Fontán, 1943), y continuó también su labor ensayística. Publicó dos libros de memorias: Madrid y Valencia (1941) y Memorias inmemoriales (1946).
Azorín intentó escribir un teatro muy diferente al que triunfaba en los años 20 y 30, pero su esfuerzo no consiguió el éxito. Su estilo no se prestaba al lenguaje teatral y sus obras han quedado en el recuerdo sólo como muestra de sus intentos de superar las formas dramáticas de la época. Algunos títulos son: Judit (1926), Old Spain (1926), Lo invisible (1927) y Cervantes o La casa encantada (1931).