LA RADIO EN LA LITERATURA: EL ÚLTIMO CATALÁN

“La genialidad sólo la hemos descubierto nosotros, el pueblo escogido, el pueblo catalán”
[Página 206]

 

La presente reseña será mucho más breve que otras obras anteriores, por algo es un libro de humor pensado en el futuro [finales del siglo XXI] pero que puede aplicarse a la realidad que nos invade en lo que antaño se denominó “oasis catalán”, en realidad nunca lo fue; simplemente se compraron conciencias, se taparon bocas y se controlaron  medios [la prensa libre era muy obediente, Barraycoa, página 34].

Ninguna dictadura triunfante había llegado tan lejos en el adoctrinamiento y en la negatividad. De esa manera los supremacistas [qué bien lo define Javier Baraycoa en la frase que encabeza esta reseña] soberanistas, independentistas o nacionalistas se han ido multiplicando no por el buen trabajo, sino por “amagar la cabeza sobre las alas” y Madrid [gobierno de la nación] mirando siempre para otro lado porque, el “enano” de la pancarta, los tenía cogidos por las gonadas y ahí sigue tan tranquilo. O como lo dijo otro incunable [o incombustible de la política española], el Señor Guerra [PSOE] quien se mueva no sale en la foto y entre todos se contribuyó al despropósito que hoy tenemos y donde varias generaciones tendrán que hacerse cargo de una descomunal deuda y una sociedad moralmente quebrada..

El libro, repetimos, está escrito en clave de humor por el profesor Javier Barraycoa [a pesar de todo le están lloviendo los gorrazos], lo que indica que ha dado en diana, que la verdad duele, y los cachorros de todos los que están mamando de la cosa pública, no paran de jalearlo porque, evidentemente, les levanta [a ellos] toda su estratagema y el estólido sistema que han instaurado para “trincar y/o colocarse” no durará toda una eternidad; o sea: pan para hoy y hambre para mañana o ¿Quo vadis Catalunya?

El problema es ordeñar y ordeñar, que la vaca parece que no se muere [juzguemos la cubana revolución castrista]. Como nadie dijo basta, nadie aplicó la LEY, los muchachotes siguen avanzando en su estolidez y en su segregación [nada mejor que ver, con humor Ocho apellidos vascos que también tuvo su réplica con los catalanes] han llegado hasta conseguir que la cosa pública sea de pena, las respuestas que te dan son de idiotas y, además, se te queda una cara de ídem.

Por ejemplo, el ayuntamiento en donde vivo, lanzó una campaña de entrega de carnets BUS GRATIS para los jubilados, se lanzó a bombo y platillo, se abrió el plazo, pero ibas a las oficinas y a pesar de haberlo divulgado por el panfleto que se hace aquí, nadie sabía nada. Bueno, volveré un mes mas tarde y encamino mis pasos hasta casa [la distancia dentro del perímetro urbano, caminando sin grandes pretensiones, la realizo de punta a punta en poco más de media hora, así que entre ida y vuelta ya tengo la caminata promedio que me indicó el galeno, por él lo conveniente sería convertirte en corredor de maratón, lo importante es engordar a la industria farmacéutica, cronificarte].

Pasado el mes vuelvo a detenerme en la OAC [Oficina de Atención al Ciudadano, cuánto hemos aprendido desde que semos europeos] y entonces comienza el calvario. Vengo a por esto, bien, usted está jubilado, sí. Rellene este material [dos instancias con letra minúscula y un enrevesado lenguaje post-fabriano como diría Barraycoa] ¿para qué tan oscuro lenguaje? Inmediatamente descubres que los jubilados tienen que tener 65 años, así que media vuelta, me quedo con la documentación y descubro una casilla para los ingresos máximos que se pueden tener como pensionista, si los sobrepasas, no hay Bus… Pero nada de eso se decía en el panfleto que se publica en el pueblo.

Y podríamos seguir, pero lo nuestro es la radio, así que dejamos la divertida sátira sobre la República Catalana Independiente que, a lo mejor, visto desde fuera, puede proporcionar unas cuantas horas de risa… Aunque personalmente, a veces, note como si el autor se perdiera. O sea, literariamente, no ganará el Nobel [por mucho doctor en filosofía que sea, le faltan tablas como “escribidor”], pero como retrospectiva de lo que pasa aquí [cada vez se parece más a la sociedad argentina donde humorizan el día a día con el dicho que cada boludo es un psiquiatra /psicólogo o psicoanalista] no está mal y podría haber apretado un poco más el tornillo, quizá porque entendemos que la realidad supera a la ficción.

Reír es un buen antídoto para no morirse de aburrimiento, así que puede gastarse los aproximadamente 20€ en esta obrita que debería ser de obligada lectura para todos los catalanes a ver si de una vez se quitan la barretina [de la estolidez] de encima. Que la disfruten y vayamos a la radio, apenas tres pasadas, pero radio a fin de cuentas [por cierto en la última ventada me quedé sin señal TDT durante varios días, hemos avanzando tanto desde que nos cambiaron la señal analógica por la que hacía milagros en cuanto a calidad pero ante una cagadita meteorológica nos quedamos incomunicados. Y, qué quieren que les diga sobre el panorama radial que tengo por la zona, para morirse, sólo falta que desaparezca totalmente la Onda Media y entonces la cuadratura del círculo: todos aislados].

“Debido a la lontananza del pueblecito natal respecto a la civilización, las grandes corporaciones se negaron a gastar dinero para llevar el cable a tal distancia o colocar repetidores. Ello obligó a que los niños no tuvieran por la noche más televisión que la chimenea y más radio que la voz de sus padres.” [24]

“Con los años, las legislaturas y los telediarios de Antena3 les ayudaron a “descubrir” que habían sido “demócratas de toda la vida” y tolerantes con todo el mundo, incluso con las izquierdas”. [174]

“-¡Pon la radio!

Esto sí que fue una verdadera sorpresa, en los cientos de veces que Messi había acompañado a José era la primera vez que oía esta petición. Normalmente era al revés: “Quita la radio”, pues a José le molestaba solemnemente.

Todas las emisoras estaban dando la misma noticia. El Gobierno de Pujol Puig había declarado la independencia, cientos de miles de musulmano-catalanes se dirigían a las fronteras; la comunidad internacional estudiaría la situación; China había enviado un submarino nuclear al puerto de Barcelona para garantizar la seguridad de los kong-joneses; el Partido Conservador en el Gobierno de España estaba descolocado, pues siempre creyó que lo del nacionalismo catalán era un órdago.

En la primera radio que sintonizaron se oyó una voz conocida: era Felipe Puig Godo. Estaba lanzando un discurso incendiario mientras que se oían golpes de mamporrazos en la mesa del estudio. José se lo estaba imaginando tal y como lo había conocido en el despacho. Con su oído finísimo pudo distinguir que los puñetazos los estaba dando con la mano izquierda y eran más flojillos que el que se había astillado la diestra.

En algunas emisoras de radio no paraban de sonar interminables sardanas, alternadas con frases patrióticas a modo de consignas.

-¡Cambia! –ordenó José.

En la siguiente se escuchaba música china de fondo y un interlocutor kong-jones al que no se entendía nada.

-¡Cambia!

La que seguía era modulada por unos cantos árabes y en un peculiar catalán se llamaba a luchar por la tierra catalana que Dios había concedido al Islam.

-¡Quita la radio! [216/217]

 

¡Qué lejos quedan aquellos tiempos cuando llegué a Barcelona y con ciertos toques, cuatro gatos hacíamos, lo que en toda la mañana un turno de cien personas! Nunca entendieron el sistema que empleábamos y, en muchos casos, nos regalaban una montaña de trabajo descuadrando remesas de varios miles de efectos: esa era su peculiar venganza contra los cuatro que “rascándonos las bolas” hacíamos más trabajo que un centenar. Entonces ya teníamos la figura del nacionalista de turno que catalanizaba los topónimos “por la cara” y, a veces, varios miles de piezas que había que volver a introducirlas en la informática del momento que trabajaba con fichas de cartulina de color amarillo que todavía aparecen en algunas máquinas de la IBM en películas norteamericanas…

Si nos tocaba que nos “habían” regalado ese material simplemente empleábamos un camino que habíamos descubierto que era el número de la población y de una tacada corregías varios miles de registros que el “soberanista” [por lo tanto que no nos vengan con tonterías de que esto es un fenómeno de estos momentos, sino que arranca desde bien lejos y en donde determinadas asociaciones, denominadas culturales programaron, aprovechando la permisividad, que actuando al filo de la legalidad fueron sembrando la correspondiente semilla] había codificado y escrito para el operario que se encargaba de la parte de grabado en las fichas citadas.

Lo cojonudo: solía venir el jefe a decirte que por qué habías tecleado CADIS o LLEÓ si sabes que no existen en el manual de poblaciones… Simplemente tecleo lo que me han codificado y punto. Si tienes problemas habla con el bruto del soberanista y déjame trabajar… O sea: la estolidez, o la estulticia, como gusten, no se instaló entre nosotros ayer. Como bien decía Pérez-Reverte vivimos en un país que merece irse al carajo ante tan descomunales errores al enviar nuestros representantes al Congreso…

El año 2015/2016 fue pródigo en descubrir la catadura de los que se dan “tortas” por arreglar el país y, de paso, ampliar los desmanes. Esta situación está dejando verdaderas joyas en cuanto a la catadura moral de muchos de los que se ofrecen a tirar del carro… para llevarlo a su cuadra, claro está. Nos espera un 2017 divertido o tremendamente malo, depende de cómo lo miremos…

¡Que disfruten de esta lectura y ría, que el humor o la risa, por ahora, es sin IVA!

 

 

¿Te gusta? pincha para compartir en tus redes sociales…

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *