LITERATURA PROSISTA - LA LITERATURA EN EL SIGLO XVII: La novela - 7ª parte

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Literatura prosista

LA LITERATURA EN EL SIGLO XVII

La novela - 7ª parte


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La novela picaresca

a novela picaresca, iniciada con el Lazarillo en 1554, tuvo su mayor desarrollo en el siglo XVII.

Cuatro fueron los momentos claves del desarrollo de la picaresca:

1554: publicación del Lazarillo. 1599: publicación del Guzmán de Alfarache, de Mateo Alemán. 1626: publicación del Buscón, de Quevedo; 1646: publicación de Estebanillo González, considerada la última novela picaresca.

Entre ellas se publicaron numerosas obras, algunas de considerable interés, pero que han quedado oscurecidas por la calidad e importancia de las tres primeras obras citadas.

En 1626 aparece la Historia de la vida del Buscón, llamado don Pablos, de Francisco de Quevedo. Parece ser que fue escrita unos cuantos años antes (entre 1603-1608), en plena juventud de Quevedo. El carácter moral y didáctico que Mateo Alemán había dado al género picaresco es rechazado por Quevedo, a quien interesa más la pura acción y la creación de una obra básicamente literaria, en la que da una brillante, cómica y grotesca caricatura de la realidad.

La novela es una deformación exagerada del mundo contemporáneo, pero en ella no aparece tan marcada la amargura característica de la obra de madurez de Quevedo (tanto en prosa como en verso; véase el capítulo anterior). Es característica de la obra la habilidad del autor para las descripciones hiperbólicas y para la presentación de personajes y ambientes, así como su riqueza léxica y los juegos conceptistas por medio del lenguaje.

Autores de obras picarescas de cierta importancia son también Alonso de Castillo Solórzano (que escribió cuatro novelas de este tipo) y Alonso Jerónimo de Salas Barbadillo (dos novelas).

En 1646 se publica la Vida y hechos de Estebanillo González, hombre de buen humor, contada por él mismo. Se trata de una autobiografía novelada al modo picaresco, en la que lo más sobresaliente es la adulación constante del autor a su "amo".

Repetidamente se ha señalado la degradación que el tipo del pícaro tiene en esta obra, su carencia absoluta de cualquier sentimiento moral: el protagonista-autor está atento sobre todo a servir de bufón, a provocar la risa, sin importarle lo que se vea obligado a hacer para conseguirlo.

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