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Historia y Arte
EL MUNDO ROMANO
Mentalidad y pensamiento - 2ª parte
El espíritu práctico romano (continuación)
l sentido práctico de la existencia fue también la causa de que en Roma apenas se desarrollara el gusto por la filosofía, guiada fundamentalmente por el sentido especulativo.
Buen ejemplo de esa mentalidad práctica es casi toda la arquitectura, más orientada hacia las grandes obras públicas que hacia la construcción de palacios, templos y tumbas. Incluso la escultura dio una buena muestra de ese espíritu cuando llegó a producir "cuerpos" en serie a los que se añadía la cabeza-retrato de quien encargaba la obra.
Ahora bien, donde mejor se pone de manifiesto esa tendencia hacia lo práctico es quizás en la creación del Derecho y en el enorme esfuerzo de romanización ejercido en todos los territorios que Roma llegó a conquistar.
La necesidad de regular las relaciones entre los habitantes de la gran urbe, entre éstos y el Estado y, con el tiempo, entre los distintos pueblos del Imperio, hizo que se desarrollara esa imponente obra jurídica que es el Derecho Romano, cuya principal misión no fue otra que la de dar soluciones prácticas a un poder político que se hacía cada vez más grande y más complejo.
Por lo que respecta a la denominada obra romanizadora, basta indicar que si la mentalidad de los romanos se extendió por gran parte del Imperio, fue porque de ese modo el mantenimiento del poder y de la situación de ventaja de la gran urbe que lo controlaba había de resultar mucho más sencillo y menos costoso (recuérdese que las provincias se catalogaban en función de si necesitaban o no mantener presencia militar; y desde luego las más romanizadas no necesitaban ejército que las controlara). En ese proceso de unificación, la imposición del latín y de la religión, la constante creación de ciudades que tomaron como modelo la propia Roma y la progresiva extensión del Derecho Romano fueron herramientas fundamentales que demuestran cómo el sentido práctico de los romanos buscó introducirse en las raíces de otras culturas para imponer su dominio.
La religión
Aunque los romanos aceptaron y adoptaron dioses procedentes de diversos pueblos (griegos, etruscos, egipcios, mesopotámicos, etc.), hay muchos aspectos en su religión que la caracterizan de forma particular.
El pueblo romano fue notablemente supersticioso; por esa razón, desde época muy temprana se asignaron dioses a casi todas las cosas y actividades que tenían que ver con los hombres; eran los "numina". Esa tendencia suponía cierto panteísmo, según el cual existen en las cosas un espíritu maléfico y otro benéfico que conviene tener satisfechos para que todo funcione bien, desde el aprendizaje de un niño para sostenerse en pie, hasta la dirección del viento que ha de favorecer una batalla.
Estas creencias, unidas a la tendencia a lo práctico de este pueblo, hicieron que la religión se cargara de complejos rituales orientados a satisfacer a los espíritus benefactores de los númenes y de los dioses en general. De ese modo, el sacrificio ritual ofrecido al dios tenía como misión conseguir el favor de éste. La superstición hizo que las ceremonias de sacrificios estuvieran sujetas a un riguroso formalismo en donde nada podía quedar sujeto al azar. La complejidad del ceremonial corrió a cargo de los sacerdotes que se ocupaban, además, de redactar las listas de númenes indicados para cada circunstancia (el poeta Varrón realizó un inventario y llegó a contabilizar 30.000 divinidades diferentes).