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Historia y Arte
LA EUROPA DEL RENACIMIENTO
Mentalidad y pensamiento - 1ª parte
Introducción
l cambio más importante del Renacimiento ha sido, sin
duda, la aparición de una nueva mentalidad. Durante los siglos XV y XVI, en
Europa, no parecía estar sucediendo nada especial.
Así, algunos monarcas mantenían guerras con sus vecinos, pero la guerra era una vieja costumbre de la etapa feudal; a finales del siglo XV, tres pequeños barcos descubrían, sin saberlo, un nuevo continente, pero la inmensa mayoría de la población tardó décadas en enterarse; en los primeros años del siglo XVI, algunos religiosos centroeuropeos se enfrentaban al papa en un intento reformador, pero ni las reformas eclesiásticas, ni las herejías eran cosa nueva; hacia mediados del siglo XV, los arquitectos dejaron de construir sus iglesias según los cánones del estilo gótico, pero ya antes se había abandonado el estilo románico y, al fin y al cabo, seguían construyendo iglesias; la mayor parte de la población trabajaba la tierra, otros eran artesanos o comerciantes, las ciudades seguían creciendo y en las universidades los sabios discutían, como siempre lo habían hecho.
Por tanto, todo parecía seguir un proceso iniciado mucho antes, pero la manera de ver y entender la realidad estaba cambiando; ni la economía, la filosofía, la religión, la ciencia o el arte se movían por los mismos principios. Todo sucedía sin cambio aparente, pero las razones que impulsaban todo eran nuevas. Individualmente, el cambio no era percibido, lo sería mucho después, en los siglos siguientes, y por nosotros ahora, tras el estudio y análisis de la historia de aquellos tiempos.
Lo individual venía a sustituir a lo colectivo; ya no giraba todo en torno a Dios, el nuevo centro de interés era el hombre; los ideales de bondad y santidad se habían sustituido por los de belleza y sabiduría. Se caminaba hacia el mundo moderno y éste exigía una nueva mentalidad. El cambio fundamental no fue una novedosa concepción filosófica, ni el redescubrimiento del arte clásico, el hombre del Renacimiento, sencillamente, miró el mundo y, sobre todo, se miró a sí mismo desde su propia existencia.
Durante la Edad Media, la Tierra había sido el centro del Universo, algo que se amparaba en la teoría geocentrista defendida por la Iglesia. El Renacimiento descubrió que el Universo podía ser infinito (y por lo tanto sin centro), pasando la Tierra a ser un planeta más entre los conocidos de la Galaxia. Copérnico y Galileo sospecharon y descubrieron las pruebas de que no éramos el centro del Universo (teoría heliocéntrica), y, de manera simbólica, se eligió al hombre como centro de esa infinitud, como el fin absoluto de la Naturaleza, doctrina ésta que dio lugar a la doctrina antropocentrista.
Copérnico
[Biografía], y Galileo
[Biografía], contribuyeron a sacar
a la Tierra del centro del Universo, y a elegir al hombre como fin
absoluto de la Naturaleza