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Historia y Arte
LAS CIVILIZACIONES ORIENTALES
Persia - 6ª parte
Manifestaciones artísticas (continuación)
Las Tumbas
unque el mazdeísmo no permitía el enterramiento de los cadáveres, algunos reyes aqueménidas tuvieron sus propias tumbas o, al menos, sus monumentos funerarios (para algunos historiadores es posible que los cuerpos reales nunca fueran depositados en estas construcciones).
En Pasagarda se conserva un pequeño y sencillo monumento que se conoce como la tumba de Ciro. Se trata de un recinto rectangular con cubierta pétrea a dos aguas e instalado sobre una base de seis escalones sin decoración de ningún tipo. En Nakshé Rusten están, talladas en la roca, las tumbas de Darío, Jerjes y Artajerjes.
Este tipo de enterramiento disponía de una pequeña sala sin decoración y de una fachada en forma de cruz griega que enmarcaba la entrada a dicha sala. En la fachada se disponían algunos relieves, entre los que destacaba el símbolo de Ahura Mazda (Ormuz).
Tumba de Ciro el Grande
Las artes figurativas
El relieve fue la manifestación artística de representación más utilizada por los persas. De la pintura, nada se ha conservado, y de la escultura exenta, tan sólo la animalística merece ser mencionada. El relieve, sin embargo, estuvo presente en la arquitectura como motivo decorativo constante.
Sin intención narrativa, los relieves persas son monótonos y repetitivos; con frecuencia, la misma figura se representa una y otra vez sin variación alguna, en los muros de los palacios. Este modelo de representación se realizó tanto en piedra (Persépolis) como en ladrillo vidriado (Susa, "Friso de los arqueros"). Entre los relieves, son frecuentes las representaciones de animales, pero carentes del naturalismo que tenían los relieves asirios, de donde parece que fueron tomados algunos modelos.
Las artes suntuarias
Son numerosos los objetos de lujo encontrados en las excavaciones. Aunque resulta difícil señalar el origen y la pertenencia de algunos de estos tesoros (parece ser que Alejandro Magno requisó y reunió muchos de los objetos preciosos de las cortes aqueménidas), es evidente que ponen de manifiesto el gusto de los persas por los adornos de metales preciosos. Collares, pectorales, pulseras, pendientes, colgantes, copas y platos de oro y plata, generalmente decorados con animales reales o fantásticos, son piezas frecuentes de estos tesoros.
La inclinación por este tipo de riquezas ha sido siempre una característica de los pueblos poco estables y dados a frecuentes cambios de residencia.