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República Checa - 2ª parte
Historia (continuación) Arte y literatura
urante el s. XV Jan Hus predicó la reforma religiosa en Bohemia y consolidó las normas gramaticales y ortográficas del checo gracias a su reforma lingüística. Después de la ejecución de Hus, condenado como hereje por la Iglesia católica, sus seguidores lucharon durante largos años por los derechos sociales y religiosos, causa por la cual estallaron diversas revueltas populares. La llegada de los Habsburgo al trono, en 1526, avivó las tensiones religiosas y políticas entre el poder central y las órdenes de Bohemia, lo que dio origen a la defenestración de Praga en 1618, punto de partida de la Guerra de los Treinta Años.
En 1627 los estados checos fueron derrotados por el emperador Fernando II, quien adoptó duras represalias contra el movimiento popular y puso fin a la independencia checa. Cuarenta años más tarde, Bohemia y Moravia pasaron a ser provincias de Austria, y los checos vieron cómo su cultura y su lengua eran relegadas a un papel secundario. Ello dio lugar a fines del s. XVIII y principios del XIX a la creación de varios partidos políticos de carácter nacionalista, que más adelante apoyaron la creación de la república checoslovaca. Tras setenta años de lucha, ésta pudo concretarse en 1918, inmediatamente después de la caída del Imperio austro-húngaro, gracias a la conjunción de checos y eslovacos. El 18 de octubre de ese año, el filósofo racionalista Tomas Masaryk y el líder Edvard Benes declararon conjuntamente la independencia en París y Washington. Diez días después, el recién creado Comité Nacional de Praga proclamó la República Checoslovaca; Masaryk, su primer presidente, llevó adelante una política de centro izquierda.El nuevo estado se mantuvo durante el período de entreguerras como un islote democrático y pluralista en Europa central, a pesar de que la población bohemia de los sudetes, de origen y lengua alemanes, se mostró hostil desde el primer momento a la república. Su actitud, sobre todo tras el crack económico de 1929, cuando se comenzó a hablar de secesión, provocó varias crisis de gobierno y acarreó por último la dimisión de Masaryk, en 1935. Benes accedió entonces al poder, pero también tuvo que dimitir debido a la inestabilidad política, hábilmente fomentada por las ambiciones hitlerianas. Antes de la Segunda Guerra Mundial, el país fue puesto por Hitler bajo protectorado alemán y tuvo que soportar los rigores de la ocupación nazi hasta 1945, fecha en que las tropas soviéticas liberaron Praga.
En las primeras elecciones libres celebradas tras la contienda, en mayo de 1946, la victoria correspondió al Partido Comunista. Sometido a la presión soviética, el primer ministro Clement Gottwald obligó a los demás partidos a disolverse y organizó la persecución de todos los grupos opositores. El régimen fue endureciendo paulatinamente su política durante los años cuarenta y cincuenta, mientras la sociedad civil veía desvanecerse sus anhelos de aperturismo democrático. Pero, ya a finales de los cincuenta, el fracaso de las medidas económicas de Antonín Novotny sumió al país en una fuerte crisis social que, finalmente, favoreció el ascenso del político de origen eslovaco Alexandr Dubcek. Guiado por un afán de renovación, el joven dirigente inició un proceso de reformas, conocido como la primavera de Praga, para humanizar o democratizar el sistema comunista. Pero la desviación de lo ortodoxia marxista inquietó a los dirigentes de la U.R.S.S., que en 1968 enviaron las tropas del Pacto de Varsovia para poner fin a la experiencia. Desde entonces, la dictadura neoestalinista de Gustav Husak se mantuvo como una de las más rígidas del bloque socialista, en un claro alineamiento con la U.R.S.S. A esta política prosoviética, incapaz de resolver los problemas económicos, se opuso durante años un sector de intelectuales disidentes, algunos de ellos perseguidos por el régimen. En enero de 1977 éstos se unieron para firmar la llamada Carta 77, documento en el que reclamaban un mayor respeto por los derechos humanos y señalaban sus desacuerdos con el sistema.El movimiento fue ampliándose con la adhesión de artistas e intelectuales polacos, lo que motivó una respuesta implacable por parte de las autoridades comunistas. Varios líderes, entre los cuales el dramaturgo Václav Havel, fueron detenidos y sometidos a proceso, pero el estado de descontento y las ansias de cambio siguieron latentes. En consonancia con los cambios ocurridos en la Europa del Este, en noviembre de 1989 comenzó una oleada de manifestaciones que no se detuvo hasta la caída del gobierno. El proceso, conocido como la Revolución de Terciopelo por su carácter pacífico, supuso la institución de una República Federativa Checa y Eslovaca, que se propuso renovar los ideales de la primera República, y la elección del disidente Havel como presidente de la misma.
Las elecciones legislativas del 8 y 9 de junio de 1990 dieron el triunfo al Fórum Cívico, una formación heterogénea encabezada por Havel en aras de devolver el país al mundo libre. Pasados los primeros momentos de euforia de la Revolución de Terciopelo, la difícil coexistencia de checos y eslovacos fue el tema de controversia predominante en la vida pública, así como la elaboración de una nueva constitución y la aplicación de las reformas económicas orientadas hacia la economía de mercado, la restauración de la propiedad privada, la privatización de gran parte de la industria, la reforma fiscal y la liberalización de precios.El Fórum Cívico no resistió las dificultades económicas e institucionales con que tuvo que enfrentarse el gobierno, y estalló en febrero de 1991 dando nacimiento al Partido Cívico Democrático (ODS), presidido por el ministro de Finanzas Václav Klaus. Este ferviente neoliberal acabó por imponerse como el auténtico líder de las nuevas tendencias checas nacidas del cambio de sistema. El apoyo que le otorgaron los checos en las elecciones de junio de 1992 fue un voto por una reforma económica radical, destinada a transformar el país e integrarlo en la Comunidad Europea. En cambio, los eslovacos se inclinaron por el Movimiento para una Eslovaquia Democrática (HZDS), encabezado por el populista Vladimir Meciar, un ardiente nacionalista y defensor de una reforma escalonada, con menor costo social. La divergencia entre ambos proyectos agudizó las tensiones separatistas y llevó a pactar la división de las dos repúblicas de forma pacífica, para evitar una repetición de la crisis yugoslava. Havel mostró su desacuerdo con la desmembración del estado y poco después de que los eslovacos aprobaran una declaración de soberanía, en julio de 1992, presentó su renuncia.
Desde la partición de Checoslovaquia, consumada el 1 de enero de 1993, la República Checa ha sufrido un grave golpe al perder su principal mercado, y ambas capitales, Praga y Bratislava, se hallan enzarzadas en una dura pelea por el reparto de los bienes del desaparecido estado checoslovaco. Praga esgrime las deudas de Bratislava con el antiguo Banco Central y pretende recuperar las acciones de las empresas de su territorio que, en la primera fase de la privatización, fueron compradas por eslovacos. Pese a la crisis, se considera que la República Checa está mejor preparada que la vecina Eslovaquia para la independencia. En enero de 1993 Havel fue elegido por el parlamento primer presidente de la nueva República Checa.El 1 de julio de 1994, entraron en vigor unas disposiciones legales que convirtieron automáticamente en extranjeros a miles de miembros de la etnia gitana establecidos en la República Checa. La ley exigió la demostración documentada de haber nacido en territorio de la actual Chequia, o de haber permanecido en ella por lo menos durante los dos últimos años. La comunidad gitana, estimada en unos 250 000 miembros, continuó de esta manera sin posibilidad de integración a la sociedad checa. En otoño estallaron diversos casos de corrupción: el ministro de defensa, Antonin Baudys, fue cesado por el presidente Havel en septiembre del mismo año, y un mes después el director del programa de privatizaciones fue arrestado por el cobro de comisiones ilegales durante su actuación. En las elecciones locales de noviembre de 1994, el partido gobernante ODS obtuvo la victoria en la mayoría de las áreas urbanas.
La literatura checa, cuyos orígenes se remontan al s. XIII, presenta destacadas figuras que emplean el checo como medio de expresión literaria. En el siglo pasado, Karel Mácha, Jan Neruda y Viteslav Halek consolidaron el prestigio de la poesía. La obra más popular de la narrativa en lengua vernácula, Las aventuras de soldado Svejk, de Jaroslav Hasek, apareció en los años veinte. Posteriormente, en la generación de entreguerras destacaron poetas como Josef Hora, Viteszlav Nezval y Jaroslav Seifert. Superada la fase de realismo socialista, las novelas de Milan Kundera, los relatos breves de Bohumil Hrabal y la producción dramática de Ivan Klíma y Václav Havel obtuvieron el reconocimiento mundial.En 1984, la concesión del premio Nobel a Jaroslav Seifert mostró un renacido interés por la tradición poética checa. También la música, de marcado carácter nacionalista, ha contado con importantes figuras de la talla de Bedrich Smetana y Antonín Dvorak. Por su parte, el cine checo ha ocupado un lugar de primer orden en la producción europea, gracias a la famosa escuela de cine de Praga, en la que se formaron directores vanguardista como Jiri Menzel y Vera Chytilova, además de los renombrados Janos Kadar y Milos Forman.