GEOGRAFÍA - PAÍSES: Paraguay - 3ª parte
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Geografía

PAÍSES

Paraguay - 3ª parte


Historia (continuación)   Arte y literatura

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Historia (continuación)

letra capitular Entre los miembros de la nueva junta de gobierno pronto destacó el abogado José Gaspar Rodríguez de Francia, quien concentró en sus manos todos los poderes y, en 1814, fue nombrado dictador supremo de la república, cargo que ostentó hasta su muerte en 1840. Llevado por una insobornable voluntad de independencia, tanto de la antigua metrópoli como de los anhelos expansionistas de Brasil y Buenos Aires, Rodríguez de Francia cerró las fronteras del Paraguay y aisló al país del mundo exterior durante casi 30 años; instituyó un régimen de terror policiaco, sin disidencias políticas ni contiendas civiles.

A la muerte de el Supremo nació la dinastía de los López: el dictador Carlos Antonio López (1844-1862), que abrió las fronteras y onstruyó los primeros ferrocarriles, y su hijo Francisco Solano López (1862-1870), el Napoleón del Plata, que se erigió en símbolo de la independencia frente a los intereses manejados por Gran Bretaña y fue el caudillo de las tropas paraguayas en la dramática guerra de la Triple Alianza, frente a las tropas coaligadas de Argentina, Brasil y Uruguay. Tras la trágica batalla de Cerro Corá, en la que murió Solano y con él los restos del ejército del Paraguay, el país quedó sumido en la desolación y el hambre, después de perder las tres cuartas partes de su población en la guerra (de 770 000 habitantes que había en 1866, quedaron sólo 230 000 en 1870).

Después de que las tropas brasileñas de ocupación abandonasen el territorio, Paraguay comenzó una lenta reconstrucción, al tiempo que se formaban dos grandes partidos políticos, el Colorado y el Liberal. Durante medio siglo la población se triplicó mientras la economía se restablecía mediante el incremento de las exportaciones de tanino, maderas preciosas, yerba mate, naranjas y tabaco. Pero esta fase de prosperidad se cortó bruscamente en junio de 1932, con la guerra del Chaco, motivada por las aspiraciones de Bolivia, alentadas a su vez por los intereses petrolíferos de Estados Unidos, que intentaba buscar una salida al Atlántico a través del Chaco Boreal paraguayo.

Durante los tres años que duró la contienda, se enfrentaron por el árido territorio dos ejércitos compuestos en su gran mayoría por indígenas ajenos a los verdaderos móviles del conflicto. La victoria militar correspondió al Paraguay, que vio ampliada su superficie por el tratado de paz de 1938 en 168 000 km2, las tres cuartas partes del Chaco. La situación creada por el descontento popular ante el gran número de víctimas (más de 100 000 muertos), unido a los problemas derivados de la desmovilización y la destrucción de las estructuras económicas, llevó al poder en 1936 a un grupo de oficiales que emprendió la llamada revolución febrerista, traducida en un intento de suprimir los latifundios mediante la reforma agraria y en una serie de nacionalizaciones de los recursos económicos.

En 1939 llegó a la presidencia el héroe de la guerra del Chaco, el general José Félix Estigarribia, quien resultó muerto en un accidente de aeroplano y fue sucedido por el general colorado Higinio Morínigo, cuyo régimen conservador se extendió hasta 1948, fecha en que fue destituido por su propio partido. Después de una etapa de cambios e inestabilidad, otro general colorado, Alfredo Stroessner usó de su cargo como jefe de las fuerzas armadas para ocupar el sillón presidencial en mayo de 1954. Reelegido sucesivamente presidente en siete ocasiones, Stroessner instauró un régimen autoritario, basado en la imposición de silencio a los opositores y en una infatigable represión.

A pesar de que a partir de 1950 el país conoció un considerable despegue económico gracias a las exportaciones a Argentina, el nivel de vida de los paraguayos no experimentó ninguna mejora, obligando a los trabajadores a una forzosa emigración hacia los países limítrofes. Durante largas décadas, aunque en el ámbito latinoamericano Stroessner se inclinó abiertamente hacia la órbita brasileña, el país vivió en un relativo aislamiento, sin reformar su arcaica estructura productiva ni hacer frente a los problemas de la falta de escolarización o la extensión de enfermedades endémicas, pero apoyado en el considerable poder de los militares y del Partido Colorado. De las mismas filas coloradas surgió el encargado de poner fin al corrupto régimen stroessnerista, el general Andrés Rodríguez, que el 3 de febrero de 1989 protagonizó un golpe de estado con la promesa de devolver la democracia al país. La aceptación del pluralismo político supuso la celebración de elecciones a una Asamblea constituyente hacia finales de 1991. En junio del año siguiente esta asamblea entregó la nueva Constitución, que recortó de forma expresa la posible permanencia del presidente en el poder. El mandatario en ejercicio, Andrés Rodríguez, pese a no estar de acuerdo con dicha disposición terminó por aceptar la Carta Magna, y en mayo de 1993 se celebraron elecciones presidenciales. Los electores escogieron un presidente civil, Juan Carlos Wasmosy, del Partido Colorado, quien aseguró de esta forma el mantenimiento en el poder de la organización que gobierna el país desde 1948, en alianza con las Fuerzas Armadas.

En mayo de 1994, la Central Unitaria de trabajadores (CUT) y la Confederación Nacional de Trabajadores (CNT), declararon una huelga general reclamando un compromiso del gobierno contra la corrupción, frenar la política de privatización, un incremento salarial sustancial y la suspensión de la integración del país en Mercosur (la zona de libre comercio del cono sur de América Latina).

Arte y literatura

Como fusión de la cultura española y guaraní, la vida cultural del Paraguay está marcada por el bilingüismo, si bien sus principales literatos utilizan el castellano como medio de expresión para plasmar la turbulenta historia del país. Atenazada la vida artística por las dictaduras y las guerras, sólo en el s. XX aparecen algunos grupos de poetas y novelistas, que sin embargo no logran vencer las reticencias de sus compatriotas.

En 1952 se publica en Buenos Aires la primera gran novela paraguaya, La babosa, crónica naturalista de un pueblo del interior firmada por Gabriel Casaccia. Más considerable resulta la producción de Augusto Roa Bastos, que ha vivido largos años exiliado en Argentina y en España y cuyas novelas Hijo de hombre (1960) y Yo, el Supremo (1974) constituyen sólidos documentos, ricos en matices y claroscuros, sobre el pasado y el presente del Paraguay.

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