GEOGRAFÍA - PAÍSES: Brasil - 3ª parte

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Brasil - 3ª parte


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Historia

a historia de Brasil es la historia de su colonización, poblamiento y expansión a partir de unos pocos puntos costeros, y está marcada por dos hechos fundamentales que aún hoy definen al país: la progresiva e imparable conquista y anexión de la mayor parte del continente sudamericano, y el peculiar nacimiento, crecimiento y evolución de una sociedad marcadamente plurirracial.

Sin un componente indígena importante ni organizado, puede decirse que la historia de Brasil empieza cuando en abril del año 1500 el navegante portugués Alvares de Cabral llegó de forma involuntaria al noreste brasileño, al sur de Salvador de Bahía. Según el tratado de Tordesillas, firmado por España y Portugal en 1494, el territorio descubierto formaba parte de la zona de expansión reconocida a Portugal, por lo que siguieron sucesivas olas colonizadoras portuguesas. La poca resistencia ofrecida por los escasos indígenas permitió a los colonos una expansión agrícola en las llanuras costeras de la zona noreste, que adquirió más importancia a partir de 1532 con la introducción de la caña de azúcar.

El país, lugar ideal para los cultivos tropicales, tenía también una característica muy destacada: su proximidad tanto a los mercados europeos como a la mano de obra esclava procedente de África. El próspero NE vio crecer su población, mientras que en el S sólo había algunas fortificaciones y asentamientos aislados. Con tales bases productivas (esclavitud y exportación), nació y avanzó Brasil durante los tres siglos de colonización portuguesa (1500-1822). Políticamente, las colonias de las Indias Occidentales portuguesas (Brasil), se regían por varias capitanías que se confiaron a donatarios, una especie de gobernadores que, a modo de representantes de la corona, repartían las tierras entre los colonos y las administraban. El territorio, que crecía y se expandía, se manifestó muy productivo, y el rey Juan III, queriendo impedir que el creciente poder de los donatarios llegase a disgregar los dominios americanos de Portugal en multitud de pequeños feudos independientes, creó en 1548 el Gobierno General de Brasil, con sede en Salvador de Bahía. Además, traspasó a este nuevo órgano los poderes que tenían los donatarios. Brasil pasó a ser administrado por un gobierno local que controlaba y cohesionaba todos sus focos de poblamiento y colonización, y que organizó y dividió de nuevo el territorio, además de crear ciudades, muelles y fuertes. Con este tipo de gobierno se pudieron combatir eficazmente varios intentos de invasión o establecimiento de otras potencias europeas.

Durante el siglo XVII Brasil inició, potenciado por su gobierno, otra expansión territorial y demográfica: nuevas plantaciones, mayores y más al interior, surgieron en los terrenos selváticos, y la necesidad de trabajadores promovió el tráfico y la compra de esclavos procedentes de Angola y Guinea. Este comercio humano llegó a ser masivo debido a un pacto sellado entre Portugal e Inglaterra a mediados del siglo XVIII, realizado como prolongación de un anterior tratado de libre comercio, firmado en 1703, que permitía a los británicos comerciar directamente con Brasil. Durante este mismo período de expansión (siglos XVII y XVIII), tanto colonos y buscadores de oro, como jesuitas y algunas expediciones gubernamentales fueron afianzando el descubrimiento y posesión del interior del país, consolidando sus grandes dimensiones: Manaus (1669), Minas Gerais (1696), Mato Grosso (1718) y Goias (1725).

El oro encontrado en Minas Gerais llevó a Brasil a ser el primer productor mundial, con la consiguiente llegada de miles de buscadores a la zona. Río de Janeiro se constituyó como un gran centro comercial y de importaciones y exportaciones, creciendo y enriqueciéndose enormemente. Por contra, las primeras crisis del azúcar, debidas a la aparición de serios competidores y a la saturación de los mercados europeos, acrecentó el desplazamiento de población del N hacia el S, donde la economía se encontraba más diversificada, con minas, ganadería y los nuevos productos agrícolas introducidos para satisfacer la demanda británica, que se adaptaron mejor en el templado S. Un ejemplo de este importante cambio de polo de crecimiento económico fue el traslado de la capital de Salvador de Bahía a Río de Janeiro en el año 1763. Por entonces, ya era un país grande y rico. Multitud de sectores agrícolas de plantación (café, algodón, arroz, tabaco, azúcar) obtenían importantes rendimientos, así como la ganadería y la minería.

La sociedad y el modo de vida brasileños, basados en el sistema esclavista, con exportación de recursos primarios e importación de los utensilios y manufacturas que consumían las clases terratenientes, eran uno de los más prósperos de América. La ciudades crecieron, y entre las clases burguesas autóctonas empezó a nacer un cierto nacionalismo que acabó consolidándose cuando, durante la ocupación napoleónica de Portugal, la corte y el gobierno de Lisboa se trasladaron a Río de Janeiro (1808), creándose una curiosa situación histórica que permitió dirigir todo el Imperio portugués desde Brasil. En tales condiciones Río de Janeiro creció en importancia internacional, comercial y política, a la vez que disfrutó de un significativo desarrollo artístico y cultural.

Tanto el rey Juan VI como sus asesores (instalados todos en Río), promovieron, ya desde la época de su regencia, una política pro-brasileña en respuesta a las demandas de las clases altas de la ciudad. Se cambiaron leyes aduaneras y de comercio del imperio en favor de Brasil y sus productos, pero en 1821 Juan VI es reclamado en Portugal. El fin de la ocupación napoleónica y posterior revolución requiere de su presencia en Lisboa, y deja en Brasil a su hijo Pedro como regente y representante de los intereses de la corona. Pero la sociedad brasileña se opuso a ser convertida de nuevo en colonia y perder su situación privilegiada dentro del Imperio. La oportunidad del momento permitió a Pedro coronarse como Pedro I, emperador de Brasil, proclamando la independencia del país en 1822. A la muerte de su padre, Pedro I decidió volver a Lisboa como rey de Portugal, pero un motín en 1831 le obligó a abdicar en favor de su hijo Pedro II que, debido a su minoría de edad, no ostentó el poder hasta 1840.

Durante el reinado de Pedro II llegó la estabilidad: se promovieron obras de ferrocarril, carreteras y la inmigración europea, y se abolió la esclavitud en 1888. Pero las caducas estructuras de un imperio, con sus clases y privilegios sociales, tuvieron que dejar paso a la ideas que postulaban por un nuevo Brasil donde se creía en los beneficios que tendría una república de corte liberal y federal al estilo de los Estados Unidos. Así, mediante un golpe de estado, la república se instaura en 1891, siendo desde entonces su forma de gobierno.

Con el siglo XX llegaron tiempos de gran prosperidad, y Brasil acogería a miles de inmigrantes europeos. En esos años quedó establecido el predominio del café como primer producto del país, representando el 62 % de las exportaciones. A finales del siglo XIX este cultivo había desarrollado el comercio, la economía y las finanzas de la ciudad de São Paulo, centro de la producción cafetera brasileña. En 1914 el estado de São Paulo llegó a producir el 85 % del total mundial. El cambio de siglo afianzó también el definitivo mapa de Brasil, proyectándolo ya como una rica y enorme potencia continental. Pero la recesión y la crisis llegaron rápida e inesperadamente con los desajustes económicos mundiales de 1929, y en las elecciones de 1930 el país se vio amenazado por la disgregación o la dictadura. Getulio Vargas, candidato apoyado por los estados del S, llegó al poder y tomó el control del estado, suprimiendo la constitución y, paulatinamente, reprimiendo a los poderes locales, sindicatos y movimientos opositores hasta la disolución del parlamento (1937).

En 1945, Vargas fue depuesto por un golpe militar. Su trayectoria, aunque de carácter dictatorial, dejó en herencia un sistema de seguridad social avanzado y universalizado, importantes nacionalizaciones y expropiaciones, y obras públicas e industrialización. La Junta Militar, instaurada en 1946, propugnó su carácter de restauradora de la democracia e introdujo una nueva constitución al tiempo que reprimía al partido comunista. En 1950 la junta terminaba su tutelaje y convocaba unas elecciones que dieron una amplia victoria al depuesto Vargas, quien optó por una vía política propia, brasileña, lejos de la influencia de los bloques. Pero, acusado de corrupción y asesinato, y muy presionado por el ejército para que abandonara su cargo, Vargas se suicidó en 1954. Una profunda desorientación se apoderó del país y varios presidentes se sucedieron en breve espacio de tiempo.

En 1956 Juscelino Kubitschek es elegido presidente. Sus ideas desarrollistas estaban en la línea de muchos de los proyectos ya diseñados por el gabinete de Vargas, como construcciones de presas y carreteras, la industrialización y la aspiración de construir una nueva capital, Brasilia, ciudad inaugurada por Kubitschek en 1960. A finales de ese mismo año Julio Quadros ganaba las elecciones, pero al poco tiempo era sustituido en su cargo por el vicepresidente Joao Goulart. Un referéndum constitucional aprobaba en 1963 modificar la Constitución que impusieron los militares en su breve mandato (de 1946 a 1950), pero al poco tiempo (1964) un golpe de estado daba nuevamente el poder a los militares durante 21 años.

La represión, el sometimiento político y la venta del país a intereses extranjeros, fueron la pauta de unos años que dejaron a Brasil sumido en la miseria, llegando en 1983 a tener la mayor deuda exterior del mundo y una situación económica tan extremadamente débil que obligó a devaluar el cruzeiro en más de 90 ocasiones entre 1982 y 1983. La imparable crisis y el malestar social alejaron a los militares del poder, restableciéndose en 1985 el voto directo. Un gobierno democrático intentó emprender la reforma y el saneamiento económico, pero el presidente electo, Tancredo Neves, murió al poco tiempo, siendo sustituido por el vicepresidente José Sarney. Su plan antiinflaccionario sustituyó el cruzeiro por el cruzado en 1986, y al cruzado por el nuevo cruzado en 1987, pero sin conseguir poner freno a la escalada inflaccionaria.

Una nueva y reformada Constitución entró en vigor en 1988, pero no consiguió acallarse el descontento popular hasta que, en 1990, resultó elegido presidente el populista Fernando Collor de Melo. Su idea era establecer una política económica de choque para parar la recesión y la inflación. Pero las acusaciones de corrupción hacia el nuevo presidente llevaron al parlamento a decidir su suspensión temporal, en setiembre de 1992. Itamar Franco ocupó interinamente la presidencia de la jefatura del estado. A finales de diciembre Collor dimitió, en un intento de evitar ser condenado por corrupción. A pesar de todo el senado votó su inhabilitación política. En el referéndum de abril de 1993 los brasileños votaron mayoritariamente a favor de un régimen republicano presidencialista. En octubre de 1994 fue elegido presidente el candidato socialdemócrata Fernando Henrique Cardoso.

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