Tres facultades hay en el hombre: la razón que
esclarece y domina; el coraje o ánimo que actúa, y
los sentidos que obedecen.
La libertad está en ser dueños de la propia
vida.
Aprendiendo a morir se aprende a vivir mejor.
Todo lo que se llama estudiar y aprender no es
otra cosa que recordar.
Los espíritus vulgares no tienen destino.
Es necesario diferenciar las cosas: lo que
siempre existe sin haber nacido, y lo que siempre
está comenzando sin jamás llegar a ser.
Si bien buscas, encontrarás.
La mejor tumba es la más sencilla.
Los muertos son los únicos que ven el final de
la guerra.
Si el semblante de la virtud pudiera verse,
enamoraría a todos.
La civilización es la victoria de la persuasión
sobre la fuerza.
Así como los ojos están formados para la
astronomía, los oídos lo están para percibir los
movimientos de la armonía.
Frío e insípido es el consuelo cuando no va
envuelto en algún remedio.
De virtud hay una especie, de maldad, muchas.
No es en los hombres, sino en las cosas mismas,
donde es preciso buscar la verdad.
El tiempo es una imagen móvil de la eternidad.
El tiempo es la imagen de la eternidad en
movimiento.
En torno de la esencia está la morada de la
ciencia.
En todas las cosas, naturales y humanas, el
origen es lo más excelso.
La belleza es el esplendor de la verdad.
El hombre embrutecido por la superstición es el
más vil de los hombres.
A vosotros (políticos) os hemos formado en
interés del Estado tanto como en el propio vuestro,
para que seáis en nuestra República nuestros jefes y
vuestros reyes.