Imponer condiciones excesivamente duras es
dispensar de su cumplimiento.
La masa busca al líder, no porque lo estime sino
por interés; y el líder acepta a la masa por vanidad
o por necesidad.
El que sólo practica la virtud para conquistar
una gran reputación está muy cerca de caer en el
vicio.
¿Queréis contar a vuestros amigos? Caed en el
infortunio.
Es injusto que una generación sea comprometida
por la precedente. Hay que encontrar un modo de
preservar a las venideras de la avaricia o
inhabilidad de las presentes.
En la guerra como en el amor, para acabar es
necesario verse de cerca.
Un hombre de estado debe tener el corazón en la
cabeza.
Hace falta más valor para sufrir que para morir.
Las mujeres no son otra cosa que máquinas de
producir hijos.
Una cabeza sin memoria es como una fortaleza sin
guarnición.
El amor es una tontería hecha por dos.
Con audacia se puede intentar todo, mas no
conseguirlo todo.
El porvenir de un hijo es siempre obra de su
madre.
La ambición jamás se detiene, ni siquiera en la
cima de la grandeza.
Abandonarse al dolor sin resistir, suicidarse
para sustraerse de él, es abandonar el campo de
batalla sin haber luchado.
El más peligroso de nuestros consejeros es el
amor propio.
Para triunfar es necesario, más que nada, tener
sentido común.
Hay ladrones a los que no se castiga, pero que
roban lo más preciado: el tiempo.
Cuando no se teme a la muerte, se la hace
penetrar en las filas enemigas.
La guerra es un juego serio en el que uno
compromete su reputación, sus tropas y su patria.
Bien analizada, la libertad política es una
fábula imaginada por los Gobiernos para adormecer a
sus gobernados.
Interpretar la ley es corromperla, los abogados
las matan.
La independencia, igual que el honor, es una
isla rocosa sin playas.
La opinión pública es un poder al que nada
resiste.