Siempre que enseñes, enseña a la vez a dudar de
lo que enseñes.
Yo soy yo y mi circunstancia.
De querer ser a creer que se es ya, va la
distancia de lo trágico o lo cómico.
Algunas personas enfocan su vida de modo que
viven con entremeses y guarniciones. El plato
principal nunca lo conocen.
La técnica es el esfuerzo para ahorrar esfuerzo.
La vida nos ha sido dada, pero no nos ha sido
dada hecha.
Quien en nombre de la libertad renuncia a ser el
que tiene que ser, ya se ha matado en vida: es un
suicida en pie. Su existencia consistirá en una
perpetua fuga de la única realidad que podía ser.
Los hombres más capaces de pensar sobre el amor
son los que menos lo han vivido; y los que lo han
vivido suelen ser incapaces de meditar sobre él.
En la morfología del ser femenino, acaso no haya
figuras más extrañas que las de Judit y Salomé, las
dos mujeres que van con dos cabezas cada una: la
suya y la cortada.
Que no sabemos lo que nos pasa: eso es lo que
nos pasa.
Es importante acentuar el papel que juegan sobre
el amor la fisonomía y los gestos tales como un
beso. Revelan el auténtico ser de la persona que
amamos.
La civilización no dura porque a los hombres
sólo les interesan los resultados de la misma: los
anestésicos, los automóviles, la radio. Pero nada de
lo que da la civilización es el fruto natural de un
árbol endémico. Todo es resultado de un esfuerzo.
Sólo se aguanta una civilización si muchos aportan
su colaboración al esfuerzo. Si todos prefieren
gozar el fruto, la civilización se hunde.
En tanto que haya alguien que crea en una idea,
la idea vive.
El pensamiento es la única cosa del Universo de
la que no se puede negar su existencia: negar es
pensar.
La vida humana eterna sería insoportable. Cobra
valor precisamente porque su brevedad la aprieta,
densifica y hace compacta.
Los hombres no viven juntos porque sí, sino para
acometer juntos grandes empresas.
La máxima especialización equivale a la máxima
incultura.
Cada cosa que existe es una virgen que ha de ser
amada para hacerse fecunda.
Cuidado de la democracia. Como norma política
parece cosa buena. Pero de la democracia del
pensamiento y del gesto, la democracia del corazón y
la costumbre es el más peligroso morbo que puede
padecer una sociedad.
El amor, más que un poder elemental, parece un
género literario. Porque el amor, más que un
instinto, es una creación, y aun como creación nada
primitiva en el hombre.