Hay mucha diferencia entre viajar para ver
países y para ver pueblos.
Donde quiera que veáis la moderación sin
tristeza, la concordia sin esclavitud, la abundancia
sin profusión, decid confiadamente; es un ser
venturoso el que aquí manda.
Al salir de ciertas bocas, la misma verdad tiene
mal olor.
La naturaleza ha hecho al hombre feliz y bueno,
pero la sociedad lo deprava y lo hace miserable.
El más fuerte no es siempre bastante fuerte para
ser amo.
No seréis nunca frailes si primero no sois
monaguillos.
El hombre padece pocos males, si se exceptúan
los que él mismo se atrae por el abuso de sus
facultades.
Las ciudades son el abismo de la especie humana.
Mi mayor desgracia ha sido siempre no ser capaz
de resistirme a los halagos.
Detesto más las malas máximas que las malas
acciones.
El vicio rara vez se insinuó oponiéndose a la
honradez; casi siempre toma el disfraz de ésta.
El acento es el alma del discurso.
Las cartas de amor se escriben empezando sin
saber lo que se va a decir, y se terminan sin saber
lo que se ha dicho.
Todas las pasiones son buenas mientras uno es
dueño de ellas, y todas son malas cuando nos
esclavizan.
Una de las ventajas de las buenas acciones es la
de elevar el alma y disponerla a hacer otras
mejores.
La infancia tiene sus propias maneras de ver,
pensar y sentir; nada hay más insensato que
pretender sustituirlas por las nuestras.
La juventud es el momento de estudiar la
sabiduría; la vejez, el de practicarla.
Pueblos libres, recordad esta máxima: Podemos
adquirir la libertad, pero nunca se recupera una vez
que se pierde.
El hombre ha nacido libre y por doquiera se
encuentra sujeto con cadenas.
Si la razón hace al hombre, el sentimiento lo
conduce.