Los celos nacen del amor, pero no mueren con
éste.
No se desprecia a todos los que tienen vicios,
pero sí a los que no tienen ninguna virtud.
Para mí, la belleza es la maravilla de las
maravillas. Sólo los superficiales no juzgan por las
apariencias. El verdadero misterio del mundo es lo
visible, no lo invisible.
Nunca otra cosa damos con tanta liberalidad como
nuestros consejos.
Nada impide tanto ser natural como el deseo de
parecerlo.
Establecemos reglas para los demás y excepciones
para nosotros.
Para tener éxito debemos hacer todo lo posible
por parecer exitosos.
La esperanza y el temor son inseparables y no
hay temor sin esperanza, ni esperanza sin temor.
La intención de no engañar nunca nos expone a
ser engañados muchas veces.
Es necesario tener tanta discreción para dar
consejos como docilidad para recibirlos.
Los espíritus mediocres suelen condenar todo
aquello que está fuera de su alcance.
Conocer las cosas que lo hacen a uno
desgraciado, ya es una especie de felicidad.
Si tuviésemos suficiente voluntad casi siempre
tendríamos medios suficientes.
El mejor medio de conservar los amigos es no
pedirles ni deberles nada.
La libre comunicación de los pensamientos y las
opiniones es uno de los derechos más preciados por
el hombre.
La esperanza, no obstante sus engaños, nos sirve
al menos para llevarnos al fin de la existencia por
un camino agradable.
Hay muchos remedios que curan el amor; pero
ninguno infalible.
Como pretendes que otro guarde tu secreto si tú
mismo, al confiárselo, no los has sabido guardar.
La verdadera prueba de que se ha nacido con
grandes cualidades estriba en haber nacido sin
envidia.
Nuestra envidia dura siempre más que la dicha de
aquellos que envidiamos.
Prometemos según nuestras esperanzas y cumplimos
según nuestros temores.
Se perdona mientras se ama.
La gratitud de muchos no es más que la secreta
esperanza de recibir beneficios nuevos y mayores.