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El período colonial, 1701-1821 (continuación)

dvirtiendo que los españoles entregarían México a la "sin Dios" francesa, el sacerdote Miguel Hidalgo y Costilla exhortó a sus seguidores a luchar y morir por la Virgen mexicana, Nuestra Señora de Guadalupe. Cuando Hidalgo salió de su pequeño pueblo, marchó con sus seguidores a Guanajuato, un importante centro minero colonial poblado por españoles y criollos. Allí los líderes ciudadanos se atrincheraron en un granero público. Hidalgo capturó el granero el 28 de septiembre, pero rápidamente perdió el control de su ejército rebelde, que terminó masacrando a la mayoría de la élite criolla y saqueando la ciudad.

Informes del caos de Guanajuato alimentaron el apoyo a los esfuerzos del virrey para aplastar la rebelión. Fuerzas realistas derrotaron a Hidalgo en el Puente de Calderón el 18 de enero de 1811, y lo capturaron junto con otros importantes líderes insurgentes el 19 de marzo. El 31 de julio Hidalgo fue ejecutado, poniéndose fin a la primera de las guerras civiles por tres cuartos de siglo.

La causa de Hidalgo fue tomada por su compañero José María Morelos y Pavón, otro sacerdote de la parroquia, con un pequeño pero disciplinado ejército rebelde que ganó el control de secciones importantes del sur de México. El congreso constituyente, que Morelos llamó a Chilpancingo en 1813, emitió en Apatzingán en 1814 las declaraciones formales de independencia y elaboró constituciones republicanas para las áreas bajo su control militar.

José María Morelos y Pavón tomó la causa de su compañero Miguel Hidalgo y Costilla, llamando a un congreso constituyente para elaborar la declaración de independencia y una constitución republicana

Casi al mismo tiempo, las tropas napoleónicas se retiraban de España, y en 1814 Fernando VII regresó del exilio involuntario. Uno de sus primeros actos fue anular la constitución liberal española de 1812. Las tropas españolas, que ya no eran necesarias para luchar contra los franceses, recibieron la orden de aplastar la revolución de Morelos. Capturado y apartado del sacerdocio, Morelos recibió un disparo como hereje revolucionario el 22 de diciembre de 1815. Aunque dispersas y disminuidas, las bandas guerrilleras mantuvieron viva la populista y republicana tradición nacionalista de Hidalgo y Morelos.

La independencia de México se produjo casi por accidente cuando constitucionalistas en España encabezaron una rebelión que, en 1820, obligó a Fernando VII a restablecer la Constitución liberal de 1812. Los conservadores en México, alarmaron que los liberales anticlericales amenazarían su religión, y los privilegios sociales y económicos.

Encontraron un portavoz y líder capaz en Agustín de Iturbide, de la primera generación criolla. Iturbide, que había servido como oficial monárquico leal contra Hidalgo y otros, se había dado el mando de las tropas reales con las que iba a apagar los remanentes del movimiento republicano, entonces dirigido por el futuro presidente Vicente Guerrero.

Aunque mostrase una aparente lucha contra Guerrero, sin embargo, Iturbide fue de hecho a negociar con él para unirse a un nuevo movimiento independentista. Esa negociación concluyó con el llamado "abrazo de Acatempan", el 10 de febrero de 1821, y que simbolizaría la reconciliación entre las fuerzas virreinales y las del insurgente Guerrero.

El abrazo de Acatempan, óleo de Román Sagredo (1870) (imagen Wikimedia Commons)

En el mismo año 1821 se emitió el llamado Plan de Iguala, un documento conservador declarando que México iba a ser independiente, que su religión sería el catolicismo romano, y que sus habitantes tenían que estar unidos, sin distinción entre México y Europa. Se estipulaba además que México se convertiría en una monarquía constitucional bajo Fernando VII, que él o algún príncipe español ocuparía el trono en la ciudad de México, y que una junta interina redactaría un reglamento para la elección de diputados a un congreso que escribiría una constitución para la monarquía.

Unidas bajo las armas de las Tres Garantías (independencia, unión, preservación del catolicismo romano), las tropas combinadas de Iturbide y Guerrero ganaron el control de la mayor parte de México en el momento en que Juan O'Donojú, nombrado capitán general español, llegó a la capital virreinal. Sin dinero, provisiones o tropas, O'Donojú se sintió obligado a firmar el Tratado de Córdoba el 24 de agosto de 1821. El tratado reconocía a México como un imperio constitucional, e independiente de España aunque monárquico, y ofrecía la corona de México a la familia Borbón. No obstante, declaraba que el nuevo congreso mexicano estaba legitimado para elegir a un emperador si no se podía encontrar ningún príncipe europeo adecuado. El Tratado nunca fue ratificado por las cortes españolas, y Agustín de Iturbe fue proclamado emperador de México por las Cortes Constituyentes.

En una de las ironías de la historia, un México conservador había ganado su independencia de una España temporalmente liberal.

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