Mitos y Leyendas - Mitología greco-latina: Dioses olímpicos: Dionisio/Baco - 2ª parte
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Mitos y Leyendas

MITOLOGÍA GRECO-LATINA

Dioses olímpicos: Dionisio/Baco - 2ª parte


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Naturaleza y hechos de Dionisio (continuación)

ionisio volvió a Europa pasando por Frigia, donde su abuela Rea le purificó de los muchos asesinatos que había cometido durante su locura y le inició en sus misterios. A continuación invadió Tracia, pero tan pronto como su gente desembarcó en la desembocadura del río Estrimón, el rey de los edonios, Licurgo, se le opuso salvajemente con un aguijón y capturó a todo el ejército, con excepción de Dionisio, quien se sumergió en el mar y se refugió en la gruta de Tetis. Rea, molesta por este descalabro, ayudó a los prisioneros a huir y enloqueció a Licurgo, quien mató a su propio hijo Driante con un hacha creyendo que cortaba una vid. Antes de que recobrara la razón comenzó a podar la nariz, las orejas y los dedos de las manos y los pies del cadáver, y toda la tierra de Tracia quedó estéril, horrorizada por su crimen. Cuando Dionisio, al volver del mar, anunció que esa esterilidad continuaría a menos que Licurgo fuese condenado a muerte, los edonios lo llevaron al monte Pangeo, donde unos caballos salvajes lo despedazaron.

Dionisio no encontró más oposición en Tracia y se dirigió a su muy amada Beoda, donde visitó Tebas e invitó a las mujeres a que tomaran parte en sus orgías en el monte Citerón. Como a Penteo, rey de Tebas, le desagradaba el aspecto disoluto de Dioniso, lo arrestó, juntamente con todas sus Ménades, pero enloqueció y en vez de encadenar a Dionisio encadenó a un toro. Las Ménades volvieron a escapar y se dirigieron furiosas a la montaña, donde despedazaron a los terneros. Penteo trató de contenerlas, pero inflamadas por el vino y el éxtasis religioso le arrancaron un miembro tras otro. Su madre Agave encabezó el tumulto y fue ella quien le arrancó la cabeza.


Dionisio representado en una hidria ateniense de figuras rojas - Museo del Arte de la Universidad de Harvard

En Orcómenos las tres hijas de Minia, llamadas Alcítoe, Leucipe y Arsipe, o Aristipe, o Arsínoe, se negaron a participar en las orgías, aunque les invitó personalmente Dionisio, que se les apareció en la forma de una muchacha. Luego cambió de forma y se transformó sucesivamente en un león, un toro, y una pantera, las enloqueció. Leucipe ofreció a su propio hijo Hípaso como sacrificio —había sido elegido echando suertes— y las tres hermanas, después de despedazarlo y devorarlo, recorrieron frenéticamente las montañas, hasta que por fin Hermes las transformó en aves, si bien algunos dicen que Dionisio las transformó en murciélagos.

En Orcómenos se expía anualmente el asesinato de Hípaso en una fiesta llamada Agrionia ("provocación al salvajismo") en la que las mujeres devotas simulan que buscan a Dionisio y luego, conviniendo en que debe estar ausente con las Musas, se sientan en círculo y proponen adivinanzas, hasta que el sacerdote de Dionisio sale corriendo de su templo con una espada y mata a la primera que alcanza.

Cuando toda Beocia hubo reconocido la divinidad de Dioniso, éste recorrió las islas del Egeo difundiendo la alegría y el terror dondequiera que iba. Al llegar a Icaria descubrió que su barco era innavegable y alquiló otro a ciertos marineros tirrenos que simulaban dirigirse a Naxos. Resultó que eran piratas y, sin darse cuenta de que llevaban a un dios, se dirigieron al Asia, con el propósito de venderlo allí como esclavo. Dionisio hizo que brotara de la cubierta una vid que envolvió al mástil, mientras la hiedra se enroscaba en los aparejos; también transformó los remos en serpientes y él mismo se transformó en león, y llenó el barco con animales fantásticos y sonidos de flautas, de modo que los piratas aterrorizados se arrojaron por la borda y se convirtieron en delfines.

Fue en Naxos donde Dionisio encontró a la bella Ariadna, a quien había abandonado Teseo, y se casó con ella inmediatamente. Ariadna tuvo con él a Enopión, Toante, Estáfilo, Latramis, Evantes y Taurópolo. Más tarde Dionisio puso su diadema nupcial entre las estrellas.

De Naxos fue a Argos y castigó a Perseo, quien al principio le resistió y mató a muchos de sus seguidores, enloqueciendo a las mujeres argivas, que comenzaron a devorar crudos a sus hijos. Perseo se apresuró a confesar su error y aplacó a Dionisio construyendo un templo en su honor.

Finalmente, después de establecer su culto en todo el mundo, Dionisio subió al Cielo y ahora se sienta a la derecha de Zeus como uno de los Doce Grandes. La modesta diosa Hestia, renunció a su asiento en la alta mesa en su favor, feliz de tener una excusa para eludir las reyertas por celos de su familia y sabiendo que siempre podía contar con una acogida tranquila en cualquier ciudad griega que le apeteciese visitar. Luego Dionisio descendió por Lerna al Tártaro, donde sobornó a Perséfone con el regalo de un mirto para que dejase en libertad a su madre difunta, Sémele, quien ascendió con él al templo de Ártemis en Trecén; pero, para que las otras ánimas no se sintiesen celosas y agraviadas, le cambió el nombre y la presentó a los otros olímpicos como Tione. Zeus puso un aposento a su disposición y Hera guardó un silencio airado, pero resignado

Fuentes: Robert Graves, Los Mitos Griegos; Isaac Asimov, Las palabras y los mitos; René Ménard, Mitología Greco-latina.

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