Acaba de llegarnos el palmarés español de la Exposición Internacional de Filatelia Amberes 2010 que nos da una serie de datos que invitan a la reflexión, aunque no nos hayamos entretenido en contrastarlos con los de hace una década, estamos convencidos que requieren una sosegada lectura.

O hay crisis o nuestros coleccionistas se han replegado a su entorno más inmediato. Es cierto que tenemos sólo el palmarés electrónico -a fin de cuentas es lo que interesa para evaluar la salud de la filatelia por determinados lares- y no el catálogo general que suele llegar semanas después de cerrarse la muestra a los hogares de los participantes que religiosamente pagan una cuota nada despreciable por mostrar sus colecciones o trabajos.

Del cuadro que encabeza este comentario podemos extraer algunas conclusiones; en total, de los laureados españoles que, salvo error, participaron en trece categorías [20 colecciones de los que 8 participantes lo hicieron en literatura] donde compitieron con otros 282 coleccionistas, apenas un 7% fueron los españoles premiados (frente al grupo de literatura que compitió con 69 trabajos de los que 8 fueron españoles, representaban más del 11%.

Si comparamos los datos vemos que nuestros autores, teniendo en cuenta el páramo de nuestra literatura filatélica, proporcionalmente, salen muy bien parados en el lance frente a sus colegas continentales puesto que si nos ceñimos al apartado de publicaciones en los que los autores compiten con sus trabajos a pecho descubierto frente a las publicaciones habituales: apenas nos quedan tres en la piel de toro, la decana MADRID FILATÉLICO que tiene más de un siglo de presencia en la literatura filatélica escrita en papel, que ha remozado su contenido y presentación, pero bajó su periodicidad; el ECO FILATÉLICO que mensualmente sale en Pamplona, sobrevive gracias a la animosa entrega de coleccionistas que nutren sus páginas y RF -Revista de Filatelia que realizan los editores de uno de los catálogos españoles –la otra editora de catálogos es FILABO-, nada menos que el 20% de las preseas fueron a nuestros cronistas filatélicos. No está nada mal para un país en donde escribir es un mal endémico, donde todo lo que se prepara queda a la voluntariedad de los aficionados y en donde prácticamente desde las más altas esferas se ignora a los pocos “notarios de la actualidad filatélica española” que sacan adelante sus secciones a base de tesón, puesto que la información brilla por su ausencia o ésta sólo se facilita a un sector, demostrando también que la enfermedad de nuestra mal llamada democracia es mortal, pues si hacemos extensiva esa realidad al resto del acontecer diario es para ponerse a temblar; basta comprobar cómo nuestra prensa general “goza” de esa agonía panfletaria de los momentos que les ha tocado vivir. Se pegaron tanto al sistema que han sido fagocitados por él que, carente de ética, mancha todo lo que toca, con corrupción y mentira; ello conlleva al empobrecimiento personal y colectivo para una sociedad desnortada que prima la estulticia y desprecia la excelencia.

Queda lejos aquella etapa en que nuestra FNMT era la responsable de suministrar los informativos y las muestras. Entonces era una organización efectiva y de puntualidad alemana. Fue recuperar Correos esa labor institucional y la actividad la convirtieron en un páramo tercermundista, en un desierto arrasado: no distribuyen información o sólo la entregan a los que les ríen las gracias. La filatelia hispana en su conjunto entró en barrena en una espiral autodestructiva y eso se ve en el palmarés citado donde nuestros coleccionistas han sido barridos. Es cierto que para competir en una muestra internacional ya se requiere haber alcanzado una determinada puntuación en las nacionales, pero eso tampoco impide intentar exponer.

Con toda seguridad nos ha sucedido lo que tanto temíamos: se bajó tanto el listón que ya no hay esa calidad mínima, ese placer por lo bien hecho que ahora se cosecha con unos cuantos apellidos clásicos en la mayor parte de las muestras, prácticamente sin regeneración alguna. Sin renovación, sin savia nueva , sin ese renacer, pronto el filatelista será un personaje que sólo recibirá comentarios jocosos y despectivos en las películas de Woody Allen y el común de los mortales sin entender de qué va la “boutade” simplona y burlesca del director cinematográfico.

Parece ser que seguiremos viendo cómo los “bárbaros” lo destruyen todo, incluso el mundo cultural, arrinconándolo, tapándolo, denigrándolo, porque la cultura de los trileros lo arrasa todo y los seres humanos, libres y responsables, son rara avis ante el desolador panorama que nos han creado en poco menos de una década de aldeanismo global que [nos] recuerdan aquellos reinos de taifas que estudiábamos hace más de medio siglo. Hoy se estudia lo inmediato, tratando de no hurgar ni un año más allá de lo deseable y sólo desde una de las trincheras. Así nos va y así nos valoran allende nuestras fronteras.

Felicidades a todos los laureados y entonemos un lacónico ¿a dónde va la filatelia? Ahora, los que se las prometían felices con sus odas laudatorias hacia los prebostes postales pueden ir recogiendo sus bártulos. Es lo que pasa cuando ponemos de bomberos a los que provocan el incendio. Se cargaron la filatelia y sus paridas de “cartas sin sellos” les acabó hundiendo la caja. Sin sellos nos quedamos sin coleccionistas ¿para cuándo el corralito definitivo? ¡Tiempo al tiempo, aunque nadie se atreva a decirlo: recordad GRECIA!

En el aspecto temático, las colecciones de música fueron muy bien puntuadas, entre otras, estaban las de Frederic Grosz (Israel) con su Romántica, música y músicos que se alzó con 85 puntos; Patrick Kinders (Bélgica), logró 78 puntos para su colección dedicada al genio de Salzburgo: Mozart o la juvenil Sara Soukupova (República Checa) que en la categoría de 13-15 años defendió su prometedora “Los mejores compositores de Europa”, logró 65 puntos y tiene mucho camino para avanzar en la categoría de los metales en juego a poco que trabaje su contenido.

El mundo del deporte y afines fue uno de los aspectos mejor representados, temáticamente hablando, en la muestra belga. Hubo colecciones dedicadas a ajedrez, automovilismo, baloncesto, balonmano, ciclismo, fútbol, hockey sobre hielo, montañismo, olimpíadas, rugby, tenis, deporte rumano, etc. Otro de los grandes apartados lo constituyó el mundo de la naturaleza en donde los juveniles ganan por goleada al resto de temas presentados a la competición.

JUAN FRANCO CRESPO
lacandon999@yahoo.es