«Los Comentarios Reales» (I-VI) [Inca Garcilaso de la Vega]

PRIMERA PARTE

CAPÍTULO VI

TESTAMENTO Y MUERTE DEL INCA MANCO CÁPAC

Manco Cápac reinó muchos años, mas no saben decir de cierto cuántos: dicen que más de treinta, y otros que más de cuarenta, ocupado siempre en las cosas que hemos dicho; y cuando se vio cercano a la muerte, llamó a sus hijos, que eran muchos, así de su mujer la reina Mama Ocllo Huaco, como de las concubinas que había tomado, diciendo que era bien que hubiese muchos hijos del Sol. Llamó asimismo los más principales de sus vasallos, y por vía de testamente les hizo una larga plática, encomendando al príncipe heredero y a los demás sus hijos el amor y beneficio de los vasallos, y a los vasallos, la fidelidad y servicio de su rey, y la guarda de las leyes que les dejaba; afirmando que todas las había ordenado su padre el Sol. Con esto despidió los vasallos, y a los hijos hizo en secreto otra plática, que fue la última, en que les mandó siempre tuviesen en la memoria que eran hijos del Sol, para le respetar y adorar como a dios y como padre; díjoles que, a imitación suya, hiciesen guardar sus leyes y mandamientos, y que ellos fuesen los primeros en guardarles, para dar ejemplo a los vasallos; y que fuesen mansos y piadosos, que redujesen los indios por amor, atrayéndolos con beneficios y no por fuerza, que los forzados nunca les serían buenos vasallos, que los mantuviesen en justicia, sin consentir agravio entre ellos; y en suma, les dijo que en sus virtudes mostrasen ellos; y en suma, les dijo que en sus virtudes mostrasen que eran hijos del Sol, confirmando con las obras de lo que certificaban con las palabras, para que los indios les creyesen; donde no, que harían burla dellos si les viesen decir uno y hacer otro. Mandóles que todo lo que les dejaba encomendado, lo encomendasen ellos a sus hijos y descendientes de generación en generación, para que cumpliesen y guardasen lo que se padre el Sol mandaba, afirmando que todas eran palabras suyas, y que así las dejaba por vía de testamento y última voluntad. Díjoles que le llamaba el Sol, y que se iba a descansar con él; que se quedasen en paz, que desde el cielo tenía cuidado dellos, y les favorecía y socorrería en todas sus necesidades. Diciendo estas cosas y otras semejantes, murió el Inca Manco Cápac; dejó por príncipe heredero a Sinchi Roca, su hijo primogénito, y de la Coya Mama Ocllo Huaco, su mujer y hermana. Demás del príncipe dejaron estos reyes otros hijos y hijas, los cuales casaron entre sí, unos con otros, por guardar limpia la sangre, que fabulosamente decían descender del Sol; porque es verdad que tenían en suma veneración la que descendía limpia destos reyes, sin mezcla de otra sangre, porque la tuvieron por divina, y toda la demás por humana, aunque fuese de grandes señores de vasallos, que llaman curacas.

El Inca Sinchi Roca casó con Mama Ocllo o Mama Cora (como otros quieren), su hermana mayor, por imitar el ejemplo del padre, y el de los abuelos Sol y Luna; porque en su gentilidad tenían que la Luna era hermana y mujer del Sol. Hicieron este casamiento por conservar la sangre limpia y porque el hijo heredero le perteneciese el reino, tanto por su madre como por su padre, y por otras razones que adelante diremos más largo. Los demás hermanos, legítimos, y no legítimos, también casaron unos con otros, por conservar y aumentar la sucesión de los Incas. Dijeron que el casar destos hermanos unos con otros lo había ordenado el Sol, y que el Inca Manco Cápac lo había mandado porque no tenían sus hijos con quien casar, para que la sangre se conservase limpia; pero que después no pudiese nadie casar con la hermana, sino sólo el Inca heredero; lo cual guardaron ellos, como lo veremos en el proceso de la historia.

Al Inca Manco Cápac lloraron sus vasallos con mucho sentimiento: duró el llanto y las obsequias muchos meses. Embalsamaron su cuerpo para tenerlo consigo y no perderlo de vista; adorándole por dios, hijo del Sol; ofreciéronle muchos sacrificios de carneros, corderos y ovejas, y conejos caseros, de aves, de mieses y legumbres, confesándole por señor de todas aquellas cosas que les había dejado. Lo que yo, conforme a lo que vi de la condición y naturaleza de aquellas gentes, puedo conjeturar el origen deste príncipe Manco Inca, que sus vasallos, por sus grandezas, llamaron Manco Cápac, es que debió de ser algún indio de buen entendimiento, prudencia y consejo, y que alcanzó bien la mucha simplicidad de aquellas naciones, y vio la necesidad que tenían de doctrina y enseñanza para la vida natural, y con astucias y sagacidad para ser estimado, fingió aquella fábula, diciendo que él y su mujer eran hijos del Sol, que venían del cielo, y que su padre los enviaba para que doctrinasen y hiciesen bien a aquellas gentes; y para hacerse creer debió de ponerse en la figura y hábito de trujo, particularmente las orejas, tan grandes como los Incas las traían, que cierto eran increíbles a quien no las hubiera visto, como yo, y al que las viera ahora (si las usan) se le hará extraño imaginar cómo pudieron agrandarlas tanto; y como con los beneficios y honras que a sus vasallos hizo, confirmase la fábula de su genealogía, creyeron firmemente los indios que era hijo del Sol venido del cielo, y lo adoraron por tal, como hicieron los gentiles antiguos, con ser menos brutos, a otros que les hicieron semejantes beneficios; porque es así que aquella gente a ninguna cosa atiende tanto como a mirar si lo que hacen los maestros conforma con lo que les dicen; y hallando conformidad en la vida y en la doctrina, no han menester argumentos para convencerlos a lo que quisieren hacer dellos. He dicho esto porque ni los Incas de la sangre real, ni la gente común, no dan otro origen de sus reyes, sino el que se ha visto en sus fábulas historiales, las cuales se semejan unas a otras, y todas concuerdan en hacer a Manco Cápac primer Inca.

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