«Los Comentarios Reales» (I-Advertencias) [Inca Garcilaso de la Vega]

PRIMERA PARTE

ADVERTENCIAS ACERCA DE LA LENGUA GENERAL DE LOS INDIOS DEL PERÚ

Para que se entienda mejor lo que, (con) el favor divino, hubiéramos de escribir en esta Historia (porque en ella hemos de decir muchos nombres de la lengua general de los indios del Perú) será bien dar algunas advertencias acerca de ella. La primera sea que tiene tres maneras diversas para pronunciar algunas sílabas, muy diferentes de como la pronunciaba la lengua española, en las cuales pronunciaciones consisten las diferentes significaciones de un mismo vocablo: que unas sílabas se pronuncias en los labios, otras en el paladar, otras en el interior de la garganta, como adelante daremos los ejemplos donde se ofrecieren. Para acentuar las dicciones, se advierte que tienen sus acentos casi siempre en la sílaba penúltima, y pocas veces en la antepenúltima, y nunca jamás en la última, esto es, contradiciendo a los que dicen que las dicciones bárbaras se han de acentuar en la última, lo que dicen por no saber el lenguaje. También es de advertir que en aquella lengua general de Cuzco (de quien es mi intención hablar, y no de las particularidades de cada provincia, que son innumerables) falta las letras siguientes: b, d, f, g, j, l sencilla, que no la hay, sino ll duplicada; y al contrario no hay pronunciación de rr duplicada en principio de parte, ni en medio de la dicción, sino que siempre se ha de pronunciar sencilla. Tampoco hay x; de manera que del todo faltan seis letras del a, b, c, español o castellano; y podremos decir que faltan ocho con la l sencilla y con la rr duplicada: los españoles añaden estas letras en perjuicio y corrupción del lenguaje, y como los indios no las tienen, comúnmente pronuncian mal las dicciones españolas que las tienen. Para atajar esta corrupción me sea lícito, pues soy indio, que en esta Historia yo escriba como indio, con las mismas letras que aquellas tales dicciones se deben escribir; y no se les haga de mal a los que las leyeron ver la novedad presente en contra del mal uso introducido, que antes debe dar gusto leer aquellos nombres en su propiedad y pureza, y porque me conviene alegrar muchas cosas de las que dicen los historiadores españoles para comprobar las que yo fuere diciendo, y porque las he de sacar a la letra con su corrupción como ellos las escriben: quiero advertir que no parezca que me contradigo escribiendo las letras (que he dicho) que no tiene aquel lenguaje, que no lo hago sino por sacar fielmente lo que el español escribe. También se debe advertir que no hay número plural en este general lenguaje; aunque hay partículas que significan pluralidad. Sírvense del singular en ambos números. Si algún nombre indio pusiere yo en plural, será por la corrupción española, o por el buen adjetivar de las dicciones, que sonarían mal si escribiésemos las dicciones indias en singular, y los adjetivos o relativos castellanos en plural. Otras muchas cosas tiene aquella lengua, diferentísimas de la castellana, italiana y latina, las cuales notarán los mestizos y criollos curiosos, pues son las de su lenguaje, que yo harto hago en enseñarles con el dedo desde España los principios de su lengua, para que la sustenten en su pureza, que cierto es lástima que se pierda o se corrompa, siendo una lengua tan galana, en la cual han trabajado mucho los padres de la Santa Compañía de Jesús (como las demás religiones) para saberla bien hablar, y con su buen ejemplo (que es lo que más importa) han aprovechado mucho en la doctrina de los indios. También se advierte que este nombre vecino se entendía en el Perú por los españoles que tenían repartimiento de indios; y en este sentido lo pondremos siempre que se ofrezca. Asimismo es de advertir que en mis tiempos, que fueron hasta el año de mil quinientos y sesenta, ni veinte años después, no hubo en mi tierra moneda labrada: en lugar de ella se entendían los españoles en el comprar y vender pesando la plata y el oro por marcos y onzas: y como en España dicen ducados, decían en el Perú pesos o castellanos: cada peso de plata o de oro, reducido a buena ley, valía cuatrocientos cincuenta maravedís. De manera que reducidos los pesos a ducados de Castilla, cada cinco pesos son seis ducados. Decimos esto, para que no cause confusión al contar en la Historia por pesos y ducados. De la cantidad del peso de la plata al peso del oro, había mucha diferencia, como en España la hay; más el valor todo era uno. Al trocar el oro por plata, daban su interés de tanto por ciento. También allí había interés al trocar de la plata ensayada por la plata que llaman corriente, que era la por ensayar.

Este nombre de galpón no es el de la lengua general del Perú, debe de ser de las islas de Barlovento: los españoles lo han introducido en su lenguaje con otros muchos que se notarán en la Historia. Quiere decir sala grande. Los reyes Incas las tuvieron tan grandes, que servían de plaza para hacer sus fiestas en ella, cuando el tiempo era lluvioso y no daba lugar a que se hiciesen en las plazas; y baste esto de advertencias.

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