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Obras (continuación)
Aires da miña terra
Se publicó esta obra en 1880, fecha especialmente importante para la literatura gallega, ya que en ese mismo año vieron la luz:
— Follas novas de Rosalía
— Saudades gallegas de Lamas Carvajal
— Maxina ou a filla espúrea de Marcial Valladares (primera novela gallega).
En la obra encontramos principalmente tres tipos de poesía.
— Costumbrista: El ejemplo más representativo son los tres poemas ya analizados, y que fueron incorporados a Aires da miña terra desde la primera edición.
— Intimista: «A forma subxectiva é unha forma egoísta e o poeta máis que nada débese á humanidade, ao mundo que o rodea». Estas palabras de Curros nos muestra bien a las claras la concepción que tenía él de la poesía intimista, frente a la poesía comprometida que veremos más adelante. Aún así, y siendo minoritaria en el conjunto de su obra, nos dejó Curros alguna muestra de poesía intimista motivada por diversos sucesos: el nacimiento o muerte de un hijo («Ben chegado»(1) y «¡Ai!»), la muerte de la madre («Na morte da miña nai»(2)), y la marcha de una amistad («A Mariquiña Puga») o el poema titulado «A Rosalía».
En estas composiciones vemos un poeta menos cerebral y profundamente conmovido por diversos sucesos. Las dudas, la nostalgia y una cierta preocupación religiosa aparecen en ellas.
(1) «Bien llegado»
(2) «En la muerte de mi madre»
— Cívica: En este grupo debemos distinguir dos tipos de poesía distintos:
a) Aquella en que el poeta expone abiertamente su pensamiento, su ideología. Encontramos un Curros cantor del progreso y de la libertad que él identifica con la cultura, la sabiduría y el bienestar económico, frente al fanatismo, el oscurantismo, la ignorancia, la opresión en general. De ahí proviene la oposición (y enfrentamiento en muchos casos) con dos instituciones que Curros identifica con estos aspectos negativos («Hai escribán e capelán en Cangas», se nos dice como conclusión en el poema As dúas pragas (Las dos plagas):
— La Iglesia. El anticlericalismo de Curros no es tanto una cuestión de índole personal, o de fe, como una cuestión ideológica que le enfrenta con los principios oscurantistas, supersticiosos y opresores de la Iglesia del siglo XIX. Este anticlericalismo era común en los liberales de este siglo, en oposición a la política eclesiástica.
— La Administración de Justicia y el mundo de la burocracia administrativa, en general, como instituciones que usan el poder para el provecho personal y la alienación de los pueblos.
Estos aspectos aparecen en los poemas, ya vistos, «Na chegada a Ourense da primeira locomotora» o «Crebar as liras». También son el punto central de «Mirando ó chau», poema en que se nos presenta a Dios pasando revista al mundo. Tras observar las injusticias cometidas por el Papa, jueces o gobernantes, encuentra la explicación de que le vayan pocas almas para el cielo, y exclama rotundamente:
— Si eu fixen tal mundo,
que o demo o leve.— [ Si yo hice este mundo,
que el demonio lo lleve.]
Ese amor es culto a la libertad, recogido en múltiples lugares de su obra, podemos resumirlo en esta estrofa de «Alborada»:
¡Ouh, Libertá sagrada,
alba de gloria pró oprimido mundo,
dos pobos deseada,
que esclavos viven en dolor profundo!
Esparexe, querida,
de escura noite as tréboas cenicientas,
de verdugos e déspotas garida,
e fuxan medoñentas,
seguidas do seu lívido aparello,
¡diante de ti as visións de mundo vello!
b) Poesía que podríamos denominar agrarista. El poeta observa la situación de penuria del campesinado provocada por:
— el injusto reparto de la tierra
— el pago de fueros y otros impuestos
— el abandono del medio rural
— los excesivos aranceles sobre algunos productos como la sal, imprescindible para la conservación de alimentos («As cartas»).
Estos aspectos aparecen en poemas como «O maio» o «Ós mozos». En el primero, partiendo del tema folclórico de los mayos, el poeta crea un sujeto lírico popular que tras declarar
Para min non hai maio,
¡pra min sempre é inverno!…
pide un maio
sen bruxas nin demos;
un maio sen segas,
usuras nin preitos,
sen quintas, nin portas,
nin foros, nin cregos.
En «Os mozos», el poeta observa la situación de miseria en el medio rural:
¡Que triste está a aldea,
que triste e que sola!
¡A terra sen frutos, a feira sen xente,
sen brazos o campo,
sen nenos a escola,
sen sol o horizonte, sen flor a semente!
Y acaba haciendo una llamada a la juventud para remediar esa situación que Curros atribuye a los «lobos da terra e dos ceos» («lobos de la tierra y de los cielos»):
Mociños honrados
de sangue bravía,
se ó mal dos patricios no fordes alleos,
librádeos da morte,
¡facei montería
nos lobos da terra, nos lobos dos ceos!
Fuente de este artículo: Asociación Socio-Pedagóxica Galega.
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