La Academia Norteamericana de la Lengua Española

Nuestra Academia

Nuestra corporación es la más joven de las 22 que integran la Asociación de Academias de la Lengua Española. Aunque la idea de su fundación se venía gestando desde hace más de 100 años, no se plasmó en realidad hasta 1973. En esa ocasión, Tomás Navarro Tomás, miembro de la Real Academia Española, exiliado en Nueva York, inició el proyecto para la creación de la Academia Norteamericana, con la colaboración del chileno Carlos McHale, el español Odón Betanzos Palacios, el peruano Eugenio Chang-Rodríguez, el ecuatoriano Gumersindo Yépez, el puertorriqueño Juan Avilés y el español Jaime Santamaría. En 1980, en el Congreso de la Asociación de Academias celebrado en Lima, la Academia Norteamericana fue admitida en el seno de la Asociación de Academias, con los mismos derechos y obligaciones que las otras 21.

Nuestra academia es una corporación sin fines de lucro, cuya finalidad declarada es fomentar la unidad y defensa de la lengua española, excluyendo toda política. Tiene su sede en Nueva York, pero puede celebrar sesiones en otras partes de los Estados Unidos. Los aportes de instituciones filantrópicas y las donaciones de amantes de la lengua española contribuyen a su sostén.

Integran la Academia Norteamericana creadores, lingüistas, lexicógrafos, ensayistas, investigadores científicos y literarios, historiadores de la lengua, profesores universitarios, traductores, y un número cada vez mayor de científicos y técnicos de diversos ramos. En la nómina de académicos de la Norteamericana han figurado (y en algunos casos figuran aún) nombres tan relevantes como los de Tomás Navarro Tomás, Jorge Guillén, Ramón J. Sender, José Ferrater Mora, Joan Corominas, Odón Betanzos Palacios, Ildefonso-Manuel Gil, Enrique Anderson Imbert, Eugenio Florit, Rolando Hinojosa-Smith, Eugenio Chang-Rodríguez, Fernando Alegría, y muchos otros que no cabrían en esta breve reseña.

La Academia Norteamericana de la Lengua celebra actos para recibir a nuevos miembros, a los que contestan miembros elegidos por el Director. Los miembros Numerarios son 36, y es obligatorio que residan en Estados Unidos a la hora de su ingreso. Los miembros Correspondientes son 150 y pueden residir en cualquier parte del mundo.

La primera publicación de nuestra corporación es el Boletín de la Academia Norteamericana (BANLE), dirigida por D. Eugenio Chang-Rodríguez desde su primer número de 1976. Contiene principalmente estudios lingüísticos y filológicos del mundo hispánico, en particular del de Estados Unidos. Recoge, además, las labores de sus miembros y de las de las Academias hermanas, así como colaboraciones de otras fuentes. Hasta la fecha se han publicado 10 números, con un promedio de 116 páginas por número. El número 11 está por aparecer. Además, la Academia publica, bajo la dirección de D. Joaquín Segura, las hojas de Glosas, destinadas a los traductores y a quienes manejan públicamente la lengua española. Glosas lleva ya publicados 5 volúmenes de 10 números cada uno.

La Academia Norteamericana viene colaborando estrechamente con la Real Academia Española (RAE) y con las demás academias de América en la revisión y ampliación de las más recientes publicaciones de la RAE: la Ortografía, el DRAE de 1994, el Diccionario panhispánico de dudas, la Nueva Gramática de la Lengua Española, el Diccionario Académico de Americanismos, la próxima edición del Diccionario de la Real Academia Española (DRAE), y ha intervenido con representantes y ponencias en todos los congresos de la lengua realizados desde su fundación.

La Historia

Gran número de hispanohablantes, tanto en España como en América, desconocen, o conocen muy someramente, la labor de las Academias de la Lengua Española. Y hablamos de Academias, en plural, porque hoy existen tantas como países que hablan el castellano. Y a ellas hay que agregar la Norteamericana y la Filipina, países en que el idioma oficial no es el español.

En 1713 se funda en Madrid la Real Academia de la Lengua Española con el fin de combatir las sucesivas oleadas de galicismos que amenazaban anegar y desnaturalizar el idioma español. En 1726 aparece, en 6 tomos, su famoso Diccionario de Autoridades, precursor de versiones sucesivas enmendadas y ampliadas del Diccionario de la Lengua Española, que en 2001 alcanza su vigésima segunda edición. Así, pues, a lo largo de casi 250 años, la Academia Española, a la que pertenecen algunos de los más eminentes hombres de letras y de ciencias, se ha consagrado a la labor resumida en su lema fundacional de «limpiar, fijar y dar esplendor» a la lengua castellana.

Posteriormente se fundan Academias de la Lengua en otros países, los cuales van a acompañar a la Española y aportar sus conceptos lingüísticos, lexicográficos y gramaticales. La primera de estas Academias es la de Colombia (1871), a la que siguen las de Ecuador (1874), México (1875), El Salvador (1876), Venezuela (1883), Chile (1885), Perú (1887) y Guatemala (1887). Ya en el siglo XX, se crean las Academias de Costa Rica (1923), Filipinas (1924), Panamá (1926), Cuba (1926), Paraguay (1927), Bolivia (1927), República Dominicana (1927), Nicaragua (1928), Argentina (1931), Uruguay (1943), Honduras (1948), Puerto Rico (1955) y Estados Unidos de Norteamérica (1973).

En años recientes, la RAE, sin olvidar totalmente su viejo lema, ha cambiado el enfoque de su atención primordial a defender la «unidad de la lengua dentro de su diversidad». A ello han contribuido los Congresos de Academias celebrados en México (1951), Madrid (1956), Bogotá (1960), Buenos Aires (1964), Quito (1968), Caracas (1972), Santiago de Chile (1976), Lima (1980), San José de Costa Rica (1989), Puebla de los Ángeles, México (1988), San Juan, Puerto Rico (2002), Medellín (2007).

Por su parte, la Academia Norteamericana de la Lengua Española labora en un país de habla inglesa pero que cuenta con un nutrido contingente de hispanohablantes (más de 40 millones). La Academia Norteamericana publica periódicamente un Boletín, sobre temas culturales y literarios, con especial atención al uso del español en los Estados Unidos. Consciente de la necesidad de proporcionar orientaciones prácticas a todos los que hablan y escriben en español en plan profesional, la Norteamericana inauguró en 1994, a través de su Comisión de Traducciones, unas hojas informativas (Glosas) en las que ha traído y trae a colación las últimas novedades del Diccionario oficial (el DRAE) a lo largo de cinco volúmenes y en total 50 números que lleva publicados hasta la fecha.

En 1994 se celebró en Madrid el X Congreso de Academias de la Lengua, con asistencia de delegaciones y representantes de todas ellas. Entre las importantes mociones aprobadas en esa ocasión figuraba la del cambio en la ordenación alfabética de la «ch» y la «ll» en el DRAE. Estos dígrafos aparecerían en adelante dentro de la «c» y la «l», como sucede en francés, portugués e italiano (y también en inglés). Esto no significaba que se fueran a perder los fonemas «ch» y «ll», como algunos pensaron o dijeron. Seguirían pronunciándose como antes las voces como «chamusquina», «llaga», etc., sólo que a partir de ese momento aparecerían en el DRAE bajo la «c» y la «l», respectivamente. Con ello la lengua española volvía a la ordenación tradicional latina, a la que se ajustó hasta 1903, en que hizo de la «ch» y la «ll» fonemas alfabetizados aparte. Es más, la nueva ordenación alfabética facilitaría el intercambio de informaciones con otros países y lenguas y permitiría el rápido acceso a las respectivas bases de datos.

De gran importancia para traductores e informadores en lengua española fue la vigésima segunda edición del DRAE, ya mencionada, en cuya revisión colaboraron todas las Academias, con lo que se logró más que duplicar el número de americanismos en artículos, acepciones y marcas. De especial interés práctico resultó la versión económica del DRAE, en dos tomos muy manejables. Apenas salió a la luz la vigésima segunda edición, se emprendió la ampliación y revisión de la siguiente edición del DRAE.

A todo esto, por espacio de más de 5 años, la Comisión Interacadémica del Diccionario Panhispánico de Dudas trabajó intensamente para crear una obra, consensuada por todas las Academias, en la que se presentan las actuales normas gramaticales de la Academia y toda clase de información relativa al uso del idioma español, inclusive cómo traducir al español multitud de anglicismos innecesarios y otros considerados por la RAE más difundidos y arraigados. Tanto el DPD como el DRAE están hoy accesibles en la Internet (ambos bajo www.rae.es).

La RAE ha publicado también una Ortografía, un Diccionario Esencial y un Diccionario del Estudiante, y está preparando, bajo la dirección de D. Humberto López Morales, Secretario General de la Asociación de Academias, el Diccionario Académico de Americanismos. Por otra parte, se ha retomado la preparación del Diccionario Histórico del Español, interrumpida desde hace muchos años.

A todas estas obras ha contribuido en forma trascendente la instalación (puesta en servicio por el año 1993) en el edificio de la Real Academia Española, en Madrid, de un sistema informático con unidad central (main frame), marca IBM, y multitud de puestos de trabajo y programación, con el que se empezó a informatizar el DRAE de 2001 y se crearon dos grandes bancos de datos, que cuentan ya con más de 150 millones de fichas electromagnéticas. Esto no sólo permite a la Academia acortar los plazos entre nuevas ediciones del DRAE sino que ha posibilitado la confección de otras obras académicas, como las citadas en el párrafo anterior, a cuya lista habría que añadir la versión digital del DRAE (en cederrón). La instalación informática de la RAE ocupaba en sus comienzos 800 metros cuadrados (2 600 pies cuadrados) de espacio, principalmente en los sótanos del edificio, pero posteriormente ha invadido también en parte algunos pisos superiores.

Por último, queremos subrayar la gran importancia que se daba entonces y se da hoy en el seno de la Academia Española, y que se ha exteriorizado en el decurso de los sucesivos Congresos de Academias, por ampliar y actualizar el DRAE de manera que refleje no sólo los neologismos, sino también el uso actual del español en todo el mundo, para lo cual se cuenta con colaboración de las respectivas Academias.

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 Información procedente de la A. Norteam. de la Lengua Española
 Más información en la web de la Institución –>
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