Otra preciosa emisión musical ha visto la luz; en esta oportunidad ha sido realizada por el correo irlandés, son cuatro sellos (2×55 y 2x82c) dedicados a los inigualables Haendel, Mozart, Chopin y Haydn.
GEORGE FREDERIC HAENDEL (23 de febrero de 1685 en Halle-Alemania, 14 de abril de 1759 en Londres). A los siete años aparecieron sus primeras óperas, en 1702 ingresó en la Universidad de Halle; era hijo de un barbero-cirujano que quería fuera un hombre de leyes pero él estudió música de manera clandestina hasta que logró convencer a su progenitor que le permitió estudiar con F. W. Zachow, en aquella época el principal organista de la ciudad que le vio nacer.
Con 17 años fue invitado a ejercer el puesto de organista en la catedral calvinista, que abandonó al año siguiente para marchar a Hamburgo en donde tocará el violín y el clave en el Teatro de la Ópera en donde presentaría su obra Almira el 8 de enero de 1705 y poco días después hará lo propio con Nero.
Marcha a Italia (1706) donde estará durante tres años visitando Florencia, Roma, Nápoles y Venecia en donde se representaron sus óperas y obras dramáticas. En la capital italiana compuso algunas piezas de carácter eclesiástico y desde entonces incorporará la música religiosa a su repertorio. En 1710 decide partir para Hannover, es nombrado Maestro de Capilla del Elector, aunque poco después decide partir hacia Londres (1711) donde se representó su famosa ópera Rinaldo que la había compuesto en apenas dos semanas, fue la primera ópera italiana escrita expresamente para un escenario londinense.
En 1717 entró al servicio del conde Carnarvon en Edware y en esa residencia compuso una docena de himnos y dos nuevos dramas: Acis & Galatea y Esther. En 1723 era nombrado compositor de la Capilla Real, en esa etapa se naturaliza británico y escribe cuatro antífonas para la coronación de Jorge II. En el verano de 1733 estuvo en Oxford como invitado, compuso el oratorio Athalia que se estrenó en el Sheldonian Theatre, el maestro no dejó de trabajar y en esta década vieron la luz Orlando y piezas con ballet incorporado: Ariodante y Alcina.
El duque de Devonshire, virrey de Irlanda, lo invitó a visitar Dublín, llegó el 18 de noviembre de 1841 y allí estuvo durante nueve meses y estrenó su insuperable «Mesías» que había preparado con fines benéficos, a partir de ese momento se dedicó a representar oratorios, la mayoría en el nuevo Covent Garden; el Antiguo Testamento fue la base de la mayoría de estas piezas [José, Josué, Salomón, Sansón, etc.] en ocasiones incursionó en la mitología clásica o en la historia del cristianismo (Hércules, Teodora, etc.).
La vista le comenzó a fallar en 1751 y quedó prácticamente ciego al ser sometido a una operación de cataratas en 1752, continuó dirigiendo sus oratorios con la ayuda de J C Smith hasta 1758, un año después falleció; en esa etapa vio la luz una de sus últimas obras The Triumph of Time and Truth (1757). Enterrado con un fastuoso funeral de estado en la londinense Abadía de Westminster, asistieron más de 300.000 personas, era el agradecimiento del pueblo británico para el mayor compositor de su tiempo: el 20 de abril de 1759 se depositaron sus restos en la célebre abadía en donde se colocó el monumento de Roubillac -en 1739 ya hizo la estatua de Vauxhall Garden-.
El sello reproduce un retrato realizado en 1736 por Thomas Hudson, como fondo el último pliego de la partitura de su ópera «Susana» escrita en 1748.
WOLFGANG AMADEUS MOZART (Salzburgo, 27 de enero de 1756-Viena, 5 de diciembre de 1791). Posiblemente, el compositor más admirado de toda la historia de la música, fue recogido en un trabajo dedicado al 250 aniversario, pueden consultar www.opusmusica.com/014/sellos2.html.
Hijo de Leopold Mozart, músico profesional y jefe asistente del coro en la corte del arzobispo de Salzburgo; demostró tener un don excepcional, desde temprana edad aprendió a tocar el clavicordio, violín y órgano, tenía un raro talento para el arte de la improvisación. Con sólo cinco años compuso sus primeras piezas y al año siguiente acompañó a su padre y hermana Maria Anne (1751-1829), excelente intérprete de clavicordio, a Viena y Munich, donde realizaron una serie de conciertos.
En junio de 1763 la familia se embarcó en una gran gira europea que duró tres años, estuvieron en Alemania, Bélgica, Francia, Gran Bretaña y Holanda: fue un rotundo éxito y le puso en contacto con eminentes músicos de su tiempo, entre otros Glück, Grétry, Bach, Hasse y Haydn, que se convirtió en íntimo amigo y le dio la oportunidad de iniciarse en las tendencias musicales de la época. El padre G. B. Martini lo examinó de contrapunto para su admisión en la Academia Filarmónica de Bolonia.
Tres estancias en Italia [1769-1773], la tierra de la ópera, le permitieron profundizar su conocimiento y le llevaron a adquirir el estilo internacional que le acabaría distinguiendo para siempre. Después llegó una etapa difícil, no logró encajar con el nuevo príncipe, el arzobispo Colloredo, que acabó rechazando la autorización para viajar y dimitió de su puesto en 1777, era el primer violín de la corte. Un posterior viaje europeo sería un desastre económico y un triste percance amoroso, junto a la muerte de su madre, acaban con el «niño prodigio» y le condujeron a su madurez como artista y como persona.
A raíz de otro conflicto con Colloredo en 1781, acaba asentándose definitivamente en Viena a los 26 años. Las obras ligeras y graciosas de su juventud dieron paso a un estilo más maduro que demuestra el absoluto control y el perfecto uso del idioma musical. Escribió cuartetos y quintetos de cuerdas, sinfonías, conciertos y misas, confirmando su talento con las óperas El rapto del serrallo (1782), Las bodas de Fígaro (1782), Don Giovanni (1787), Così fan tutte (1790) y La flauta mágica (1791), pocos meses antes de morir a los 35 años.
Trabajador infatigable, su música fue definida como «un milagro de síntesis», revela una comprensión y una asimilación espontánea y general del material musical que le precedió: polifonía, barroco germano, ópera italiana, música francesa, clasicismo vienés, etc. En ella se observa un optimismo creador que alcanza impresionantes cotas de expresividad y dramatismo. La influencia de Mozart sobre la música posterior es total y alcanza todos los géneros. Por la excelsa calidad de su obra y la influencia decisiva que ha ejercido sobre la música contemporánea, debe ser considerado una de las mayores figuras musicales de toda la historia.
En el sello aparece un retrato pintado por Giuseppe Gras y, como fondo, la obertura de la ópera «Don Juan».
FRÉDERIC CHOPIN (nació el 1 de marzo de 1810 (o 22 de febrero) en Zelazowa, murió el 17 de octubre de 1849 en París). Hijo de Nicolás Chopin (lorenés oriundo de Nancy emigrado a tierras polacas en un momento de guerras y penurias en todo el continente europeo) y de Justina Kryzanowska (huérfana que vivía en la casa de la condesa Skarbek, en la que su padre se había convertido en el preceptor de sus hijos) en la pequeña población de Zelazowa-Wola (Masovia, el país de la mazurca, a unos 50 kilómetros de Varsovia).
Fue otro de tantos músicos precoces que inició su carrera a la corta edad de siete años, su primera instrucción musical la recibió de un músico bohemio: Zywy y su debut musical fue en Viena en 1829. Siempre tuvo problemas de salud, a los ocho años ya estaba considerado un genio. Su formación la finaliza en 1826 cuando rinde su examen de bachillerato; poco después parte para Silesia junto a su hermana pequeña Emilia que también padecía una grave enfermedad, tras cinco semanas en el balneario, regresan a Varsovia y Chopin elige, definitivamente, el rumbo de su vida: se consagra a la música y comienza en la Escuela Central de Música (Conservatorio) que dirigía José Elsner, éste le impone un riguroso plan de estudios en el centro al tiempo que cada alumno estaba obligado a seguir uno o dos cursos en la Universidad.
Nuestro personaje elige los cursos de estética y literatura, incorpora el italiano [ya dominaba el alemán, francés y polaco]; igual que hoy sucede en la Universidad española donde, al margen de «aletargarte» no tienes opciones de avanzar ni de simultanear estudios, como si el esfuerzo que el discente realiza tuviera nada que ver con el sistema educativo. Nos entretienen y nos aburren; mientras tanto el sistema no para de romper costuras. ¡Astutos dirigentes que no paran de llenarse la boca con la formación de nuestra juventud y, sin embargo, el nivel cada vez es más bajo y la excelencia brilla por su ausencia a pesar de las ingentes cantidades que se destinan a incentivar a los que, de entrada, nada quieren saber de un sistema educativo que parece ideado para la total idiotez de nuestra sociedad!
El progresa adecuadamente nos hundió, por méritos propios, en la lista de los peores en materia educativa, ya hemos visto que el XXI continúa ese viaje a las profundidades al que parece que se apuntan todos los políticos de nuestro tiempo con leyes intervensionistas e inútiles que no paran de cercenarnos libertades. Como ejemplo, poder simultanear estudios o cursos que hace años permitían conseguir expedientes que enorgullecían a los estudiantes y a sus familias. En el caso de Chopin, al finalizar sus exámenes musicales a los 19 años, su profesor Elsner, escribió en su informe anual: «Federico Chopin, músico genial».
Como polaco de nacimiento, era lógico que su música tuviera esa impronta; nada extraño entonces que las mazurcas [compuso 52] fueron su pasión, abocará sus fabulosos giros melódicos. De ese medio centenar de piezas, prácticamente ninguna muestra una repetición, cada una tiene carácter e identidad propia: son únicas, al margen de estar consideradas verdaderas piezas maestras en su género.
Chopin, como tantos jóvenes de su tiempo, tiene que enfrentarse a la realidad y casi de inmediato parte en diligencia para Viena en donde el 8 de agosto de 1829 es recibido por el conde Gallenberg (director del Kärtnertheater) que le ofreció tocar el martes siguiente, el éxito le permitió un segundo concierto una semana después. Luego llegarían los de Praga, Dresde, Wroclaw, Kalisz, etc. Prefería improvisar y tocar en salones con público de calidad y acceso restringido. Su música y estilo denota diferentes influencias, entre otros estarían Weber, Hummel, Fielol, Dussek o sus coetáneos Orginski, Lessel, Kurpinski o Szymanowska. A su vez, ningún compositor de su tiempo pudo sustraerse de la influencia del genial compositor e intérprete polaco que marcó, profundamente, toda la música de piano en Francia, Polonia y Rusia durante el XIX y XX. Según la bibliografía consultada, fue el noruego Eduardo Grieg el que se acercó más a su estilo musical.
Poco después, la revolución; con ello las dificultades del genial músico que en Viena se le vuelve a reproducir su enfermedad; al vacío que se produjo entonces contra todo lo polaco, se le añadía su falta de salud. En esa etapa, contaba 21 años, escribiría una de sus grandes piezas El primer cuaderno de estudios. Dejó Viena y partió para Munich y Stuttgart en donde recibirá la noticia de la caída de Varsovia, improvisaría en la ciudad alemana [dicen que de una tacada] su famoso Revolucionario y el 11 de septiembre de 1831 llega a París. En Francia vivirá y morirá el genio polaco, allí vieron la luz piezas de inigualable calidad y belleza. En ese contexto aparece otro personaje que irá ligado íntimamente a su nombre, el de la periodista Aurora Dudevant (Jorge Sand) que malvivía de los escritos que publicaba en el satírico Le Figaro.
La vida transcurre lentamente y parece sonreír al músico genial, en varias ocasiones hará acto de presencia su terrible dolencia, aparece en su vida Mendizábal y éste le recomienda el clima de la isla de Mallorca en donde esperaba mejorar su aspecto y vivir con tranquilidad su particular historia de amor con aquella desvergonzada periodista que escandalizó a la sociedad de su tiempo [si miramos, en realidad eran unos adelantados en materia de libertad sexual y de acción]. ¡Menos mal que no había televisión porque los habrían crucificado si comparamos cuanto acontece en el XXI en esta maltratada piel de toro, donde lo banal y chabacano no para de hundirnos en el fango!
A la isla mediterránea llegaron, procedentes de Barcelona. El viaje se realizó en El Mallorquín, que los dejó en una ciudad que en nada se parecía a la actual meca del turismo continental; alojados en La casa del viento (no tenía puertas ni ventanas) las lluvias de la época empeoran su estado de salud y en ese contexto se le ofrece la entonces abandonada cartuja de Valldemosa que le atrapó desde el primer momento (aunque la sociedad de su tiempo le fue totalmente hostil y tuvo que abandonar su refugio unos meses después en penosas condiciones de salud, sufriendo también un maltrato en el traslado naval hasta la Ciudad Condal en donde toma el camino de Marsella), esa estancia le permitió componer y terminar los Preludios (de los que Liszt dijo «es un modelo de absoluta perfección y lleva la marca del genio») y Segunda balada (pieza de enorme dificultad técnica).
Mallorca, Marsella y, finalmente, Nohant en donde pasa los siete años más fecundos de su vida, abandonó el lugar para siempre en 1846, tras la ruptura con Jorge Sand a causa de sus hijos: como siempre los vástagos postizos acaban rompiendo la convivencia entre las parejas. En esa etapa se instala en París y el 16 de abril de 1841 se presenta en la Sala Pleyel para cosechar nuevos triunfos.
Tras los hechos revolucionarios de 1848 marchó a Londres donde tiene lugar su primer concierto el 16 de noviembre, a finales de mes ya estaba de nuevo en su residencia parisina, el 17 de octubre de 1849 expiraba el gran músico y fue enterrado en el camposanto de Père-Lachaise. Se codeó con grandes de su tiempo, encontramos no sólo músicos, sino personajes de otras disciplinas: Rossini, Zimmermann, Kalkebrenner, Liszt, Mendelssohn, Schuman, Czartorisky, Plater, Franck, Balzac o Heine son algunos de los nombres que, de una u otra forma, influyeron en su obra que fue editada por completo en 1852.
El retrato utilizado para el sello fue realizado por Ary Scheffer y aparece sobre un fondo en el que encontramos un facsímil de la Balada número 2 en F gracias a la Biblioteca del Conservatorio de Música de París en donde conservan el original.
JOSEPH HAYDN (nació el 31 de marzo de 1732 en Rohran (Baja Austria, muy cerca de la frontera húngara) y falleció el 31 de mayo de 1809. Era el mayor de veinte hijos, su padre, Matías, era carretero y se casó en dos ocasiones, había aprendido a tocar el arpa de manera autodidacta tras finalizar su trabajo y su mujer, Ana María, solía acompañarlo con su voz; el recuerdo de aquellas melodías en el hogar familiar acompañó a Haydn hasta el final de sus días.
Su talento musical despertó a temprana edad, a los seis años se marchó a casa de su primo Franck, maestro de escuela y cantor de la iglesia en Hainburg. Se iniciaba la independencia del hogar de uno de los más grandes compositores de todos los tiempos, ese hecho le influyó en su espíritu, tacto y diplomacia toda su vida. Recibió instrucción en lectura, escritura y catecismo junto al canto y diferentes instrumentos de cuerda y viento durante tres años que marcan su futuro. El gran maestro no dejó de repetir: «Siempre estaré en deuda con aquel hombre, incluso después de muerto, por haberme ofrecido tantas cosas, aunque en el proceso recibiera más palizas que comida».
Con ocho años se integra en el coro de la Catedral de San Esteban (la iglesia más importante de la ciudad austriaca), durante los primeros cinco años fue muy solicitado como solista, el cambio de voz llegó y su puesto lo ocuparía su hermano Miguel, en noviembre de 1749 (contaba 17 años) fue expulsado, sólo y sin techo, el frío invierno estaba al acecho, una casualidad le permitirá compartir una buhardilla con un joven matrimonio hasta que se hizo con una exclusivamente para él. Su tiempo libre lo empleó como autodidacta y en buscarse la vida, en esa época conoce a Nicola Porpora al que logró convencer para que le permita acompañar a sus alumnos.
En 1749 consigue su primer empleo como director musical del conde Morzin que disponía de una pequeña orquesta de dieciséis músicos para la que escribió su primera sinfonía conocida como la número 1 de su repertorio; etapa de relativa tranquilidad, de nuevo le sorprende la desgracia: apenas estuvo doce meses en el empleo fijo: la orquesta tuvo que ser disuelta ante la falta de fondos: la música siempre ha tenido problemas para poder subsistir. En esa etapa fue cuando compuso numerosas sonatas para teclado, para teclado con acompañamiento, cuartetos, sinfonías, obras para la escena u obras sacras.
Sus composiciones comienzan a aparecer en 1757 y su vida va cambiando, sobre todo tras el triunfo de sus primeros cuartetos de cuerda. Su primer intento de ópera tuvo mucho éxito: Der Krumme Teufel (El diablo cojuelo). En la década siguiente (1760-1770) se producen dos grandes hechos que marcarán poderosamente su vida: eligió la mujer equivocada para su matrimonio y vivió la experiencia como una maldición, aunque no se divorció ya que era un ferviente católico; como tantas féminas, le encantaba «gastar» lo que su marido lograba ganar, llegando a una situación de déficit que le generaría al maestro no pocos problemas [ella murió en Viena en el verano de 1800]; el otro gran acontecimiento fue la aparición del príncipe Paul Anton Esterházy (1711-1762), cabeza de una de las familias más ricas e influyentes de Europa Oriental, le contrató como Vice Kapellmeister en Eisestadt.
En 1761 se convirtió en compositor a tiempo completo para la familia Esterházy, período en el que compuso algunos de sus más importantes trabajos, entre ellos, Las últimas siete palabras de Cristo. Ostentaba la dirección única en la ejecución e interpretación de la orquesta principesca; el contrato de aquel acuerdo muestra la alta valía y la consideración que ya tenía Haydn, la gran personalidad y el patronazgo del príncipe al que le sucedería su hermano Nicolás «el Magnífico» (1714-1790) al que Haydn le sirvió durante otros 28 años.
Entre 1770-1779 se produce la gran ruptura estilística del genial compositor y en esta década acontece el gran incendio (1779) que destruye la gran sala de baile y el teatro de la ópera, con el devastador fuego se fueron numerosas partituras, de la mayoría de sus obras no quedó nada y de otras sólo fragmentos, se salvaron aquellas que el maestro tenía en su domicilio. Los primeros años de esta etapa fueron fecundos en la producción de música instrumental y escribió más óperas que en el resto de su vida, sobrevivieron cinco piezas y una de marionetas. La última pieza para el príncipe Nicolás, Armida la realizaría entre 1783-84; un año antes había acabado su Missa Cellensis la única pieza de grandes perspectivas entre la de música sacra del período.
Al morir su patrón [el príncipe Nicolás a los 76 años], el heredero no estaba interesado por el mundo de la música y llega la libertad al maestro con una buena recompensa de por vida: un salario mensual de 400 gulden y una pensión anual adicional de 1000 gulden, lo mejor de todo, sin obligaciones y con licencia para poder aceptar o realizar cualquier encargo. Rápidamente abandonó el palacio de la familia Esterházy, la ocasión no fue desperdiciada por el agente Johann Peter Solomon que va a buscarle y se lo lleva a Londres, donde realizó una serie de conciertos que le encumbraron en las islas británicas.
En la década siguiente (1780-1790) logra la realización de sus sueños, entre ellos, a los 49 años, se enamora perdidamente de Luigia Polzelli, esposa de un anciano violinista y a la que escribiría una encendida carta desde Londres el 4 de agosto de 1791. En 1795 regresaba a Viena en donde continúa produciendo música hasta 1802, siete años después fallecía el genial compositor austriaco.
El sello recoge el retrato que realizara John Carl Rossler en 1799, como fondo un fragmento de su célebre Sinfonía número 95.
Al margen de los sellos, el correo irlandés lanzó una hojita bloque. Para los sellos empleó un sobre de primer día en el que se recogía un fragmento de la partitura del «Mesías» autografiada por el músico en la parte inferior (Amea Chorus) en 1741. El sobre para la hojita se ilustró con un trocito de una partitura extraída del «Mozart’s Thematic Catalogue», en la hojita aparece la partitura manuscrita del famoso oratorio y, en la parte inferior derecha, el piano original de Wolfgang Amadeus Mozart fabricado por Anton Walter en 1780.
El matasellos empleado para la ocasión va ilustrado con una clave de Sol, inició la circulación el 14 de agosto de 2009 en formato díptico y hojas de 16 ejemplares, el diseño lo realizó Ger Garland y se imprimieron en litografía offset por la Irish Security Stamp Printing Ltd. La tirada fue de 334.000 (díptico de 55c) y 300.000 (el de 82c). No se distribuyó el número de ejemplares puesto a la venta de la hojita [generalmente, con posterioridad, suele sobrecargarse con motivo de la STAMPA, una exposición nacional que Irlanda realiza sobre el mundo del sello y que equivaldría a nuestra española EXFILNA, suele tener una tirada muy reducida y emplearse para recaudar fondos que financie la actividad y el presupuesto de la Federación Irlandesa de Filatelia], imaginamos para evitar el acaparamiento del producto por parte de los especuladores que en nada benefician al mundo de la filatelia.
http://www.irishstamps.ie/
www.opusmusica.com/014/sellos2.html
JUAN FRANCO CRESPO
lacandon999@yahoo.es