La Eneida (II) [Virgilio]
LIBRO II Todos callaron y en tensión mantenían la mirada; luego el padre Eneas así comenzó desde su alto lecho: «Un dolor, reina, me mandas renovar innombrable, cómo las riquezas troyanas y el mísero reino destruyeron los dánaos, y tragedias que yo mismo he visto y de las que fui…