El Romancero

«Romancero» es el término que surgió en el siglo XVI para nombrar la colección de romances. Éstos ya existían por tradición oral mucho antes de la invención de la imprenta (los primeros romances conocidos son del siglo XIV). A partir de 1510 comenzaron a aparecer romances en pliegos sueltos, y en 1525 aparece la primera colección romancística que se conoce, el Libro de los Cincuenta Romances.

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Portada de la primera colección de romances que se conoce (1525)
Fuente: Wikimedia Commons

Pero fue en la década de de 1540 cuando se inició una verdadera difusión impresa del romance, que dio lugar a la época de los cancioneros. Entre los más importantes textos publicados cabe citar:

– Cancionero de romances (Amberes, 1548), de Martín Nucio, que constituyó la primera antología del romancero viejo español.

– Romancero general (Madrid, 1600).

– Rosa de romances, del autor dramático valenciano Juan Timoneda (1572-73), que destacó en poesía popular y llegó a figurar entre los mejores poetas del Siglo de Oro español.

El origen del Romancero

Sobre el origen de los romances han surgido varias teorías, aunque pueden resumirse en dos líneas de opinión: una parte defiende que los romances procederían de los cantares de gesta (como el Cantar del mío Cid), fuera mediante partición de los versos o como continuación de este tipo de poesía tras su desaparición. Otra parte, cuya opinión se asume como más verosímil, defiende que los romances nacieron como género independiente de los cantares de gesta, pues poseen elementos procedentes de la poesía lírica, aunque también guarden alguna relación con los cantares de gesta en cuanto a los temas y algunos aspectos métricos.

Estilo y métrica del Romancero

El estilo de los romances consiste en una composición poética de versos generalmente octosílabos, en número indefinido, de rima asonante en los versos pares y sin rima en los impares. Su característica más destacada es el diálogo de tono dramático de comienzo abrupto y final abierto, el uso de repeticiones y paralelismos, así como la mezcla y confusión de los tiempos verbales. Es de origen español, forma propia de la poesía narrativa hispana, apta también para la lírica.

Según su métrica, el romance adquiere diferentes nombres:

Heroico: De once sílabas
Endecha: De siete sílabas
Romancillo: De seis sílabas

Una estrofa de un famoso romance de Lope de Vega:

A mis soledades voy,
de mis soledades vengo,
porque para andar conmigo
me bastan mis pensamientos.
No sé qué tiene el aldea
donde vivo y donde muero
que con venir de mí mismo
no puedo venir más lejos.

Clasificación del Romancero

En cuanto a su clasificación, existen variadas fórmulas, pero está bastante asumido que existen tres grupos bien definidos, que abarcan todos los romances viejos, los anónimos y los transmitidos por tradición oral: serían los históricos, literarios y de aventura o novelescos.

– Los históricos narran hechos concretos de la historia, los cuales podrían ser incluso contemporáneos de los acontecimientos que se relatan.

– Los literarios son los que se relacionan más con las crónicas históricas y los cantares de gesta.

– Por su parte, los de aventuras o novelescos tratan temas amorosos, de misterio, truculentos, etc.

Esta clasificación general, no obvia que existen variados géneros definidos o inspirados según la época o las fuentes, entre los siglos XV y XX, tales como los moriscos, caballerescos, líricos, fronterizos, eruditos, cultos, artísticos, artificiosos, románticos, o contemporáneos como los de Lorca, Alberti, Machado, etc.

La época de composición de los Romanceros los divide en tres grupos básicos:

Romancero viejo: aquellos romances anónimos de tradición oral que eran cantados por los juglares y por el pueblo, que se compusieron con anterioridad al siglo XV, pero cuyos textos fueron impresos o copiados en manuscritos entre los siglos XV y XVI.

Romancero nuevo: aquellos cuyos textos fueron escritos por los poetas cultos a partir del finales del siglo XVI y XVII (ejemplo de Cervantes, Quevedo, Góngora…). La mayoría son creaciones seducidas por los romances viejos.

Romancero oral: son aquellos que se transmitieron de forma oral y recogidos durante los siglos XIX y XX.

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