“Naufragios” (XXXVI) [Álbar Núñez Cabeza de Vaca]

CAPITULO XXXVI

De como hecimos hacer iglesias en aquella tierra

Como los indios se volvieron, todos los de aquella provincia, que eran amigos de los cristianos, como tuvieron noticias de nosotros, nos vinieron a ver, y nos trujeron cuentas y plumas, y nosotros les mandamos que hiciesen iglesias, y pusiesen cruces en ellas, porque hasta entonces no las habían hecho; y hecimos traer los hijos de los principales señores y baptizarlos; y luego el capitán hizo pleito homenaje a Dios de no hacer ni consentir hacer entrada ninguna, ni tomar esclavo por la tierra y gente que nosotros habíamos asegurado, y que esto guardaría cumpliría hasta que Su Majestad y el gobernador Nuño de Guzman, o el visorrey en su nombre, proveyesen en lo que más fuese servicio de Dios y de Su Majestad; después de bautizados los niños, nos partimos para la villa de Sant Miguel, donde, como fuimos llegados, vinieron indios, que nos dijeron cómo mucha gente bajaba de las sierras y poblaban en lo llano, y hacían iglesias y cruces y todo lo que les hablamos mandado, y cada día teníamos nuevas de cómo esto se iba haciendo y cumpliendo mas enteramente; y pasados quince días que allí habíamos estado, llegó Alcaraz con los cristianos que habían ido en aquella entrada, y contaron al capitán cómo eran bajados de las sierras los indios, y habían poblado en lo llano, y habían hallado pueblos con mucha gente, que de primero estaban despoblados y desiertos, y que los indios les salieron a recebir con cruces en las manos, los llevaron a sus casas, y les dieron de lo que tenían, y durmieron con ellos allí aquella noche. Espantados de tal novedad, y de que los indios les dijeron como estaban ya asegurados, mandó que no les hiciesen mal, y ansí se despidieron. Dios nuestro Señor, por su infinita misericordia, quiera que en los días de Vuestra Majestad y debajo de vuestro poder y señorío, estas gentes vengan a ser verdaderamente y con entera voluntad sujetas al verdadero Señor que las crió y redimió. Lo cual tenemos por cierto que así será, y que Vuestra Majestad hade ser el que lo ha de poner en efecto (que no será tan difícil de hacer); porque dos mll leguas que anduvimos por tierra y por la mar en las barcas, y otros diez meses que después de salidos de captivos, sin parar, anduvimos por la tierra, no hallamos sacrificios ni idolatría. En este tiempo travesamos de una mar a otra, y por la noticia que con mucha diligencia alcanzamos a entender, de una costa a la otra, por lo mas ancho, puede haber doscientas leguas, y alcanzamos a entender que en la costa del sur hay perlas y mucha riqueza, y que todo lo mejor y mas rico están cerca de ella. En la villa de Sant Miguel estuvimos hasta ls días del mes de mayo; y la causa de detenernos allí tanto fue porque de allí hasta la ciudad de Compostela, donde el gobernador Nuño de Guzman residía, hay cien leguas y todas son despobladas y de enemigos, y hobieron de ir con nosotros gente, con que iban veinte de caballo que nos acompañaron hasta cuarenta leguas; y de allí adelante vinieron con nosotros seis cristianos, que traían quinientos indios hechos esclavos; y llegados en Compostela el gubernador nos recebió muy bien, y de lo que tenía nos dio de vestir; lo cual yo por muchos días no pude traer, ni podíamos dormir sino en el suelo; y pasados diez o doce días partimos para Méjico, y por todo el camino fuimos bien tratados de los cristianos, y muchos nos salían a ver por los caminos y daban gracias a Dios de habernos librado de tantos peligros. Llegamos a Méjico domingo, un día antes de la víspera de Santiago, donde del visorrey y del marqués del Valle fuimos muy bien tratados y con mucho placer recebidos, y nos dieron de vestir y ofrescieron todo lo que tenían, y el día de Santiago hobo fiesta y juego de cañas y toros.

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