“Naufragios” (XIII) [Álbar Núñez Cabeza de Vaca]

CAPITULO XIII

Como supimos de otros cristianos

Este mismo día yo vi a un indio de aquellos un rescate, y conoscí que no era de los que nosotros les habíamos dado; y preguntado donde le habían habido, ellos por señas me respondieron que se lo habían dado otros hombres como nosotros, que estaban atrás. Yo, viendo esto, envié dos cristianos y dos indios que les mostrasen aquella gente, y muy cerca de allí toparon con ellos, que también venían a buscarnos, porque los indios que allá quedaban les habían dicho de nosotros, y estos eran los capitanes Andrés Dorantes y Alonso del Castillo, con toda la gente de su barca. Y llegados a nosotros, se espantaron mucho de vernos de la manera que estábamos, y rescibieron muy gran pena por no tener que darnos; que ninguna otra ropa traían sino la que tenían vestida. Y estuvieron allí con nosotros, y nos contaron cómo as de aquel mismo mes su barca había dado al través, legua y media de allí, y ellos habían escapado sin perderse ninguna cosa; y todos juntos acordamos de adobar su barca, y irnos en ella los que tuviesen fuerza y disposición para ello; los otros quedarse allí hasta que convaleciesen, para irse como pudiesen por luengo de costa, y que esperasen allí hasta que Dios los llevase con nosotros a tierra de cristianos; y como lo pensamos, así nos pusimos en ello, y antes que echásemos la barca al agua, Tavera, un caballero de nuestra compañía, murió, y la barca que nosotros pensábamos llevar hizo su fin, y no se pudo sostener así misma, que luego fue hundida; y como quedamos del arte que he dicho, y los más desnudos, y el tiempo tan recio para caminar y pasar ríos y ancones a nado, ni tener bastimento alguno ni manera para llevarlo, determinamos de hacer lo que la necesidad pedía, que era invernar allí; y acordamos también que cuatro hombres, que mas recios estaban, fuesen a Pánuco, creyendo que estábamos cerca de allí; y que si Dios nuestro Señor fuese Servido de llevarlos allá, diesen aviso de cómo quedábamos en aquella isla, y de nuestra necesidad y trabajo. Estos eran muy grandes nadadores, y al uno llamaban Álvaro Fernández, portugués, carpintero y marinero; el segundo se llamaba Méndez, y el tercero Figueroa, que era natural de Toledo; el cuarto, Astudillo, natural de Zafra: llevaban consigo un indio que era de la isla.

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