María Cunitz

Mujeres que dignificaron la condición femenina:

María Cunitz fue una de esas mujeres excepcionales que nos dio la historia, nacida en una época en que su género debía esforzarse extraordinariamente para, a pesar de ello, alcanzar una mínima posición con respecto al varón. Fue conocida en su tiempo como la Palas de Silesia (Palas era el dios de la sabiduría en la mitología griega), lo cual ya nos da una idea del reconocimiento que se le otorgaba.

La fecha de nacimiento de Cunitz no se conoce con exactitud, pero es seguro que fue antes de 1610, probablemente 1604. Era la hija mayor de María Schultz y el Doctor Henrich Cunitz; éste era un médico reconocido de Silesia (territorio situado en la actual Polonia, pero históricamente dentro de Alemania y la República Checa).

Cunitz no recibió educación universitaria, siendo instruida por su padre a edad muy temprana. Destacó rápidamente, llegando a dominar siete idiomas (latín, griego, italiano, francés, alemán, polaco y hebreo). Igualmente, demostró sus habilidades en pintura, música y poesía, y no renunció a aquellas materias que estaban reservadas principalmente al sexo masculino, como fueron las matemáticas, la medicina y la historia, entre otras disciplinas científicas.

Dedicó sus conocimientos matemáticos especialmente al estudio de la astronomía, difundiendo con empeño la segunda ley de Johannes Kepler que éste enunciara en 1609, revisando sus tablas astronómicas y corrigiendo muchos de los errores que contenían. Su principal obra Urania propitia (1650), escrita en alemán y latín, fue creada en la villa de Lubnice, donde se refugió con su marido durante la Guerra de los Treinta Años. Esta obra era una divulgación exhaustiva pero personalizada de las teorías de Kepler, donde planteaba soluciones y aportaba nuevas tablas matemáticas.

 

Cunitz no se libró de la intolerancia masculina de su época con respecto al derecho y capacidad de la mujer para obtener conocimiento y divulgarlo, y así, atribuyeron rápidamente la autoría de su libro a su marido, el cual se vio en la necesidad de desmentirlo.

Un accidente geográfico del planeta Venus fue bautizado en su honor como el Cráter de Cunitz.

María Cunitz murió en Byczyna, en agosto de 1664, tres años después de enviudar, dejando una inestimable aportación a las nuevas generaciones de astrónomos, y en general a la comunidad científica.

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