Los cultivos biológicos están alcanzando en todo el mundo una expansión notable a raíz de la inseguridad alimentaria surgida en los primeros años de este nuevo siglo. El dramatismo del llamado síndrome esponjiforme bobino, conocido vulgarmente por el «mal de las vacas locas», que llegó a cubrir toda Europa; las dioxinas detectadas en pollos de granjas belgas, o más la introducción de plantas modificadas genéticamente (OMG u OGM), ha ido creando una desconfianza en los consumidores, que demandan cada vez más alimentos con garantía de haber sido producidos de forma natural, despreciando los procedentes de la agricultura intensiva o industrial.
El cultivo biológico es una forma de producción agrícola limpia y respetuosa con el medio ambiente. En Europa se le denomina agricultura biológica, pero en otros países como Estados Unidos y Gran Bretaña recibe el nombre de agricultura orgánica; también se le conoce como agricultura sostenible y agricultura regenerativa. Otro término que se sale un poco del ámbito estrictamente biológico es la agricultura biodinámica, en el cual el cultivo biológico es sólo una de las opciones dentro de toda una filosofía de vida, donde se unen conceptos como nutrición, religión, arte, educación, etc.
Obvia decir que en la agricultura biológica no se utilizan abonos químicos, pesticidas, herbicidas, ni cualquier otro producto nocivo que pueda ser sintetizado por las plantas, y a través de la savia distribuirlo a los frutos o partes susceptibles de ser consumidas como alimento. Esto quiere decir que el hecho de pelar una manzana no servirá de nada, ya que las sustancias tóxicas estarán contenidas en ella a nivel molecular. Los cultivos biológicos son además respetuosos con el equilibrio del entorno y de los suelos, lo cual se traduce en la existencia de aguas y acuíferos limpios y ausentes de contaminación que favorecen la biodiversidad.
En la agricultura biológica no se utilizan abonos químicos, pesticidas, herbicidas ni otros productos nocivos para el medio ambiente o la salud
La agricultura biológica busca la relación sostenible entre todos los seres vivos y el espacio vital de la Tierra, es decir, entre suelo, animales, humanos y plantas dentro de la región de nuestro planeta en que se desarrolla la vida, que es la biosfera. El objetivo es la producción de alimentos respetuosos con el medio ambiente en que crecen, y que resulten sanos y naturales para los consumidores.
Los cultivos biológicos se realizan aplicando técnicas que, en cierta manera, emulan la producción que se da espontáneamente en la naturaleza no alterada por las actividades humanas, es decir, no interfiriendo en el proceso natural de una planta, sea modificando o eliminando elementos propios de su ambiente, o añadiendo otros que le son extraños; pero sí aprovechando ecológicamente las posibilidades que nos da la naturaleza para sacarle el máximo rendimiento.
Por ejemplo, no es propio de un cultivo biológico eliminar los insectos o parásitos mediante insecticidas o plaguicidas, que pueden ser perjudiciales para otros niveles de las cadenas tróficas, e incluso los pueden hacer inmunes. Tampoco, añadiendo productos químicos o fertilizantes sintéticos, herbicidas u otras sustancias tóxicas o nocivas para la salud.
No es propio de un cultivo biológico eliminar los insectos o parásitos mediante insecticidas o plaguicidas
Una manera de luchar ecológicamente contra los insectos es estudiando los procesos de crecimiento de las plantas que se pretenden cultivar, y los ciclos biológicos de los insectos que más daño pueden causarles. De esta forma se pueden elegir especies más o menos precoces, o decidir la mejor época de siembra y recogida para eludir así la acción más dañina de los insectos. Otra fórmula es seleccionando aquellas variedades de plantas más resistentes a las plagas o insectos que le son comunes.
Continúa en la 2ª parte –>