El Jardín Botánico de Medellín Joaquín Antonio Uribe

Historia


Foto: Wikimedia Commons

Los Baños del Edén 

La historia del Jardín Botánico de Medellín comienza hace más de un siglo, a finales del s. XIX, cuando los terrenos que hoy ocupamos empezaron a tener vocación recreativa, en lo que entonces era conocido como la casa de baños El Edén. La finca era propiedad de don Víctor Arando y luego de las hermanas Emilia y Mercedes Arango P., “solteras, mayores de edad y vecinas de este distrito”, como está consignado en una escritura pública.

La finca era alquilada a familias de una ciudad que entonces tenía 40.000 habitantes, que disfrutaban de los baños y que además saboreaban las delicias de la gastronomía popular que se ofrecía en el lugar. Era una especie de “estadero”, parecido a los de hoy, reconocido como centro de sano esparcimiento gracias al cuidado de las señoritas Arango, donde las familias que llegaban en tranvía, a caballo o en carreta pasaban el rato en los baños, mientras comían morcilla, empanadas, mondongo, fríjoles, chicharrones, sancochos, patacones chocolate con pandequeso o arepas con “ogao”. Un documento de la Biblioteca del actual Jardín Botánico cuenta que “iban los señores de la Villa en coche o a caballo por el camellón de Bolívar o por la carretera del norte, a tomarse sus copetines con mujeres hermosas y generosas, conversar, hacer negocios y concertar alianzas matrimoniales”.


Una variedad de orquídea
Foto: Wikimedia Commons

Otros textos compilados por Carlos Mejía Gutiérrez, miembro de la Academia Antioqueña de Historia, describen así la vida social alrededor del baño: “de aguas puras y abundantes brotadas en las cercanas colinas de Campo Valdés, disponía la casa de baños El Edén, situada donde hoy queda el Bosque de la Independencia y de propiedad entonces de don Víctor Arango, administrada por otros como José María Arango, quien fabricó allí sin éxito las primeras bebidas gaseosas que antecedieron en las postrimerías del siglo pasado (XIX) a las de Posada Tobón… Ibase también a este sitio a caballo o en coche, del mismo modo que en tranvía más tarde y era otro de los paseos predilectos, así como punto de reunión casi diario de los principales señores de la Villa”.

El Edén comenzó a decaer cuando se prolongó la ruta del tranvía hasta Bermejal, donde se crearon establecimientos que llamaron más la atención de los anteriores clientes de la casa de baños. Para entonces, ya se empezaba a gestar una nueva etapa en la historia de este terreno.

El Bosque de la Independencia

Eran los primeros años del siglo XX. Se acercaba el primer centenario de la Independencia de Antioquia y la región, encabezada por sus organizaciones civiles y estatales más destacadas, quiso conmemorar la fecha de manera inolvidable. Luego de muchos trámites y consideraciones, sumados a otros acontecimientos que también marcaron el aniversario, la Junta Organizadora de la Celebración del Centenario y la Sociedad de Mejoras Públicas de Medellín logran que el gobierno nacional – en ese momento Carlos E. Restrepo era Presidente de la República- dé un auxilio de $15.000, de los cuales $5.000 son destinados a los gastos de celebración y $10.000 se trasladan a la Sociedad de Mejoras Públicas para la compra del terreno en el que se crearía un nuevo bosque para Medellín.


Bosque de la Independencia en 1922
Foto: Wikimedia Commons

Cuentan los relatos de la época que, sin perder un minuto, Ricardo Greffestein, Presidente de la Sociedad, inició la búsqueda de un lote adecuado para materializar el proyecto. Después de considerar varias opciones, determinó que el sitio ideal era la finca El Edén, por su extensión y por sus abundantes aguas propias. Pronto se hizo la negociación con las hermanas Arango.

Los nombres de Ricardo Greffestein y Leocadio Arango se destacan junto al de otros personajes que comienzan a trabajar intensamente por hacer que ese ideal pudiera concretarse. Reciben un campo estéril, pedregoso, aparentemente adverso para que allí creciera un conjunto vegetal importante. Las vicisitudes fueron muchas y diversas, pero junto a ellas, comienzan a darse también los resultados. Así, el 11 de agosto de 1913 se crea el Bosque Centenario de la Independencia, que luego fue conocido como Bosque de la Independencia y, finalmente, sólo como El Bosque.

Al terreno inicial, que más adelante pasó a ser propiedad del Municipio de Medellín, se sumaron otros lotes y fincas aledañas comprados o donados por particulares, hasta configurar un terreno considerable. Y el lugar vuelve a convertirse en el epicentro de la actividad recreativa de la ciudad.

Surge allí el primer hipódromo de la ciudad, con una pista doble de carreras de caballos. Aprovechando las aguas existentes, se crea un lago donde los visitantes podían pasear remando en barcas, las primeras cubiertas de remiendos de brea, las siguientes ya seguras. Cerca se construye un edificio para bar, restaurante y pista de baile. En lo que hoy es el Salón Restrepo, un sitio de eventos, funcionaba una pista de patinaje. Además el Bosque de la Independencia contaba con vivero, canchas de tenis, trencito, juegos infantiles, un incipiente zoológico y hasta el servicio de venta de animales domésticos (perros y gatos).

Las historias se multiplicaron y se inscribieron en la memoria de los habitantes de la época. Se volvió tradición, por ejemplo, que los novios llevaran a su amada, acompañada de la suegra, a navegar en las barcas, de las que se decía que sacaban ampollas incluso a las manos más callosas. La suegra se sentaba en la proa, mirando para adelante, la novia atrás y el conquistador en el medio, remando, mientras disfrutaba de los mimos de su enamorada, sin ser vistos por la guardiana que contemplaba el paisaje al frente.

El Bosque fue escenario de las celebraciones patrias, sede de competencias náuticas y de pesca, centro de carreras de encostalados y concursos con vara de premios, epicentro de las retretas y de las representaciones teatrales o folclóricas que se hacían cuando existía la concha acústica. La ciudad entera se encontraba en este sitio, considerado desde entonces como un verdadero espacio público, al que asistían las familias de alta capacidad económica y también las de los trabajadores y obreros. Mientras los niños paseaban en burritas, los adultos se entregaban a otras diversiones, como el baile que comenzaba a la una o dos de la tarde y se prolongaba hasta las nueve de la noche, o hasta que había quién le pusiera monedas al piano del bar.

Durante cincuenta años el Bosque de la Independencia permitió el entretenimiento de los habitantes de Medellín. Llega entonces la decadencia, sumada al surgimiento de casas de citas en los alrededores, lo que lleva a la crisis la administración del Bosque. Pero hasta entonces, sus 235.000 varas de extensión eran uno de los lugares más apreciados de la ciudad. Como dice uno de los relatos del momento, depositados en la biblioteca actual, “puede asegurarse sin temor de errar que es el mejor paseo de la ciudad y en donde mejor se está, porque allí se cura el espíritu de preocupaciones y el organismo descansa de la asfixia a que vive sometido en el centro urbano, donde se sufre de la más lamentable pobreza de jardines públicos y paseos arborizados”.

El Jardín Botánico

A mediados de 1968 llega el momento de emprender otra etapa. Por esos días regresaba de Australia la señora Elena Baraya, Presidente de la Sociedad Colombiana de Orquideología, con una noticia extraordinaria: Medellín sería la sede de la VII Conferencia Mundial del tema.

Este logro fue el detonante de un proceso que llevó a reformar profundamente el Bosque de la Independencia. Se unen con tal fin la Sociedad de Mejoras Públicas, la Sociedad Colombiana de Orquideología, el Municipio de Medellín y el Club de Jardinería. Juntos crean una Fundación privada sin ánimo de lucro, que le da vida al Jardín Botánico Joaquín Antonio Uribe, como homenaje al sabio naturalista antioqueño. La nueva institución es inaugurada el 19 de abril de 1972, en el marco de la VII Conferencia Mundial de Orquideología. El evento marca un hito en la historia de la ciudad, pues por esos días Medellín giró en torno a las 62 delegaciones colombianas y extranjeras, representantes de 16 países, que se encontraron aquí para exhibir las más bellas orquídeas del mundo.

Así, con pie derecho, comenzó la historia del Jardín Botánico. El propósito que se trazó la nueva institución fue el fomento y el desarrollo de las ciencias naturales, en particular de la botánica, a través de la investigación y la conservación de la flora. Se propuso también crear un ambiente propicio para la educación ambiental y aportar un espacio para presentar la flora colombiana, además de constituirse en un atractivo turístico y ecológico importante de la ciudad y servir de sede para la realización de diferentes eventos culturales y educativos. En mayo de 1979 fue declarado Pabellón de Flora y pasó a formar parte del antiguo Sistema de Parques Nacionales, hoy Sistema Nacional Ambiental (SINA). En 1985 fuera declarado Patrimonio Cultural de Medellín.

El trabajo realizado por la institución la ha convertido en una de las entidades más respetadas y reconocidas del país por su vasto dominio en la exploración, la preservación y la conservación de la flora colombiana, con énfasis en la regional. El prestigio de su labor llevó a que el Jardín Botánico fuera declarado Patrimonio Cultural de Medellín, avalado por hechos como ser parte desde 1989 de la Red Internacional de Jardines para la Conservación, dentro de la Estrategia Mundial de la Conservación en los Jardines Botánicos, con la colaboración de la FAO, UNEP, UNESCO, WWF, UICN y BGCI, entre otras organizaciones mundiales.

Una de las herramientas fundamentales para desarrollar nuestra labor es el Herbario del Jardín Botánico de Medellín, creado en 1972, el más completo en flora de nuestra región, con fortalezas en la flora de la zona geográfica del Chocó. Su tarea de exploración y clasificación ha sido continua y permanente, a pesar de las crisis por las que ha pasado la institución. El Herbario cuenta con reconocimiento internacional para los estudios taxonómicos y florísticos, lo que lo convierte en uno de los más importantes y crecientes bancos de información botánica de Colombia y América Latina. El Herbario cuanta con una colección de más de 40.000 ejemplares botánicos, entre los cuales se encuentra un alto número de especies nuevas para la ciencia, otras promisorias y muchas en vía de extinción.

La Biblioteca del Jardín Botánico, especializada en la materia, fue creada con el propósito de servir de apoyo a la investigación científica de la flora de Colombia. En 1978 fue fortalecida para ampliar sus servicios y enriquecer sus colecciones, con textos académicos que permiten las consultas de la población escolar circunvecina, caracterizada por sus bajos recursos económicos y sus limitadas opciones de acceso a centros de documentación. Así, la biblioteca logra atender a públicos neófitos, aficionados o profesionales, incluyendo en sus servicios programas de todo tipo. Como respaldo, esta área cuenta con el apoyo de varias redes institucionales, como el Grupo de Unidades de Información Especializada –GUIE, el Grupo de Bibliotecas Escolares y Públicas de Medellín y el Área Metropolitana y el Grupo de Servicios al Público de las Unidades de Información –SERVINFO, lo que asegura una preparación constante e información de calidad, que finalmente se traduce en un mejor servicio para nuestros usuarios.

Y sin duda, uno de los mejores recursos con los que contamos es el jardín en sí mismo, un pulmón verde enclavado en la ciudad, el remate de lo que ha sido considerado por la actual Administración Municipal como el nuevo centro de Medellín dentro del programa El Centro Vive. Este ecosistema urbano estratégico no sólo es vital para la existencia de los habitantes del municipio y el Área Metropolitana –sólo imaginar la ciudad sin el Jardín Botánico supone una calamidad ambiental, en un sitio en donde las emisiones de gases contaminantes, las lluvias ácidas y la superpoblación son cada vez más preocupantes-, sino que se constituye también en un museo vivo, que conforma una reserva biológica y un banco de germoplasma invaluable.

Información procedente del Jardín Botánico de Medellín J. A. Uribe
Más información en: www.jbmed.org

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  • me parece muy bien que pupliquen eso por que ayuda a los alumnos gracias

  • El jardín botánico siempre será uno de los mejores sitios para visitar en Medellin, en cualquier momento.

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