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Antártida
FILATELIA ANTÁRTICA
Colaboración de Juan Franco Crespo
La isla Tristán Da Cunha (Atlántico Sur) - 1ª parte
ste grupo de islas, de soberanía británica, se hallan a
mitad de camino entre África del Sur (2700 kilómetros) y Brasil (4000
kilómetros). El grupo se dispersa entre los 37º 02’ y 37º 24 S a los 12º 12’
y 12º 42’ Oeste, justo en la frontera climática subantártica y subtropical.
Tristan da Cunha, la única habitada, suele estar incluida en la ruta de los
navíos que visitan la Antártida, especialmente sudafricanos y británicos. En
sus roquedales nidifican, y tienen su santuario, millones de aves marinas de
las regiones australes que también aseguran el sustento de sus escasos
pobladores. Son tierras de origen volcánico que emergieron hace más de 18
millones de años, aunque la isla mayor apenas tiene un millón de años.
La zona más norteña es precisamente la de Tristan da Cunha que es la que da
nombre al grupo insular y de forma prácticamente circular (12 kilómetros de
diámetro) fruto de su origen volcánico hace un millón de años. Está coronada
por una cumbre de 2060 metros casi siempre cubierta por un gran manto de
nubes, dio un gran susto a sus habitantes en 1961 cuando entró en erupción y
todos fueron evacuados.
Tristan da Cunha tiene 98 km² y únicamente un asentamiento humano bautizado como Edinburgh (en honor de la capital escocesa) que acoge sus 300 habitantes y en sus cercanías tiene el único lugar que permite desembarcar. Las otras islas de este grupo subantártico son Inaccesible (18 km²), Nightingale (260 hectáreas) y sus dos islotes Middle y Stoltenhoff. A 340 kilómetros al sudoeste está la isla de Gough (65 km²), todas están deshabitadas, pero esta última conoció prospecciones mineras en busca de diamantes en 1919. Los alemanes la visitaron también en la II Guerra Mundial con miras a montar una base naval y un campo de concentración, pero no se llegó a realizar. En 1955/56 los británicos transfirieron la estación meteorológica a las autoridades sudafricanas y son sus científicos los que regularmente la visitan; Gough también es visitada por cruceros turísticos, la primera vez fue en 1970 y seis años más tarde fue declarada Reserva Natural, alcanzando el título de Patrimonio de la Humanidad en 1995.
El descubrimiento se debió al Almirante portugués Tristâo da Acunha que, a bordo del Santiago y al mando de una flota de catorce naves, las documentó en 1506. El primer testimonio de un desembarco fue recogido por el holandés Claes Gerritzzoon Bierenbroodspot a bordo del Heemstede el 7 de febrero de 1643. Sin embargo, administrativamente, nadie reclamaba los peñascos australes hasta que llegó el austriaco Guillerme Bolts con el Joseph et Thérèse; era 1775 y tomó posesión de la isla en nombre del Emperador José II: fue la única presencia del imperio austro-húngaro en la historia de las tierras australes.
Tristan da Cunha, como otras tantas islas, sufrió también el célebre refrán entre los cazadores y peleteros del XVII: descubrir, explotar, extinguir. Los primeros que llegaron a su suelo fueron los norteamericanos con el Industry, en ocho meses cargaron 5600 pieles de león marino, fue en la temporada 1790-91. Diez años después, desde la colonia de El Cabo llegó el Phiamingi y sólo consiguió cazar 10 cabezas, la especie prácticamente se extinguió pero los norteamericanos continuaron visitándola con escaso éxito. El Baltic llegó en 1810-12 y fundó el primer campamento estable con tres cazadores que tomaron, una vez más, posesión de la isla. Dos se ahogaron y el superviviente continuó su lucha por la vida hasta 1813 cuando llegaron dos nuevos colonos a bordo de un navío británico.La etapa de mayor violencia por estas latitudes explotó con la guerra entre británicos y norteamericanos (1812-1815), los últimos la empleaban como base para atacar la flota británica. El USS Hornet hundió el HMS Penguin durante una épica batalla naval. En 1816 los británicos decidieron establecer una guarnición permanente, en parte, con el objetivo de evitar una posible huída de Napoleón Bonaparte que se encontraba exiliado en Santa Helena. La guarnición fue retirada al año siguiente y se quedaron tres hombres, una mujer y dos niños con caballos y vacas para su aclimatación y supervivencia, en este período histórico fue cuando se fundó el actual emplazamiento por el escocés William Glass que es el que se quedó con su esposa e hijos. Luego se les añadieron otros apellidos: Green (holandés), Swain (inglés), Hagan y Rogers (norteamericanos), Repetto y Lavarello (italianos) y, más recientemente, Patterson que se casó con una de las chicas de la isla y se vino también a vivir a Edinburgh.
Aquella pequeña comunidad fue creciendo, sobre todo con los frecuentes naufragios. En 1826 había 14 personas. Glass, su esposa y sus siete hijos junto a otros cinco supervivientes. Aquél pequeño asentamiento humano fue providencial para proveer de alimentos a los navíos que realizaban la ruta a la India y el Lejano Oriente, Australia y Nueva Zelanda. Tristan da Cunha se convirtió en una escala obligada para el aprovisionamiento de los barcos de agua dulce, carne y vegetales frescos. La apertura del Canal de Suez, en 1869, eliminó la necesidad de realizar la ruta del Cabo de Buena Esperanza y la isla quedó prácticamente olvidada hasta que en nuestros días ha sido vista también como un punto codiciado por los cruceros australes.Sin embargo, si miramos el aspecto humano, centenares de personas salvaron su vida gracias al solitario grupo de hombres, mujeres y niños que un día decidieron cambiar sus vidas y se asentaron a miles de kilómetros de las islas británicas: fueron los providenciales salvadores de los naufragios que se dieron en la región, el primero protagonizado ya en 1817 por el HMS Julia. Esta labor de salvamento tuvo una recompensa y el gobierno británico envió provisiones y equipos de rescate en 1858 y 1884. El presidente norteamericano Rutherford B. Hayes también envió regalos y provisiones por haber salvado a los integrantes del Mabel Clark en 1878. Bastantes sellos de la isla han reflejado muchos de estos percances en los últimos tiempos.