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El aparato locomotor
(continuación)
Sistema esquelético
(continuación)
Articulaciones
as articulaciones son zonas de unión entre dos huesos contiguos.
Se pueden clasificar según el tejido del que están
compuestas, el tipo de movimiento que pueden realizar y
su funcionalidad, es decir, el grado de movimiento que
pueden desarrollar.
Se distinguen tres tipos básicos:
- Articulaciones sinartrosis
Son fijas, sin posibilidad de movimiento alguno en estado normal. Se forman encajando fuerte y perfectamente un hueso en otro, dando continuidad a las superficies óseas. Ejemplo de estas articulaciones son los que presentan los huesos del cráneo.
- Articulaciones anfiartrosis o cartilaginosas
Son semimóviles, es decir, con movimientos muy limitados. Están formadas por un disco de fibrocartílago uniendo los huesos, ejemplo de las que existen entre las vértebras.
- Articulaciones
diartrosis o sinoviales
Son móviles, con una amplia variedad de movimientos. Se caracterizan por poseer una membrana intermedia llamada
sinovial, que contiene la sinovia o líquido viscoso y transparente que las lubrica. Se trata de las articulaciones más complicadas, están constituidas por una
cabeza articular que permite el encaje de un hueso en el hueco de otro; unos
ligamentos internos o externos que permiten la sujeción entre ambos; y la
cápsula articular, formada por tejido conjuntivo, y que contiene el ya citado líquido sinovial. El derrame de este líquido, por rotura de la membrana que lo encierra, es una lesión muy frecuente, como también la luxación por pérdida de contacto entre las dos superficies articulares. Estas articulaciones son típicas en los extremos de los huesos largos, ejemplo de la unión del húmero con el omóplato o del fémur con el coxal.
Sistema muscular
El sistema muscular está formado por un conjunto de órganos de fibras contráctiles encargados de la actividad locomotora. Anatómicamente pueden ser:
- Estriados
Formados por tejido muscular estriado, de acción voluntaria, encargados de de la vida de relación.
- Lisos
Formados por fibras lisas, de acción involuntaria, encargados de la vida vegetativa.
Sistema muscular
Los músculos representan el 50% del peso corporal, y son fundamentales en la regulación térmica y el metabolismo general. Su inserción en los huesos se realiza mediante tendones y membranas fibrosas llamadas
aponeurosis. Cada músculo posee, generalmente, un punto en cada extremo que se inserta en los huesos; el que está fijo o relativamente fijo durante el movimiento se le llama
origen, y el que se mueve
inserción; la parte intermedia se denomina
vientre. Por lo general, ambos extremos se fijan a huesos distintos abarcando articulaciones a las dan movimiento. En ocasiones un extremo, o ambos, no están fijos a huesos sino a la piel, ejemplo de los músculos de la cara.
El movimiento de un músculo se realiza siempre en el sentido de tiro, no en el de empuje, motivo por el que se precisan parejas de músculos para poder realizar el ambos movimientos. Así, se denominan agonistas aquellos músculos que trabajan en un sentido, y antagonistas los que actúan en el sentido contrario, ejemplo de los músculos flexores y extensores (que doblan y extienden), abductores y aductores (que separan y acercan un órgano al plano por el cual se supone dividido el cuerpo en dos mitades), elevadores y depresores (que elevan o bajan), esfínteres y dilatadores (que comprimen y dilatan), pronadores y supinadores (que hacen girar la mano de tal modo que la palma quede vuelta hacia abajo, quedando el cúbito y radio en posición cruzada o en paralelo).
Las contracciones y relajaciones de los músculos estriados requieren un ritmo para que se mantenga el tono muscular. Cuando se realiza un ejercicio físico sin permitir esa recuperación se produce lo que se llama fatiga muscular, que da lugar a una contracción cada vez más débil. Las fibras musculares almacenan glucógeno, el cual se transforma en moléculas de glucosa cuando se realiza una actividad normal. La metabolización del glucógeno, cuando falta oxígeno o es insuficiente, puede producir la fermentación láctica, generando ácido láctico como residuo; el exceso de este ácido da lugar a la formación de unos cristales que se clavan en las fibras musculares, produciendo lo que se conoce como agujetas.
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