ANATOMÍA HUMANA - FUNCIONES NUTRICIÓN: La sangre - 2ª parte

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Anatomía humana

FUNCIONES DE LA NUTRICIÓN

La sangre - 2ª parte


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Características y constitución (continuación)

Glóbulos rojos

os glóbulos rojos, eritrocitos o hematíes, tienen forma discoide, bicóncavo, y miden unas 9 micras de diámetro. Contienen la hemoglobina, responsable del color rojo de la sangre y del transporte de oxígeno desde los pulmones hasta las células. El número normal de hematíes oscila en el hombre entre los 4,8 y 5,8 millones por cada milímetro cúbico, y entre 4,2 y 5,1 en la mujer.

Los glóbulos rojos contienen la hemoglobina, responsable del color rojo de la sangre y de transportar el oxígeno a las células
Los glóbulos rojos contienen la hemoglobina, responsable del color rojo de la sangre y de transportar el oxígeno a las células

Los hematíes son células que carecen de núcleo (sólo en la mayoría de los mamíferos) y por tanto no se pueden reproducir. Su formación se realiza en la médula ósea (eritropoyesis) según el organismo los va necesitando, a partir de células nucleadas, los hemocitoblastos; cuanto más oxígeno se requiera mayor será la producción. Así, en las zonas de gran altura sobre el nivel del mar, donde disminuye el oxígeno atmosférico, la producción de hematíes aumenta para cubrir la deficiencia de oxigenación que se produciría en la sangre; las poblaciones que se sitúan en esos niveles suelen manifestar cifras superiores a los 6 millones de hematíes por milímetro cúbico. El mecanismo que regula la formación de los hematíes es complejo y necesita la presencia de varios factores, tales como la existencia de iones, cobre, y vitamina B12 (que depende del factor de absorción del intestino).

El ciclo vital de los hematíes dura entre 100 y 120 días, siendo después destruidos (eritrolisis) por las células del sistema reticuloendotelial (SRE), especialmente en el bazo, pero también en el hígado y médula. En su desintegración, la hemoglobina que contiene se descompone en hemosiderina, un pigmento amarillo rojizo que contiene hierro trivalente, y utilizada para la formación de nueva hemoglobina, así como bilirrubina, que es excretada por la bilis.

Los hematíes aportan oxígeno a los tejidos para que puedan desarrollarse las reacciones metabólicas y, al mismo tiempo, recogen el dióxido de carbono que se ha generado en estas reacciones y lo retornan a través del sistema venoso hasta los pulmones, donde lo liberan, para posteriormente oxigenarse de nuevo y comenzar otro ciclo.

Glóbulos blancos

Los glóbulos blancos o leucocitos son cada una de las células nucleadas (con núcleo y estructura citoplásmica), globulares, incoloras, y de movimientos amiboides, que se encuentran en gran número en la sangre, la linfa y el tejido conjuntivo, y que poseen funciones generalmente fagocitarias, es decir, destruyen los cuerpos extraños que penetran en el organismo. Son células de mayor tamaño que los glóbulos rojos, pero menos numerosas, se estima su número entre los 5.000 y 10.000 por milímetro cúbico, aunque suelen aumentar durante las infecciones bacterianas.

Células de glóbulos blancos o leucocitos
Células de glóbulos blancos o leucocitos

Los glóbulos blancos se clasifican en cinco tipos distintos repartidos en dos series: la granulocítica (neutrófilos, basófilos y eosinófilos), y la agranulocítica (linfocitos y monocitos); éstos últimos son de mayor tamaño que los de la serie anterior. Los granulocitos y monocitos tienen funciones fagocíticas ante la entrada de microorganismos en el cuerpo; los linfocitos tienen que ver con la funciones inmunitarias, y son los responsables de la formación de anticuerpos y de la estimulación de otras células que también están relacionadas con la inmunidad. En general, unos y otros tienen algún tipo de influencia en la defensa del organismo y el sistema inmunitario.

Determinados leucocitos se originan en el timo, éste es un órgano de los vertebrados, situado generalmente en la región faríngea o cervical, formado embriológicamente de las bolsas o hendiduras branquiales. En los mamíferos se halla en el pecho (en el mediastino); alcanza su máximo desarrollo durante los primeros años de vida y luego se atrofia hasta quedar reducido a un vestigio adiposo. Interviene en los mecanismos inmunológicos de defensa del organismo, participando en la maduración de un tipo de linfocitos, por ello se denominan linfocitos T (o células T). Los hay de varias clases, y concretamente sobre una de ellas, los T4, recae la acción patógena del virus de inmunodeficiencia humana (VIH), para desarrollar el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (el conocido como SIDA).

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