AGRICULTURA - SUELOS: Composición - 1ª parte

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SUELOS

Composición - 1ª parte


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letra capitular El suelo o capa superficial de la tierra, es una formación de materias minerales y orgánicas producidas por la acción geológica continuada, combinación de agentes atmosféricos como el viento o el agua, y los procesos de descomposición llevados a cabo por los microorganismos.

Química del suelo

El suelo es, químicamente, un complejo laboratorio de la naturaleza. En él se producen numerosas reacciones químicas, muchas de ellas difíciles de explicar, y otras más simples cuyos procesos pueden ser estudiados y comprendidos.

Básicamente, los suelos están compuestos de partículas minerales llamadas silicatos, los cuales constituyen los productos fundamentales de la corteza terrestre (el 95%), pues se encuentran formando parte de muchas rocas y minerales.

Cuando hablamos de la arena, arcilla, caliza, etc., nos estamos refiriendo en realidad a diferentes formas de silicatos. Los silicatos más importantes son los de sodio y potasio (vidrios solubles), los que componen el vidrio y el cristal (calcio), los del aluminio (arcilla o caolín), los del magnesio (talco), etc.

El 95% de la materia inorgánica de la corteza terrestre son silicatos, como la arena, arcilla, caliza, etc.
El 95% de la materia inorgánica de la corteza terrestre son silicatos, como la arena, arcilla, caliza, etc.

Por su parte, el suelo alberga muchos nutrientes importantes para el crecimiento de las plantas, tales como nitrógeno, fósforo, potasio, hierro, magnesio, azufre y calcio. De todos ellos, hay tres elementos principales y fundamentales, el nitrógeno, fósforo y potasio, que deben encontrarse en los suelos en formas asimilables por los vegetales, y sin los cuales no pueden desarrollarse.

Además de los citados, existen otros elementos llamados oligoelementos que, aunque también son fundamentales para las plantas, sólo los necesitan en muy pequeñas cantidades, como son el boro, cobre, cinc y manganeso; suelen encontrarse en cantidades suficientes en los suelos pero la falta de alguno de ellos puede resultar grave para la plantas.

Los coloides

Los coloides son unas partículas microscópicas de óxidos hidratados de determinados minerales, como hierro, aluminio, silicio, etc., que se mueven con el agua y son fundamentales para que las plantas puedan obtener los nutrientes del suelo. Su textura es parecida a la arcilla y no se disuelven en el agua, sino que se mezclan y dispersan con ella. Los coloides se forman por meteorización física y química de los minerales primarios (véase más adelante el apartado: componentes primarios de los suelos). Son apropiados como catalizadores por ser muy absorbentes, debido a su gran superficie.

En la agricultura tiene especial importancia las propiedades físicas de los coloides. La lixiviación, que es la separación de una sustancia soluble de otra insoluble por medio del agua, es un efecto indeseable en las tierras de cultivo, pues los coloides de compuestos originales del suelo, como calcio, potasio, sodio, etc., pueden ser lavados y desplazados, dejando un terreno ausente de nutrientes para las plantas.

En las regiones donde las precipitaciones son escasas y con pocos acuíferos subterráneos, los suelos conservan más fácilmente los nutrientes, al existir una escasa lixiviación. Por su parte, donde las aguas son torrenciales, o se riega por anegación del suelo, la capacidad de lixiviación del terreno se incrementa notablemente. Los riegos por aspersión o goteo son, en estos casos, los más aconsejables para evitar el movimiento de los coloides a través de los canales o láminas de agua formados por las escorrentías.

Los riegos por aspersión o goteo son los preferibles para conservar los coloides del suelo
Los riegos por aspersión o goteo son los preferibles para conservar los coloides del suelo

Intercambio de bases

El intercambio de bases es una reacción química muy importante en los coloides. Básicamente, el proceso consiste en que un elemento mineral que forma parte de un compuesto, puede liberarse de éste al entrar en contacto con el agua (se disuelve en el líquido), y de esta forma queda a disposición de las plantas para ser asimilado como un nutriente.

Cuando añadimos al suelo un fertilizante o un elemento mineral necesario, estamos favoreciendo el intercambio de bases. Por ejemplo, una actividad agrícola muy común en los terrenos ácidos (que tienen un exceso de concentración de iones de hidrógeno) es corregirlos añadiendo caliza, en esa operación la caliza reacciona con el hidrógeno y lo neutraliza; esto es necesario si deseamos cultivar la gran mayoría de plantas, como las legumbres, ya que los suelos ácidos son inviables para su normal desarrollo.

Otro ejemplo de intercambio de bases es el que sucede cuando incorporamos al suelo un fertilizante tan importante como es el potasio; parte de él se disolverá en la solución del suelo con el agua de riego o de lluvia, quedando de esta forma a disposición de las plantas para su asimilación como nutrientes, mientras que otra parte participará en el intercambio de bases y se incorporará a los coloides permaneciendo en los suelos como reserva.

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