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Literatura prosista
LA LITERATURA EN EL SIGLO XVIII
Antecedentes en España - 5ª parte
La literatura española (continuación)
El Posbarroco (continuación)
Las críticas al Posbarroco
ucharon contra el mal gusto posbarroco varios autores de importancia; entre ellos, Ignacio Luzán, el padre Feijoo y el padre Isla, que representan ya una introducción o primera etapa del Neoclasicismo español, al menos en lo que a crítica se refiere.
Ignacio Luzán (1702-1754)
Nació en Zaragoza y vivió bastantes años en Italia, donde escribió en italiano y publicó algunas obras. En 1737 publicó su Poética en la línea de la de Aristóteles y de las que años antes habían publicado el francés Boileau (1674: Arte poética) y el italiano Muratori (1706: De la perfecta poesía italiana). Su obra tuvo sólo una relativa influencia, ya que la obra de Boileau fue preferida como fuente de la normativa literaria.
José Francisco de Isla (1703-1781)
Nació en Vidanes (León). Ingresó en los jesuitas y estudió en Salamanca. Salió de España en 1767, cuando se produjo la orden de expulsión de los jesuitas, y vivió en Italia. Murió en Bolonia.
Escribió varias obras, en las que se muestra seguidor de las ideas del Padre Feijoo y en las que se aprecia su conocimiento de las nuevas ideas científicas y filosóficas europeas. En ellas critica ya los excesos de la oratoria religiosa posbarroca, que culminará en la novela Historia del famoso predicador Fray Gerundio de Campazas, alias Zotes, publicada en dos partes (1758 y 1770) con el seudónimo de Francisco Lobón y Salazar. La obra tuvo un gran éxito desde el mismo momento de su aparición; la inquisición la prohibió (pero siguió leyéndose) y suscitó una gran polémica entre ilustrados y tradicionalistas. La obra ridiculiza la verborrea de ciertos predicadores a través de las figuras de Fray Gerundio y Fray Blas, contrarrestadas por la del prudente Fray Prudencio, el cual representa las ideas del propio Isla.
Benito Jerónimo Feijoo (1676-1764)
Nació en Casdemiro (Orense). Perteneció a la Orden benedictina y estudió en Salamanca. Destinado al convento de San Vicente de Oviedo fue catedrático de su Universidad y en esta ciudad murió.
Gozó de fama y prestigio en España y en el extranjero, y fue admirado por la amplitud de sus conocimientos y su actitud crítica. En 1726 inicia la publicación de sus obras más importantes, que se extendería hasta 1760: los nueve volúmenes del Teatro crítico universal (1726-1740) y los cinco de las Cartas eruditas y curiosas (1742-1760). Estas obras fueron traducidas a los principales idiomas cultos de Europa al poco de aparecer y sus ediciones se sucedieron durante todo el siglo. A la vez, provocaron una gran polémica y duras críticas, de las que Feijoo se defendió con varios textos. En 1750, el rey Fernando VI prohibió que se atacaran las obras de Feijoo. El Teatro crítico consta de 118 artículos, ensayos o discursos sobre los más variados temas científicos, literarios, religiosos, lingüísticos, etc. Y en la misma línea están las 163 disertaciones que constituyeron las Cartas eruditas.
La obra de Feijoo puede considerarse precursora de la Ilustración española, y ya en su época se tomó como una "puerta abierta a la razón". Feijoo estaba bien informado de las novedades científicas y técnicas que se producían en Europa y las comenta, enfrentándolas a la ignorancia, irracionalidad y superstición de la época posbarroca; el subtítulo que puso al Teatro crítico ("Discursos varios sobre todo género de materias para desengaño de errores comunes") indica con bastante claridad sus intenciones. Hay que señalar, en lo que respecta al terreno literario, su defensa del castellano como lengua de cultura y del teatro clásico español, frente a los ataques de todo tipo que recibía por alejarse de las normas (las "reglas" o unidades dramáticas).