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Tierras y Culturas
MÉXICO
La Revolución Mexicana y sus secuelas, 1910-40 - 2ª parte
La constitución de 1917
on la mayor parte del centro y sur de México bajo control constitucionalista, Carranza en 1916 convocó un congreso constituyente en Querétaro para revisar y actualizar la constitución de 1857. En el curso de la lucha, las demandas económicas y sociales de los precursores radicales se habían convertido en consignas comunes, que las bandas revolucionarias apostaban para obtener el apoyo popular.
La constitución de 1917 incorporó las aspiraciones de los grupos involucrados en la revolución. Mientras que los seguidores de Zapata defendieron la causa de la reforma agraria, otros en la asamblea constituyente presionaron para la protección del trabajo urbano. Varios grupos abogaron por ampliar la base educativa al poner la escuela primaria a disposición de las masas mexicanas, la mayoría de las cuales nunca tuvieron la oportunidad de aprender a leer y escribir.
La constitución de 1917 incorporó específicamente las principales características de los estatutos de 1824 y 1857 con respecto a la organización territorial, las libertades civiles, las formas democráticas y las cláusulas anticlericales y antimonopolio. La constitución revirtió por completo el concepto ampliamente aceptado en México de que el gobierno debería tener solo un rol limitado y pasivo. Argumentó que el gobierno nacional tenía la obligación de asumir un papel activo en la promoción del bienestar social, económico y cultural de sus ciudadanos. El Artículo 3 esbozó un vasto plan de educación pública secular, gratuita y obligatoria. El Artículo 14 reafirmó el respeto de la propiedad privada y los contratos, pero el Artículo 27 interpuso conceptos de utilidad social y beneficio nacional para limitar el uso sin restricciones de la propiedad privada.
Los nuevos conceptos más importantes se encuentran en los artículos 27 y 123. Los primeros reafirmaron la propiedad nacional de los recursos del subsuelo y delinearon programas agrarios y de reforma agraria alternativos. Este último, la Carta Magna del trabajo y el bienestar social, se apartó para resaltar su importancia; además de garantizar los salarios mínimos y el derecho a organizarse y a la huelga, otorgaba estatus social laboral. El artículo 123 también describía un sistema integral de seguridad social, incluidos los programas de salud pública y bienestar. Como reflejo de los sentimientos nacionalistas de los revolucionarios, los extranjeros y los intereses extranjeros quedaron sujetos a limitaciones.
La constitución de 1917 estableció los objetivos hacia los cuales los presidentes debían trabajar. Como se esperaba, Carranza fue elegido presidente y recibió el reconocimiento de los Estados Unidos. Cuando Zapata fue traicionado y asesinado en 1919, la última oposición a la reorganización Carranza-Obregón se disolvió. Villa se retiró de una campaña activa después de que sus incursiones a través de la frontera (especialmente una en Columbus-Nuevo México, el 9 de marzo de 1916) no habían logrado involucrar a Estados Unidos en el conflicto con Carranza. Finalmente, Villa sería emboscado y asesinado por enemigos políticos en 1923.
La dinastía del norte: Obregón y Calles
Cuando Carranza no avanzó hacia las reformas sociales inmediatas, el general Obregón reclutó a otros dos jefes poderosos del norte de México, Plutarco Elías Calles y Adolfo de la Huerta, para unirse a él en un golpe casi incruento; juntos formaron la dinastía del norte. Carranza fue asesinado mientras huía de Ciudad de México, y Obregón asumió el cargo el 1 de diciembre de 1920. La dinastía estuvo de acuerdo en que era necesaria la paz para rehabilitar a México de las devastaciones que dejaran casi una década de agitación civil. Usando una combinación de fuerza e incentivos políticos, Obregón consiguió aplacar a muchos líderes militares ambiciosos.
Mural de José Clemente Orozco, en la Escuela Nacional
Preparatoria (ciudad de México, representando a los
soldados que lucharon durante la Revolución Mexicana,
1926.
Obregón comenzó a implementar los ideales establecidos en la constitución. Se creó una maquinaria administrativa para distribuir tierras a los sin tierra y restaurar las propiedades comunales (ejidos) en las aldeas. El gobierno apoyó a la Confederación Regional de Trabajadores Mexicanos. José Vasconcelos, que fue nombrado ministro de educación, debía implementar el programa de educación rural. Él patrocinó un programa cultural que le dio fama e importancia a México en todo el mundo. Los pintores radicales de murales como Diego Rivera, José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros, quienes fueron comisionados para retratar la historia mexicana y especialmente la revolucionaria en edificios públicos, exaltaron el pasado indígena. Frida Kahlo expresó preocupaciones similares en ámbitos sociales y políticos, pero sus pinturas fueron menos públicas. Los novelistas Martín Luis Guzmán, Gregorio López y Fuentes, y Nellie Campobello usaron la palabra escrita para transmitir mensajes radicales y revolucionarios.
Al final de su mandato, Obregón se hizo a un lado para dejar paso a Calles. La presidencia de Calles siguió las mismas líneas generales que la de Obregón. Se intensificó la distribución de la tierra, se inició un programa de irrigación y en 1925 se presionó nuevamente a las compañías petroleras para que cambiaran por arrendamientos los títulos que habían obtenido de Díaz. Los problemas con la iglesia se desarrollaron cuando Calles instituyó vigorosamente medidas anticlericales; en represalia, la iglesia suspendió todas las ceremonias religiosas y aprobó y posiblemente patrocinó una rebelión en el occidente de México conocida como los cristeros. La mediación de la controversia entre la iglesia y el estado fue extraoficialmente realizada por Dwight W. Morrow, el embajador de Estados Unidos en México, cuya diplomacia amable y hábil también alivió las tensiones entre los dos países.