El término «inalámbrico» se refiere a un conjunto de tecnologías de comunicación, que dependen de una señal no cableada físicamente para enviar y/o recibir información, sean datos, voz y otros sonidos; en el caso específico que nos ocupa, música.
En las comunicaciones inalámbricas el medio utilizado es el aire, por el que viaja la información, habitualmente mediante la modulación de ondas electromagnéticas (ondas de radio), pero también, aunque en menor medida, con laser o infrarrojos. Actualmente, con el auge del Internet de las cosas, las tecnologías inalámbricas constituyen un recurso muy recurrido, de tal forma que los tiempos del cableado en los dispositivos de comunicación va llegando a su fin progresivamente.
Los sistemas y protocolos inalámbricos pueden ser variados, pero uno de los más extendidos es el Bluetooth, una tecnología de red para transferir audio y datos entre dos puntos cercanos, e incluso entre dispositivos digitales diferentes: Smartphones, tabletas, y por supuesto equipos de música, entre otros. El estándar Bluetooth ha evolucionado hacia el Bluetooth LE Audio, como veremos más adelante, permitiendo interconectar dispositivos musicales de forma más específica.
La primera transmisión efectiva sin hilos utilizando el éter como medio, la realizó Marconi en 1895, desde la isla de Wight a una embarcación que se hallaba a unos 6 km. de distancia. Esta prueba la superaría en 1901, consiguiendo que la señal cruzase el Océano Atlántico. A partir de aquí, la comunicación vía radio sólo podía evolucionar, convirtiéndose en un hito de la tecnología, una extraordinaria invención cuyo horizonte apenas podía preverse en aquellos momentos.
Numerosos adelantos tecnológicos potenciaron después el mundo de las ondas electromagnéticas, como el desarrollo del transistor. Este diminuto componente podía sustituir a una válvula de vacío que era mucho más voluminosa, permitiendo reducir notablemente el tamaño de los dispositivos, haciéndolos portátiles. Una simple computadora, que ocupaba toda una habitación, podía reducirse al tamaño de un pequeño escritorio. Esa tendencia a la miniaturización, permitió alcanzar grados de agrupación de componentes en espacios microscópicos, utilizando la tecnología de los circuitos integrados. A la electrónica y sus aplicaciones prácticas le esperaba un futuro prometedor.
La telefonía móvil vino en las últimas décadas del siglo XX a inaugurar un campo de la telecomunicación insospechado, pues al principio solo se trataba de una línea de telefonía portátil, pero en su evolución y especialmente tras la aparición de Internet, esa línea multiplicó sus posibilidades, no sólo para la transmisión de voz, sino también de datos, con lo que ello implicó en cuanto a la transmisión y recepción de textos, fotos y vídeos.
A finales de la década de 1970 apareció la primera generación de telefonía móvil 1G, una década después le sucedió la 2G; ocho años más tarde, en 1998, apareció la 3G, y la cuarta generación 4G hizo su presencia en 2008. A partir de ese año ya se estaban realizando pruebas de desarrollo del 5G, la quinta generación de telefonía móvil que permite un notable ancho de banda, no sólo para conectar teléfonos móviles, sino también equipos de sobremesa y otros variados dispositivos que tendrán su razón de ser con el pleno desarrollo del internet de las cosas.
Gilbert y Pearson, en «Cultura y políticas de la música», expresan que la historia de los instrumentos musicales es una historia de tecnología. Pues, la creación y difusión de las composiciones musicales no sólo implica emplear tecnología de grabación y producción, sino tambien instrumental y equipo directamente relacionados con procesos técnicos. Así nos lo recuerda Umberto Eco: «Desde el comienzo de los tiempos, toda la música, salvo la vocal, se ha producido por medio de máquinas».
El desarrollo de la informática y la electrónica a partir de la segunda mitad del siglo XX, influyó notablemente en el proceso de hacer música, que ha pasado por diferentes cambios y fases, atrayendo a los creadores hacia nuevas formas y modalidades de producción de las obras. La digitalización de la música, por ejemplo, entró en una curva ascendente de tal magnitud, que hoy en día es extraño que una composición no pase por algún tratamiento informático, sea para la creación misma, el filtrado o la mejora de las cualidades acústicas. A tal extremo ha influido la digitalización en la música, que los más puristas del folclore o la música clásica no han podido resistirse a explorar esa vía. Por supuesto, las empresas dedicadas a la grabación (las conocidas como discográficas), hallaron en la tecnología electrónica y la informática, herramientas insustituibles para conseguir obras perfectas, realizando los intérpretes muchas sesiones y ensayos para dar con los fragmentos más cuidados y de mayor inspiración, para finalmente con el software adecuado unir la obra completa ya liberada de cualquier defecto. Esta labor se realiza durante el proceso de post-producción que, actualmente, es una fase tan importante como la de la propia composición musical.
Tradicionalmente, la comunicación entre dispositivos informáticos periféricos, es decir, aquellos que suelen funcionar de forma externa a un ordenador u otro equipo informático principal, se ha hecho utilizando cables. La aparición de nuevos periféricos y la redución de costes en su fabricación en serie, ha implicado también la acumulación de adaptadores de conexión y un exceso de cableado. En estos casos, la comunicación inalámbrica facilita la tarea y aporta comodidad en el manejo de los equipos.
Para prescindir del cableado, vienen al rescate las redes inalámbricas de área personal o WPAN, del inglés Wireless Personal Area Network. Se trata de pequeñas redes pensadas para interconectar sin cables los variados dispositivos de un usuario, dentro de una distancia limitada de unos 10 metros.
El estándar WPAN más extendido en el mundo es el Bluetooth (creado por la empresa Ericsson en 1994), que admite numerosos equipos de comunicación y dispositivos informáticos, como teléfonos móviles, ordenadores, ratones, impresoras, micrófonos, auriculares y otros variados equipos electrónicos de consumo, permitiendo que puedan comunicar e interoperar entre sí de manera inalámbrica, sin usar ningún tipo de cableado.
Como ya se avanzó, las redes inalámbricas de área personal, y concretamente el Bluetooth, nos permite utilizar dispositivos de audio de forma inalámbrica. Realmente se puede conectar cualquier equipo musical o de sonido que admita el estandar Bluetooth. Realizar la conexión es tan simple como emparejar los dos dispositivos (el emisor y el receptor) y comenzar a reproducir. La señal no necesita el apoyo de ningún equipo intermedio, como un router u otros dispositivos auxiliares, viajando directamente desde la fuente de audio hacia el equipo destinatario.
Entre la variedad de dispositivos de audio aceptados se citaron algunos básicos, como micrófonos y auriculares, pero el número de equipos de música y sonido en general es amplio. Por ejemplo, la revolución de los altavoces Bluetooth ya está en marcha, con equipos de alta calidad a precios cada vez más competitivos; en esta comparativa de altavoces inalámbricos se analizan las características de una serie de ellos, con diseños, funciones y potencias que pueden cubrir la mayoría de necesidades, sea para utilizar en viaje, al aire libre o en la comodidad de nuestro hogar.
Un campo tan importante y diversificado como el musical, y del sonido en general, era de esperar que tuviese la atención de la industria tecnológica inalámbrica. La música, especialmente, se beneficia esta vez del Bluetooth LE Audio, un estandar específico de Bluetooth para la conectividad de altavoces, auriculares y otros dispositivos relacionados.
Con el nuevo códec Low Complexity Communication Codec (LC3), el Bluetooth LE Audio mejora la calidad del sonido, la eficiencia en compresión de los datos y la velocidad de procesamiento, junto con una gestión más racional del consumo energético; las baterías pueden llegar a durar el doble, o facilitar la reducción del tamaño de los dispositivos, según el diseño y objetivos del frabricante. Además, permite el Multi-Stream, es decir, la transferencia de audio a varios dispositivos a la vez sin necesidad de desconectar uno para conectarse a otro, pudiendo compartirse una misma fuente de música y ser escuchado en varios altavoces o auriculares inalámbricos sin retardos, al contrario que el estandar de Bluetooth genérico, que sólo puede realizar una operación a la vez.
Definitivamente, la tecnología inalámbrica trajo facilidades, no sólo para el manejo e interacción de equipos profesionales y personales, sino también para acercar los aficionados a la música más humildes a los procesos creativos.
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