El 30 de septiembre de 2006 comenzaron a circular ocho ejemplares de 5,50 coronas (tarifa básica, servicio nacional) dedicados a los dibujos animados suecos a lo largo de medio siglo de emisión en la estatal televisión sueca. Se trata de una serie emitida en carnet con dos hojitas o bloques de cuatro, uno sobre una vieja pantalla de TV y el otro sobre una pantalla actual de plasma. Entre una y otra hojita nos encontramos la historia de los dibujos animados suecos durante estos 50 años; la TV de Estocolmo supo explotar y exportar su producción y los personajes pasaron a ser considerados héroes globalizados.
Los personajes de la TV sueca se han convertido en amigos familiares, no sólo para la chiquillería, sino para adultos de todo el orbe, porque ¿quién puede olvidarse de la traviesa “pecosita” Pippi Calzaslargas” y su inseparable monito? Tuvo una versión cinematográfica. Aún hoy Pippi continúa siendo un personaje no sólo peculiar, sino popular entre las nuevas generaciones. Otro de los exitosos programas infantiles fue el de Humle y Dumle que inició su andadura cuando uno era un niño (1959), fueron dos entrañables amigos que vivían en la despensa del capitán Bäckdahl, allí había mucha magia y, entonces, era todo un acontecimiento para los niños.
No podemos olvidar otro éxito de los dibujos animados suecos “Cinco hormigas son más que cuatro elefantes”, con él, mediante juegos y canciones, miles de niños aprendieron a contar, escribir, diferenciar, etc. Hablar de ellos es hablar de la historia de la televisión pública sueca que, como tantas otras televisiones estatales, ponía en el aire programas de contenido cultural, algo que ha sido barrido de las parrillas televisivas de nuestro tiempo en donde a la hora de los programas infantiles se colocaron programas de un mal gusto y de un lenguaje no sólo inapropiado [a veces diríamos soez] que, la mayoría de los casos no sólo no forma a las criaturas, sino que por las desforma. Pero la sociedad consumista de nuestro tiempo no repara el daño que provoca y sigue su alocada carrera hacia lo más chabacano, hacia lo más vulgar. Actualmente la serie sueca más popular a nivel internacional es “Plátanos en pijama”, son otros héroes que tiene la TV entre la chiquillería, recogidos en esta bella serie relacionada con uno de los medios de comunicación más populares de nuestro tiempo.
La historia de la TV sueca arranca [como TVE] con las primeras emisiones realizadas el 4 de septiembre de 1956, diez años más tarde el 80% de la población tenía acceso a la señal y en el 2006 prácticamente era el 99% de los hogares el que tenía acceso directo a la televisión pública. Como ha ocurrido por otras latitudes, la oferta de programas y canales sufrió una gran explosión, hoy existe una inusitada variedad, inimaginable años atrás, aunque para los actuales adultos los programas visionados en su infancia les aportan recuerdos de una gran nostalgia y cada reposición significa mover los cimientos de ese lejano pasado que todo niño lleva dentro, por mucho que ya peinemos canas. En los setenta el 80% de los críos suecos veían de manera regular el popular “Cinco hormigas”. Los programadores son conscientes de la alta tasa de audiencia de estos espacios y en todo el mundo, con más o menos disimulo, tratan de adoctrinar (en lugar de educar) a esos seres pequeños que se quedan encantados con los dibujos en la pantalla.
La confección del carnet corrió a cargo de los grabadores Lars Sjööblom, Martin Mörck y Piotr Naszarkowski. El artista Norbert Tamas se encargó del diseño y la tipografía de la serie que se imprimió en dos tintas (plancha de acero) y a cuatro la parte de offset. Por supuesto, algunos de los personajes ya vieron la luz en los sellos suecos años atrás.
La emisión se completó con el sobre de primer día, ocho tarjetas máximas que nos muestran al ilustrador Owe Gustafson’s de las célebres “Cinco hormigas” y personajes de las respectivas series de dibujos, entre otros la popular Pippì y su macaco al hombro, Trazan y Barnarne junto al elefante rosa y la piña de plátanos también fueron recogidos en hojita bloque de nueve ejemplares (sólo este facial). Se trata de una serie dedicada al mundo que se nos fue, que nos hizo soñar y, sobre todo, para recordar aquellos años de nuestra infancia cuando los dibujos animados ocupaban una parte de nuestro ocio que, generalmente, se realizaba en calles y plazas, en contacto con la tierra y el aire libre, cuando los juegos no sólo nos enseñaban a socializarnos, era “nuestro mundo” fuera del control familiar o escolar.
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