Publicado originalmente en revista Causas y azares, n°1, Bs.As., primavera 1994, págs. 99-106. Con la colaboración de Sandra Crespi.
El proceso sociopolítico salvadoreño que desemboca en la firma de los acuerdos de paz y en la conflictiva integración de las fuerzas revolucionarias al régimen parlamentario, se inicia con la insurrección de 1932. La radicalizació
A fines de los ’70 el énfasis que adquiere el medio radiofónico obedece a la situación histórica particular que atraviesan las fuerzas sociales emergentes. "La represión era brutal. Los medios escritos se volvían ineficaces. Si vos tenías un volante en la bolsa, eso te podía costar la vida (…) Tal vez por eso, porque la voz no se requisa, nació el proyecto de poner una radio". (1)
Desde su génesis en la clandestinidad acompañando al movimiento revolucionario, hasta el presente post-electoral integradas al sistema "oficial" de medios de comunicación, el camino transitado por las radios Farabundo Martí y Venceremos evidencia el reemplazo de un modelo de comunicación alternativo por otro alterativo. Este proceso único en Latinoamérica, complejiza el debate acerca de los límites y alcances de aplicación del concepto comunicación alternativa, permitiendo adentrarnos en el análisis de los fenómenos que definimos como alterativos.
A diferencia de Rafael Roncagliolo, que entiende por alterativo una conceptualizació
Para explicar la aparición de estos modelos comunicacionales en El Salvador, es necesario profundizar primero sobre las características del sistema de medios de comunicación masiva y su vinculación con el proyecto histórico de los sectores dominantes.
SISTEMA DE MEDIOS MASIVOS
Pequeñísimo país de 21 mil kilómetros cuadrados y con una alta densidad de población, El Salvador cuenta con una cobertura total de los sistemas de comunicación masiva. Sin embargo, junto a esta particularidad, debemos señalar la marginación socioeconómica y educativa de la gran mayoría de los habitantes, sólo el 10% logra concluir la enseñanza primaria.
Esta marginación se traduce en los modelos y patrones de carácter netamente urbano difundidos por los medios de comunicación a una población citadina poseedora de la capacidad de consumo. De esta manera se excluye del sistema comunicacional a más de la mitad del pueblo salvadoreño, campesinos sin acceso a los bienes económicos.
"La publicidad determina el comportamiento de los medios de comunicación salvadoreños, volviéndolos impotentes ante la crisis y el cuestionamiento de las grandes mayorías sociales, que no están incluidas en su lógica mercantil". (2) Coherente con esta perspectiva, la cámara de propietarios de medios de comunicación se autodenomina Asociación de Medios Publicitarios (AMPS).
El Salvador ha vivido durante muchos años un estado de sitio comunicativo, caracterizado por la férrea autocensura a la que estos medios se sujetan, evidenciando su parcialidad y desinterés respecto a vastos sectores sociales. Los medios de difusión se han organizado históricamente a partir de una estructura de "campos pagados", que consiste en el establecimiento de una pauta que permite el fraccionamiento en espacios que luego serán vendidos. El acceso a los medios, y por consiguiente la producción de información, quedan así en manos de los poseedores del capital económico. Dicha estructura no pudo soportar las tensiones emergentes de la agudización de los conflictos sociales, económicos y políticos a partir de los ’70. Hacia mediados de esta década se consolidan las organizaciones populares, junto a la presencia y desarrollo de sus organizaciones político-militares, las cuales se convertirán en cabezas del movimiento popular revolucionario. Se comienza así a delinear una estrategia viable de poder. Las luchas se radicalizan si bien aún siguen siendo sectoriales, los reclamos comienzan a adquirir un carácter político-nacional.
La masacre estudiantil del 30 de Julio de 1975 inaugura un escenario signado por la intensidad de los conflictos sociales. Nacen el Bloque Popular Revolucionario (BPR), el Frente de Acción Popular Unificado (FAPU) y las Ligas Populares 28 de Febrero (LP-28), las tres más grandes organizaciones populares que convergerán, junto a grupos políticos de oposición electoralista, en el Frente Democrático Revolucionario (FDR), quien establecerá una plataforma política única denominada Programa del Gobierno Democrático Revolucionario. Este período de grandes movilizaciones y luchas abiertas y públicas, culmina con el asesinato de Monseñor Oscar Arnulfo Romero y la matanza perpetrada durante su entierro, abriendo paso a una estrategia insurreccional a partir de la conformación del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) en 1980, que se extenderá hasta el inicio del proceso de pacificación en Enero de 1992.
Este período se caracteriza por un incremento del control y la represión ejercida por el gobierno sobre el sistema de medios masivos. Se multiplican los ataques a la prensa de oposición. Las amenazas y secuestros de periodistas y corresponsales extranjeros, la bomba que destruyó la emisora católica YSAX, el cierre de los periódicos La Crónica y El Independiente, son algunos de los hechos que ofrecen testimonio de ello. "Las oficinas de El Independiente fueron atacadas nuevamente y saqueadas. Su director fue obligado a buscar formas temporales de publicarlo y siguió apareciendo irregularmente, un puñado de hojas engrapadas ocultas entre los periódicos permitidos de la derecha y vendidas por los voceadores en las calles, hasta que en Enero de 1981 el equipo de redacción fue arrestado y su director obligado a buscar refugio en la embajada mexicana". (3) Estos acontecimientos dan cuenta del estatuto que asume el sistema de medios masivos, desde una concepción netamente instrumentalista, para un gobierno que abre a través de ellos otro frente de guerra. En este contexto surgen las "radios guerrilleras"
¿RADIOS GUERRILLERAS?
"Un propósito fundamental parece definir lo alternativo en materia de comunicación en Latinoamérica: transformar el proceso, la forma dominante y normal de la comunicación social, para que sean las clases y los grupos dominados los que tomen la palabra". (4) La importancia que adquieren los procesos comunicacionales en el movimiento guerrillero, que explica la aparición de las radios Farabundo Martí y Venceremos, se manifiesta en formas de interacción previas desarrolladas por el movimiento popular en sus distintas etapas de organización, tales como reuniones y discusiones políticas, boletines, pintadas, títeres, mimo, música, teatro, entre otras. Los principios sobre los cuales se asientan estas formas primarias de comunicación están determinados por la necesidad de las organizaciones revolucionarias de presentar alternativas de acción y organización, despertar la sensación de fuerza y cohesión frente al régimen y reforzar la convicción en la viabilidad de la lucha. Se hizo necesario, pues, reconocer lo que pensaban y sentían los sectores dominados, los prejuicios, defectos y cualidades de cada grupo en particular y del pueblo en general. Estos procesos requieren indefectiblemente de la participación popular, permitiendo el reconocimiento de las significaciones que circulan en el devenir cotidiano y la producción de sentido que en dicha circulación se genera.
Las primeras experiencias de la guerrilla en el campo radiofónico comienzan a mediados de la década del ’70 con la toma de emisoras. La acción consistía en llegar a una radio, inmovilizar a su personal y colocar un grabador frente al micrófono transmitiendo un mensaje ya preparado. En 1975 se efectuó la toma simultánea de 200 radios. Este tipo de práctica demandaba la utilización de una gran cantidad de combatientes y muchas horas de planificación, lo cual hizo pensar en la necesidad de contar con una emisora propia. Luego de algunos intentos, como la transmisión desde un campamento en Honduras, nace en la zona de Morazán la primera emisora guerrillera, Radio Venceremos, la que comienza a transmitir el 10 de Enero de 1981 coincidiendo con la ofensiva general del FMLN. La segunda emisora, Radio Farabundo Martí, lo hará el 22 de Enero de 1982 desde Chalatenango, cerca de San Salvador.
Es difícil denominar clandestinas a estas radios, ya que su posibilidad de mantenimiento en el aire estuvo muy ligada a la posibilidad de establecer y sostener redes comunitarias, ya sea para lograr el abastecimiento cotidiano (combustible para los generadores de electricidad, alimentos, etc.), como para mantener el secreto de su ubicación. Esto sólo es posible si se desarrolla una estructura solidaria fuertemente anclada en la comunidad. Al respecto dice un excombatiente: "¿Cómo fue posible, guardar el secreto de un motor, de toda una emisora funcionando en un lugar tan mínimo?. No se explicaría sin una organización política muy fuerte, sin mucha base social colaborando, sin territorios ampliamente controlados por la guerrilla. Nosotros rompimos totalmente la concepción tradicional de que las retaguardias se construyen en las zonas despobladas y aisladas. Nuestras montañas han sido las masas. Nacimos en medio de las masas y seguimos resistiendo y ganando la guerra vinculándonos con las masas". (5)
Podemos distinguir dos etapas en el desarrollo de Radio Venceremos durante el período abarcado por la guerra. Una primera, realizando transmisiones en onda corta, con tres objetivos claros, informar (en una línea de contrainformació
Continúa en la parte II
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