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La Radio
LA COMUNICACIÓN RADIOFÓNICA
La voz - 4ª parte
Fuente: Recursos educativos del Mº de Educación de España (Licencia Creative Commons)
Tono, intensidad y timbre. Definición y valores expresivos (continuación)
n cuanto al timbre, diremos que es la principal seña de identidad que presenta cualquier sonido. Es su cualidad más particular, su especificidad, aquello que en realidad posibilita que al percibir un sonido lo podamos diferenciar de otro porque lo hace distinto, aunque ambos presenten el mismo tono y la misma intensidad. Es, en definitiva, aquella característica que permite distinguir entre una trompeta y un saxofón, o entre la voz de nuestro mejor amigo y la de nuestro peor enemigo.
En el caso del ser humano, el choque del aire con las cavidades bucal y nasal, el velo del paladar, los labios, la lengua y los dientes, determina la forma que acaba adaptando una voz, originándose así esa especificidad a la que nos hemos referido: Yo sueno distinto porque la constitución física de mis resonadores es diferente a la de los demás. No obstante, la particularidad que el timbre otorga a una voz no es obstáculo para que éste no se pueda manipular parcialmente y, por tanto, el sonido de nuestra voz cambie. De hecho, si esto no fuera así raramente podrían explicarse, por ejemplo, las imitaciones con las que nos deleitan algunos humoristas.
Atendiendo a lo que representa el timbre, esta señal tiende a confundirse con otros rasgos, como lo demuestra el hecho de que algunas personas digan de otras: "tiene un bonito tono de voz". Y es que el timbre responde, para muchos, al atractivo de una voz, a su agradabilidad. Por este motivo, los oyentes de radio reconstruyen en su mente el rostro de su locutor preferido a partir, esencialmente, del timbre, aunque luego no concuerde con la realidad.
El timbre, por consiguiente, puede llegar a informar, más que cualquier otra cualidad acústica, sobre el aspecto del hablante (edad, atractivo, altura,...), por lo que se perfila como una señal que facilita la construcción de un determinado personaje o el retrato que del locutor radiofónico quiera éste que se hagan los oyentes.
La complejidad del timbre dificulta establecer con cierto rigor cuáles son las modificaciones que conllevarían a asociar una voz con un físico concreto. No obstante, sí es posible, como ya se ha dicho, variar la estructura de los resonadores y los órganos articulatorios para imitar a ciertos personajes o simular la voz de un niño, un anciano o un galán: . De hecho, estas variaciones ayudan, al igual que los otros parámetros tratados, a reforzar la descripción de texturas (suavidad, rugosidad, etc.) e impresiones (sensualidad, fortaleza, etc.).
Cuando escuchamos la voz de alguien que nos habla a través de la radio, las características acústicas a las que nos acabamos de referir emergen al unísono, de manera que se interrelacionan y constituyen lo que algunos autores como Balsebre definen como el color de la palabra radiofónica.
Además de lo comentado hasta este momento, la voz radiofónica se consagra también como un instrumento de gran utilidad para ser trabajada desde otra perspectiva, porque como escuchar la radio no resulta ser lo mismo que participar en una conversación, se detecta que un correcto uso de la expresión oral por parte de quien emite la información, la descripción verbal, la estructura gramatical y las frases cortas, entre otros elementos, facilitan la comprensión. Consulta los artículos sobre locución, en el apartado ¿Cómo se hace?