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Pueblos con encanto
A Coruña
Ruta Torre de Hércules - 1ª parte
Fuente: "Turismo de A Coruña"
La Historia
bicada entre la ensenada del Orzán y el Golfo Ártabro se alza la Torre de Hércules, el faro más antiguo del mundo todavía en funcionamiento, y desde el 27 de junio de 2009 Patrimonio de la Humanidad.
Siglos antes de Cristo, existía en la bahía coruñesa un poblado de origen celta conocido como Brigantia en el que habitaban los ártabros. Por su situación estratégica, en el siglo II durante el mandato del emperador romano Trajano, se construye la Torre de Hércules para guiar las embarcaciones que navegaban hacia las Islas Británicas en busca de estaño, cobre y hierro.
Su autor fue el arquitecto Cayo Servio Lupo natural de Coimbra, que dedica su obra al dios de la guerra Marte, tal y como se puede leer en una inscripción al pie de la torre. La Torre de Hércules sirve de faro durante los siglos de la romanización, hasta que en el siglo V, los ataques normandos obligan a los habitantes de esa población primitiva llamada Brigantia a su abandono, y a refugiarse en el interior.
Es en el siglo XIII cuando Alfonso IX reconstruye y puebla el viejo puerto dándole como nombre Crunnia(*). Comienzan así unos siglos de prosperidad y crecimiento propiciados por el comercio marítimo.
Sin embargo la Torre de Hércules continúa abandonada, utilizándose en el siglo XVI buena parte de sus piedras para construir el actual castillo de San Antón, y las murallas que defenderían la ciudad de los ataques ingleses. Habrá que esperar hasta el siglo XVIII para ver como la torre recupera su protagonismo y función de faro.
En esa época, A Coruña vive una intensa actividad comercial con las Indias. Barcos de América y otros puertos europeos y españoles llegan al puerto con preciadas mercancías, surge así la necesidad de dotar al puerto con un faro que guíe y haga más segura la navegación.
Aprobada la obra por Carlos III, lleva a cabo la restauración de la Torre de Hércules el arquitecto extremeño Eustaquio Gianini, iniciando los trabajos que le darían el aspecto actual en julio de 1788, para concluir en 1791.
(*)Crunnia ya sonaba en aquel tiempo como Cruñia; antiguamente los escribanos de los monasterios, para economizar, sustituían las dos enes por una sola con una virgudilla encima, de esa forma nació la "ñ", que no tenía equivalente en el alfabeto romano.